jueves, 25 de abril de 2024

Unidad y conciliación: imprescindibles ante amenazas imperiales

La V Cumbre de CELAC analiza nuevos escenarios políticos y económicos...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 26/01/2017
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V Cumbre de la CELAC foto presidentes
Resultó esta una V Cumbre en circunstancias especiales.

Solo la cooperación y la conciliación, símbolos de la unidad ante un peligro común, impedirán la paralización de América Latina y el Caribe, una región que, desde distintas opciones e ideologías, intenta convivir en paz, pero es amenazada por la política internacional del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Esta delicada situación y las recientes medidas del mandatario republicano estuvieron en la médula de los debates al más alto nivel de la V Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), clausurada hace unas horas en el hotel Bávaro, del balneario Punta Cana, en República Dominicana.

Inaugurada por el presidente dominicano Danilo Medina en la noche del martes, la Cumbre a la que asistieron presidentes, vicepresidentes, cancilleres y otras personalidades de los 33 estados miembros de la CELAC, debatió este miércoles los temas más acuciantes que afectan a la región, a la que durante décadas Estados Unidos intentó separar y que, por primera vez, cuenta con una organización propia y legítima, sin la presencia de naciones hegemónicas.

En las distintas intervenciones, en el llamado espacio de reposo, que es ante todo de conversaciones como parte de la Cumbre, y en la sesión plenaria, quedó en evidencia el peligro que se cierne sobre América Latina y el Caribe con la presidencia de Trump (si este se atiene a sus amenazas, algunas ya cumplidas en solo cinco días). Los gobiernos progresistas allí presentes, en especial, hicieron hincapié en que solo con la impostergable unidad podrá hacerse frente a los nuevos planes imperialistas.

Incluso, aquellas naciones aliadas a las políticas económicas del imperialismo viven ahora también en un momento de expectación, pues las puertas se les van cerrando a partir del proteccionismo desbocado —válido sin adjetivo para las economías subdesarrolladas— del nuevo mandatario, el que, bajo amenazas, quiere el retorno de las empresas estadounidenses a su territorio.

Son incalculables las afectaciones de tal política a las economías latinoamericanas y caribeñas, y en especial a la clase obrera de los más dependientes.

La CELAC deviene —ante el desprestigio de la Organización de Estados Americanos (OEA)— vocero de una región donde viven más de 600 millones de personas en 20 millones de km2, con sus características culturales, económicas y políticas; en la que la unidad está cimentada, precisamente, en la diversidad.

Quizás, y sin proponérselo, la actitud discriminatoria y xenófoba de Trump —que se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica horas después de su asunción y dijo “es una gran cosa para el trabajador estadounidense lo que acabamos de hacer”, pero con duras implicaciones para algunos países latinoamericanos— fomente la conciliación para enfrentar y salir airosos de la embestida imperialista.

Otro ejemplo de lo que es capaz el obeso republicano que, según sus palabras, es un político inexperto pero con un gabinete de millonarios derechistas, es la firma este miércoles de una Orden Ejecutiva para levantar un muro que separe a su nación de la frontera de México y que, aseguró, deberá pagar el gobierno de Enrique Peña Nieto y los que vendrán después.

Hará más. El presidente rechazado por millones de sus conciudadanos que no dejan las calles en señal de protesta, revisará el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) firmado por su país con México y Canadá. Si antes Washington fomentó los TLC para socavar la integración latinoamericana y caribeña, ahora el novato mandatario quiere desaparecerlos, y quizás después fomentar otros, pero bajo distintos mecanismos.

Separados en sus esencias políticas, poco podrán los países y pueblos de la región sur de las Américas contra el desboque imperialista. De ahí que la Declaración Política de Punta Cana inste a avanzar en la integración y complementariedad de las economías de la región, así como alude a asuntos de interés colectivo como la paz y la seguridad, la seguridad alimentaria y el combate al crimen organizado.

En Punta Cana también fueron suscritas 20 declaraciones especiales, dos de ellas referidas a Cuba. En una de ellas la CELAC exige la eliminación del bloqueo económico, financiero y comercial que desde hace más de medio siglo Estados Unidos mantiene contra Cuba; y la otra se refiere a la devolución que ese mismo país debe hacer al pueblo cubano del territorio que ilegalmente ocupa una de sus bases militares en la oriental provincia de Guantánamo.

Resultó esta una V Cumbre en circunstancias especiales, pero que una vez más demostró que, más allá de las diferencias, son muchos los problemas comunes que unen a esta multicultural y multirracial región latinoamericana y caribeña.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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