jueves, 28 de marzo de 2024

El “buen vecino” y su “nueva” política

La directiva presidencial emitida hace una semana por Barak Obama no esconde el interés de los Estados Unidos de subvertir el proceso revolucionario cubano y promover cambios en el país…

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 26/10/2016
0 comentarios

El “buen vecino” ha llegado con una “nueva” política que “constituye un paso significativo en el proceso hacia el levantamiento del bloqueo y la mejoría de las relaciones con Cuba”; pero que no esconde en ella, como lo ha hecho en reiteradas ocasiones, su interés de subvertir el proceso revolucionario y de promover cambios en el país caribeño.

Cuanto se refleja en la directiva presidencial, emitida hace una semana por Barak Obama, se hace desde la óptica del Gobierno de los Estados Unidos, y por tanto, el documento en sí mismo no puede alejarse de la visión injerencista que históricamente ha marcado la proyección de esa nación con respecto a la nuestra. Ello demuestra que otra vez la política estadounidense del garrote y la zanahoria se intenta imponer en nuestro pueblo.

Esta es la segunda vez que un presidente de Estados Unidos emite una directiva de este tipo, aseguró recientemente Josefina Vidal Ferreiro, directora general de Estados Unidos de la cancillería cubana, quien recordó que el primero en hacerlo fue en 1977, el entonces presidente James Carter, cuando emitió una directiva secreta orientada al acercamiento bilateral, lo cual no fue posible en su mandato.

Fue un documento que se mantuvo en secreto hasta que en 2002, cuando él pidió a su biblioteca desclasificarlo, en ocasión de su primer viaje a Cuba, y lo trajo a nuestro país, aseguró la diplomática. Hasta ese entonces Carter había sido el único presidente estadounidense que expresó por escrito su voluntad de avanzar en un proceso que culminara en la “normalización” de las relaciones con Cuba.

Así consta en la directiva presidencial/NSC-6 donde se lee: “…he llegado a la conclusión de que deberíamos intentar lograr la normalización de nuestras relaciones con Cuba” y destaca que el “objetivo es poner en marcha un proceso que conduzca al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba…”.

Refiere el historiador Elier Ramírez Cañedo que, a diferencia de Obama, Carter lo hizo solo a unos meses de iniciado su mandato y en un contexto mucho menos favorable para dicho curso de acción que el que encontró Obama al llegar a la presidencia. Añade que en las conversaciones exploratorias, los Estados Unidos debían buscar la promoción de la lucha contra el terrorismo, derechos humanos, contener la intervención foránea de Cuba, compensación por las propiedades estadounidenses expropiadas y reducción de las relaciones (políticas y militares) de Cuba con la Unión Soviética.

Aunque quizás algunos sopesaron la posibilidad de normalizar las relaciones con Cuba, solo el presidente Barack Obama lo llevó a efecto, aunque con marcada ambigüedad. Aquella tenía apenas cuartilla y media, esta de ahora 15, en su traducción al español, y es sin dudas un paso significativo, una guía para conducir el proceso y un esfuerzo para asegurar la continuidad de la política iniciada el 17 de diciembre de 2014.

En su encuentro con los universitarios hace unos días, Josefina Vidal destacó varios aspectos positivos de la directiva presidencial, entre ellos, que nunca antes en un documento oficial de los EE. UU. fueron reconocidas la independencia, soberanía y autodeterminación de Cuba; ni tampoco la legitimidad del gobierno cubano, que esta directiva admite como un interlocutor válido, serio, legítimo y en plano de igualdad.

Asimismo, la disposición propone seguir desarrollando los vínculos con el gobierno cubano y la cooperación en áreas de interés mutuo. Y reitera algo que el presidente Obama ha dicho en otras ocasiones, que el bloqueo es obsoleto y debe ser levantado, e insta una vez más al Congreso de Estados Unidos a trabajar en esa dirección, porque ese cerco constituye un impedimento para avanzar en el logro de los intereses de esa nación, algo opuesto a lo que deben ser las relaciones normales entre dos países.

“Sin embargo, la directiva presidencial no oculta que el objetivo de la política de Washington es lograr el avance de los intereses de ese país en Cuba, que no son otros que promover cambios en el ordenamiento económico, político y social” —apuntó la diplomática, quien agregó que también refleja un interés muy marcado en el desarrollo del sector privado en Cuba y cuestiona profundamente el sistema político del que nos hemos dotado los cubanos.

En consonancia en el texto, se deja claro que seguirán utilizando viejos instrumentos de la política de hostilidad. Menciona, en particular, que continuarán las transmisiones ilegales de radio y televisión contra Cuba; que seguirán los programas que ellos llaman dirigidos a “promover la democracia” en Cuba, y que son programas de corte subversivo que proponen promover cambios en nuestro país.

En la ejecución de estos programas, el gobierno norteamericano mantiene la intensión de involucrar a una gama amplia de la sociedad cubana. Además, en la directiva se expresa claramente que Estados Unidos no tiene la intención de modificar el tratado que dio lugar a la ocupación de una porción del territorio cubano por la Base Naval en Guantánamo. Ante esta realidad vale preguntarse: ¿pueden existir relaciones respetuosas y cooperativas entre dos pueblos y gobiernos, como anunció Barak Obama, el 30 junio de 2015, en carta al presidente cubano?

Como explicara Josefina Vidal, a partir de esta directiva presidencial existen cambios en la política del gobierno norteamericano, desde del reconocimiento de que la anterior fracasó, pero no en el objetivo estratégico, y para lograr esos cambios deseados dentro de nuestro país recurren a viejos métodos combinados con otros nuevos, acordes con las nuevas relaciones bilaterales. Y eso ya lo hemos comprobado en los últimos meses.

Se trata, entonces de no desviarnos del rumbo trazado y del sistema social que hemos forjado libremente cubanos, a sabiendas de que, como nos enseñó José Martí: “A un plan obedece nuestro enemigo: el de enconarmos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos” y nuestra tarea es “enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo”. Así debe ser: “Plan contra plan. Sin plan de resistencia no se puede vencer un plan de ataque. El que arremete unido (…) ha de encontrar unido al que le quiera resistir”.


Compartir

Yuniel Labacena Romero


Deja tu comentario

Condición de protección de datos