Siempre ha estado ahí, en la primera línea, desde muy joven en las protestas universitarias. Aldo Isidrón del Valle - periodista villaclareño, fallecido el 8 enero de 2016, premios nacionales de Radio y de Periodismo José Martí- en su libro “Antes del Moncada”, dio a conocer la primera autodefensa del bisoño abogado, a raíz de un incidenteestudiantil acaecido en noviembre de 1950, en Cienfuegos, contra el entonces ministro de Educación, Aureliano Sánchez Arango. A un colega dijo: No importa la suerte que corramos, Benny, estas verdades había que decirlas.
Pero antes, con veintitantos años sobresale en su participación en la expedición de Cayo Confites, contra el dictador dominicano Trujillo y, posteriormente, en la sublevación del Bogotazo.
Las manifestaciones estudiantiles tuvieron su mayor expresión contra el sargento conspirativo Fulgencio Batista, que ya general usurpó la silla presidencial el 10 de marzo de 1952, tras el segundo golpe de estado en su trayectoria ascendente a las altas esferas de poder.
Días después, Fidel escribe el artículo ¡Revolución no, zarpazo!, que por la censura sólo circuló mimeografiado. Esperanzador fue, sin dudas, uno de los párrafos concluyentes: Cubanos: Hay tirano otra vez, pero habrá otra vez Mellas, Trejos, y Guiteras. Hay opresión en la patria, pero habrá algún día otra vez libertad.
MONCADA, GRANMA Y EJÉRCITO REBELDE
En los meses posteriores al cuartelazo de Batista, el joven líder contacta con personalidades de ideas comunes y comienzan los preparativos de la operación clandestina de obreros, empleados, campesinos y trabajadores para los asaltos de la fortaleza militar “Moncada”, en Santiago de Cuba, y el cuartel “Carlos Manuel de Céspedes”, en la ciudad de Bayamo.
Los objetivos del centenar y medio de combatientes no se completaron por factores tácticos fortuitos, pero su valerosa acción puso en marcha una compleja maquinaria revolucionaria que despertó la conciencia de los cubanos y atrajo a miles de simpatizantes y colaboradores a todo lo largo y ancho de la isla caribeña.
En el alegato de autodefensa de Fidel Castro, conocido como “La Historia me Absolverá”, se expusieron los propósitos para resolver una serie de males económicos y sociales de Cuba y de esta manera realzar el decoro y la dignidad del pueblo cubano. El documento se convirtió en programa político trascendental en la historia del país.
En esa singular guía para la lucha trascienden las alentadoras palabras: Parecía que el Apóstol (José Martí) iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo…
Tras una prisión fecunda de la que fue liberado por reclamo popular, el 2 de diciembre de 1956, procedentes de la etapa forjadora en tierras mexicanas, Fidel y 82 expedicionarios desembarcan del yate Granma —otro símbolo de la Revolución cubana— para reiniciar la lucha contra Batista desde las montañas del sur de la región oriental.
A pesar del revés inicial del naciente Ejército Rebelde, se reagrupó un grupo de hombres con siete fusiles y es célebre el optimismo de la frase de Comandante: Ahora sí ganamos la guerra. Con el pasar de los meses se multiplicaron en columnas y frentes de combate para hacer realidad el vaticinio. En solo dos años se desmanteló el aparato represivo de las fuerzas armadas y policiales de la dictadura de Batista.
CON REVOLUCIÓN VICTORIOSA, NUEVAS CARGAS DE ALIENTO
En su recorrido hasta La Habana los días triunfales de 1959 sobresale el discurso del 4 de enero, en Camagüey, cuando el Líder de la Revolución expresó las visionarias palabras sobre las transformaciones sociales que se avecinaban, donde “el pueblo ganará todas sus batallas, porque el pueblo aprendió a ganar después de haber conquistado no solo la Revolución, sino el tenerla asegurada para sí…”.
Y así ha sido durante 58 años. No ha habido un minuto de descanso en la expansión del ideario martiano en cada tarea de una sociedad socialista a lo cubano, cuyo ejemplo mucho ha molestado a los vecinos del Norte brutal.
La memoria histórica del pueblo recoge la presencia de Fidel en lugares riesgosos de los combates de Playa Girón del 17 al 19 abril de 1961, donde se derrotó a la brigada mercenaria, organizada y armada por los Estados Unidos.
En la tarde del 19 de abril, Fidel sobre un tanque de guerra explica a la tropa las razones imperiosas de la marcha final hasta Playa Girón:“¡Adelante! ¡No nos detengamos hasta llegar a la playa! Si cae el primero, llega el segundo, si cae el segundo llega el tercero, pero se llega a la playa ahora mismo… Que no se detengan los tanques hasta que las esteras se mojen con el agua de la playa, porque cada minuto que esos mercenarios estén sobre nuestro suelo entraña una afrenta para nuestra Patria”.
Al año siguiente, los cubanos viven la tensión de la Crisis de Octubre o de los Misiles, como consecuencia de la amenaza de intervención de las fuerzas armadas de Estados Unidos y el resuelto apoyo de la Unión Soviética para proteger en la Isla. Fueron una decena de días entre amenazas, violaciones aéreas y bloqueo naval norteamericano, mientras se llevaba a cabo la movilización de casi 270 000 cubanos a las armas, dispuestos a resistir firmemente. “La nación en pie de guerra”, era el titular periódico Revolución. El mundo estuvo al borde de un conflicto termonuclear.
Los soviéticos cedieron. En las negociaciones no se contó con los cubanos, lo cual resultó a Fidel absolutamente incorrecto, conociendo las artimañas del enemigo yanqui y sus aliados. Es el propio Che Guevara en su carta de despedida cuando marcha a otras tierras (1965) quien señala: Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días…
Durante decenas de años, la presencia alentadora de Fidel ha continuado en múltiples tareas, desde el desarrollo económico y social del país, aún en los momentos de mayores restricciones, la intensificación cruel del bloqueo norteamericano y los vestigios de la Guerra Fría, hasta la extensión de manos solidarias, nuestro sudor y sangre, a Angola y otros pueblos bajo dominio colonial en África y a las naciones menospreciadas por el capitalismo en Latinoamérica.
El pasado 28 de marzo, el compañero Fidel —a punto de cumplir 90 años de edad— expuso en un artículo periodístico su desacuerdo con las declaraciones del Obama en La Habana, en las que propuso olvidar el pasado. Prácticamente, sería tachar de un plumazo la Historia de Cuba. En el curso de los acontecimientos en las relaciones bilaterales se han logrado importantes avances, pero poco se ha hecho en cosas elementales del bloqueo económico, comercial y financiero.
Y como siempre las palabras alentadoras: Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.
Un entrañable amigo, Gabriel García Márquez, afirmó en cierta ocasión: “Una cosa sabe uno con seguridad: esté donde esté, como esté y con quién esté, Fidel Castro está allí para ganar”.
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