viernes, 19 de abril de 2024

¿Era necesario el Moncada?

El Moncada fue la semilla que germinó luego del primero de enero de 1959 y que se ha multiplicado en cientos de realizaciones de la Revolución...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 26/07/2016
0 comentarios

¿Era necesario el Moncada? La interrogante se sitúa como un valladar frente a quienes intentan dibujar una Cuba idílica y próspera antes de 1959, para contraponerla al proyecto actual de la Revolución. Los que intentan trastocar la verdad nunca deberían olvidar las razones por las cuales la Generación del Centenario se abalanzó sobre los muros de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Una mirada a la historia, las condiciones económicas y las vivencias de la Cuba de los años 50 del pasado siglo nos demuestran el deterioro del nivel de vida de la población, la escasa atención médica, el desempleo, las precarias condiciones de la vivienda, el analfabetismo, la ausencia de industrialización y el problema de la tierra que vivieron nuestros padres y abuelos.

En la Cuba de entonces más de un millón y medio de personas no habían aprobado ningún nivel de enseñanza; el 41,8 por ciento de las viviendas no disponían de electricidad, en las zonas rurales únicamente el tres por ciento disponía de inodoro interior, la esperanza de vida al nacer no superaba los 60 años, y numerosas enfermedades que ya ni se conocen en el país eran verdaderas epidemias.

Y, por si fuera poco, ese derecho humano, el de la vida, estaba garantizado sólo para unos pocos que podían pagarlo. El hambre, la desnutrición y falta de trabajo preventivo, agravaban la situación. La salud era un negocio privado. Y la medicina, una mercancía. Otros datos aseguran que existían 600 000 niños sin escuelas mientras que 10 000 maestros estaban sin trabajo. El presupuesto de la nación para la educación era de apenas 79,4 millones de pesos, muchos de los cuales eran robados por políticos y funcionarios corruptos.

Aquellas vicisitudes nos recuerdan la paradójica situación entre el desarrollo de la industria azucarera y las posibilidades reales de mejoramiento de los niveles de existencia de los cubanos. A ello se sumaba la penetración del capital norteamericano y la monopolización de la economía de la nación, factores que aumentaban los males sociales como resultado de las marcadas diferencias de clases.

Gráficos del Censo de Población y Viviendas de 1953 y de la Agrupación Católica Universitaria, imágenes y videos, reflejan por si solos aquel precario y frágil escenario económico, político y social recogido en el Programa del Moncada, con el propósito de hacer una patria digna y libre, que hoy se perfecciona a partir de la actualización del modelo económico.

Estos elementos permiten una historia más real y esclarecer por qué era una necesidad el Moncada y a aquella juventud heroica, con Fidel al frente, le asistían esas razones y muchas otras para iniciar la contienda armada.Aún así, hay quienes pretenden comparar lo que había antes de 1959 y lo que hoy disfrutamos los cubanos.

Marta Rojas, escritora y periodista cubana, testigo excepcional de los sucesos del 26 de julio de 1953, afirmaría que el Moncada fue expresión de la necesidad de cambiar el régimen que operaba en el país y la semilla que germinó luego del primero de enero de 1959, que se ha multiplicado en cientos de realizaciones de la Revolución.

Los asaltos a las mencionadas fortalezas militares, enSantiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, fueron obra de una profunda metitación y preparación, que tenía como primer objetivo salvar a la nación y a su pueblo de las cadenas que la ataban desde la intervención norteamericana en 1898. En segundo lugar, se proponía derrocar el régimen tiránico que, con las fuerzas de las armas, había arrancando al pueblo sus esperanzas el 10 de marzo de 1950.

Y en tercer lugar, impedir que el pensamiento republicano y patriótico de José Martí fuera a morir precisamente cuando se cumplían cien años de su natalicio. Por ello Fidel afirmó en su alegato La historia me absolverá que Martí era el autor intelectual de los sucesos del 26 de julio: “… traigo en el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos”.

Bien vale entonces la actitud del pueblo de pelear por la justicia mientras no esté conseguida. Como se planteó en el Informe Central al Primer Congreso del Partido “el asalto al cuartel Moncada no significó el triunfo de la Revolución en ese instante, pero señaló el camino y trazó un programa de liberación nacional que abriría a nuestra patria las puertas del socialismo. No siempre en la historia los reveses tácticos son sinónimos de derrota”.

El 26 de julio de 1953 se encendió la antorcha revolucionaria, la sangre derramada antes y después en las calles de las ciudades, campos de batalla y en las mazmorras represivas no fue sacrificio en vano, sino lección histórica, obra revolucionaria multiplicada y de continuidad por siempre. Y es que “El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias (…) Trincheras de ideas fueron más poderosas que trincheras de piedras. Nos mostró el valor de una doctrina, la fuerza de las ideas…”, como expresó Fidel, el 26 de julio de 1973.


Compartir

Yuniel Labacena Romero


Deja tu comentario

Condición de protección de datos