No hay dudas de que Cuba ha alcanzado índices de educación de referencia mundial, y cada año, además, continúa llevando esta gran conquista a millones de necesitados de muchos lugares del planeta. Sin embargo, el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos atenta de manera significativa contra este derecho del pueblo cubano. Bien lo saben los niños, adolescentes y jóvenes que cada año llegan a nuestro sistema educacional y a quienes esa política genocida priva muchas veces de bondades que les permita comprender mejor su mundo.
Así quedaba plasmado en el Informe de Cuba sobre la Resolución 69/5 de la Asamblea General de la ONU “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. Las principales afectaciones reportadas en el sector de la Educación están determinadas por el pago de abultadas tarifas por concepto de flete para la transportación de los productos adquiridos en mercados lejanos, la falta o insuficiencia de algunos medios y recursos de enseñanza para la docencia y la investigación, debido a sus costos más elevados en otros mercados.
Esa política absurda y moralmente insostenible, que como reconoce el presidente de Estados Unidos no ha servido al propósito de doblegar la decisión del pueblo cubano de elegir su sistema político y controlar su futuro, igualmente impide el acceso a información científica y a herramientas informáticas necesarias para la producción de multimedias educativas, además de obstaculizar los pagos por los servicios profesionales que se ofertan en el extranjero, entre otros.
Gilberto García Batista, presidente de la Asociación de Pedagogos de Cuba, declaró en días recientes que anualmente es necesario realizar compras de insumos, equipos y tecnologías a un mayor precio para poder garantizar la preparación de los profesores en las universidades. “De no existir las leyes del bloqueo se pudieran adquirir una mayor cantidad a precios preferenciales en los Estados Unidos y tenerlos disponibles para las escuelas en un corto plazo de tiempo”, significó.
Añadió que a pesar de las restricciones que impone el bloqueo, el Estado continúa proporcionando cuantiosos recursos financieros para promover la investigación y la superación profesional del personal docente, y recordó que niños, adolescentes y jóvenes de escuelas especiales, con alguna discapacidad, no pueden prepararse con los modernos medios de enseñanza fabricados en la nación norteña porque está prohibida su venta a la mayor de las Antillas.
NUESTRAS EVIDENCIAS CUENTAN
Una mirada detenida al informe cubano permite constatar evidencias claras de las afectaciones al sector educacional. Según se expone, solamente el traslado de contenedores con insumos para la educación desde mercados lejanos le representó al Ministerio de Educación un gasto de 1 942 800 (un millón novecientos cuarenta y dos mil ochocientos) dólares. Sin embrago, adquirir y trasladar estas mercancías desde el sur de Estados Unidos acarrearía una notable disminución de la distancia y un significativo decrecimiento del costo del flete, lo cual reduciría en un 39,72 % el monto erogado.
“Para tener una idea más precisa del significado social de la pérdida por este concepto, baste decir que con ese valor se pudieran haber adquirido medios didácticos muy necesarios para 162 círculos infantiles. Debido a la afectación económica antes descrita solo se pudieron contratar medios para 60 círculos infantiles”, destaca el informe.
Por su parte, el Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (Censa) reporta pérdidas por el encarecimiento de las contrataciones en terceros países de entre un 30 y un 45 % por encima del precio en el mercado mundial de los reactivos que producen las compañías Promega, Sigma, Invitrogen, Giagen, Hyclone, Alconox, Agdia, de origen estadounidense, y de uso obligatorio en los laboratorios de esta institución.
La universidad de La Habana no puede acceder a equipos de purificación de proteínas necesarios para el Centro de Estudios de Proteína, pues estos solo son ofertados por la compañía estadounidense General Electric. Asimismo, desde los sitios cubanos no se puede acceder a las imágenes de satélite (tipo Landsat) que aparecen en los servidores estadounidenses, las cuales son imprescindibles para obtener información espacial en tiempo real del territorio cubano, lo cual obstaculiza el desarrollo de las actividades científicas y docentes.
Vale destacar también que la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) se ha visto imposibilitada de comprar, en dos ocasiones, el equipamiento necesario para la ejecución del proyecto del Reactor-Laboratorio por Internet (IRL, por sus siglas en inglés) que ejecuta con el Instituto Superior de Tecnologías y Ciencias Aplicadas (Instec), debido a que dichos equipos contienen más de un 10 % de componentes norteamericanos.
Son solo algunos ejemplos que evidencian que del bloqueo no escapa ningún cubano y que nuestra nación no exagera cuando habla de ese genocidio, que afecta a todos los sectores. ¿Cuánto más podría avanzar la educación cubana sin el bloqueo? ¿Cuánto más podría avanzar Cuba? En esas interrogantes debía pensar el Gobierno de los Estados Unidos al mantener la genocida política contra el pueblo cubano, y también quienes este octubre volverán a votar por el informe que cada año Cuba pone a consideración de la comunidad internacional para poner fin a ese cerco.
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