martes, 23 de abril de 2024

Guillotina para la palabra

La eliminación física de periodistas y la impunidad de tales crímenes concitan el rechazo universal...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 02/11/2015
1 comentarios

Cierto personaje escribió una vez que ejercer el control omnímodo sobre los medios informativos no requiere de largos manuales de instrucción. Basta —decía— con presionar, corromper o domesticar a los periodistas a cuenta de la santificación de cualquier artilugio político…; o simplemente con sacarlos definitivamente de este mundo.

Una variante esta última tan brutalmente extendida a escala planetaria que motivó a los máximos organismos internacionales a establecer el 2 de noviembre como Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas, en recordación del asesinato en Mali, en 2013, de dos profesionales franceses de la noticia, y “para resaltar la necesidad urgente de proteger la vida de aquellos que la dedican a informar al resto de la sociedad”.

Así, en el mensaje de la Secretaría General de la ONU para este 2015 con relación al tema se indica textualmente que “…en la última década han resultado muertos más de setecientos periodistas, uno cada cinco días, simplemente por llevar al público noticias e información”.

“Muchos —prosigue la nota— perecen en los conflictos que cubren de forma tan valiente. Pero demasiados han sido silenciados deliberadamente por tratar de decir la verdad. Solo se resuelve el siete por ciento de esos casos, y menos de uno de cada diez crímenes se investiga plenamente”.

En pocas palabras, una suerte de silenciosa y sistemática eliminación de las fuentes primarias de indagación y criterio sobre los más disímiles conflictos que se generan en cualquier rincón del orbe, en lo que además puede asumirse no solo como una violación flagrante del derecho a la vida, sino también de las prerrogativas que se supone deben garantizar a cada ser humano el expresarse libremente y tener acceso a la información veraz e inmediata.

De manera que, a tenor con el conflicto entre proyectar la genuina noticia y los intereses que ello puede afectar, el sector periodístico global ya tiene una larga lista de bajas fatales.

Un informe publicado el pasado octubre, sobre el índice mundial de impunidad en torno a la muerte violenta de periodistas en lo que va de 2015, corrobora el incremento de asesinatos de informadores en naciones marcadas por las guerras hegemonistas y la acción de grupos extremistas y fanáticos utilizados por los grandes intereses imperiales en dichos escenarios.

Así, el documento cita la eliminación premeditada de reporteros en Somalia, Iraq, Afganistán y Siria; y concluye que la aparición en Oriente Medio y Asia Central del grupo terrorista Estado Islámico (EI) ha sido un factor desencadenante de nuevos y brutales crímenes contra representantes de medios de prensa locales y extranjeros.

En el caso de América Latina, el ya citado informe ubica a México entre las naciones donde queda pendiente un importante número de investigaciones sobre el vigente asesinato de trabajadores de la prensa; mientras en el caso de Colombia, aunque este último índice disminuyó un tanto en los últimos diez meses, debe señalarse que representantes del gremio siguen recibiendo continuadas amenazas contra sus vidas.

Añade también que las víctimas fatales, si bien suman a profesionales muertos en medio de conflictos armados, son mayoritariamente periodistas involucrados en denuncias públicas de casos de corrupción y fraudes políticos, y que al menos en casi la mitad de los casos, los asesinados habían denunciado con antelación haber recibido amenazas sin que los organismos de seguridad hubiesen dado respuesta a sus reclamos.

En mayo último, a partir de esta preocupante y mortífera tendencia mundial, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó por unanimidad la resolución 2222, que insta a los Estados a proteger a los periodistas durante los conflictos bélicos y a procurar castigo para los responsables de los ejecutores de tan deleznables crímenes, pero es evidente que en un terreno tan sensible como la difusión de la noticia y el intento de su análisis sobre bases objetivas y diáfanas, el riesgo de dejar la vida a manos de absolutistas, aberrados y fanáticos sigue siendo la negra contraparte de semejante propósito.

Y ni hablar de “errores” y “bajas colaterales”, cuando la bala y la metralla asesinas sabían de antemano cual era su blanco.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


asenet
 6/11/15 10:51

por eso a los periodistas cubanos no le pasa ,Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.

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