jueves, 28 de marzo de 2024

Marta Abreu y Luis Estévez, un Amor Inolvidable

El 2 de enero de 1909 falleció en París Marta Abreu. A los 33 días del inesperado suceso, su esposo Luis Estévez puso fin a su vida de un disparo...

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 13/02/2017
10 comentarios
Marta Abreu
Marta Abreu fue la mujer cubana que más dinero aportó en la Guerra Necesaria.

Marta Abreu es la Benefactora de la ciudad de Santa Clara, donde se recuerda que en beneficio de los más pobres donó obras como el Teatro La Caridad, el sitio más emblemático de la cultura de la hoy llamada Ciudad de Marta y del Che.

Pero a Marta Abreu también la veneran por su patriotismo. Ese amor a Cuba que le hizo decir a Máximo Gómez que tan ilustre dama merecía el cargo de Generalísimo del Ejército Libertador que él ostentaba por su enorme contribución a la lucha por la independencia de su Patria.

Fue la mujer cubana que más dinero aportó en la Guerra Necesaria (1895-1898), y desde el exilio de París entregó más de 150 000 pesos a la causa independentista, bajo el pseudónimo de Ignacio Agramonte.

El historiador Manuel García Garófalo en Marta Abreu Arencibia y Luis Estévez Romero Estudio Biográfico, publicado en 1925, recoge una cita de la santaclareña que revela ese inmenso patriotismo: “Dejadme. Mi última peseta es para la Revolución. Y si hace falta más y se acaba el dinero, venderé mis propiedades, y si se acaban también, mis prendas irán a la casa de venta, y si todo eso fuera poco, nos iríamos nosotros a pedir limosnas para ello y viviríamos felices, porque lo haríamos por la libertad de Cuba”.

Su esposo, Luis Estévez Romero, le acompañó en todas estas encomiendas benéficas y revolucionarias. Hombre de profunda cultura e inteligencia fue un organizador innato. Si Marta dispuso de su enorme fortuna en función de los pobres de Santa Clara, el abogado matancero le imprimió su sello a cada una.

Minuciosamente llevó las cuentas y veló para que la calidad de los trabajos fuera óptima. A lo que unió una rigurosidad legal para que quedaran bien establecidas las normas que debían guiar el buen funcionamiento de los centros que se erigían en bien de la sociedad.

Durante el primer gobierno interventor (1899-1902) se desempeñó como Secretario de Justicia. Electo vicepresidente de la República de Cuba el 20 de mayo de 1902, renunció en 1905 por oponerse a la reelección de Tomás Estrada Palma.

Hoy, son muy pocos conocidos estos hechos, y aún más desconocido resulta el inmenso amor que los unió en vida, los obstáculos que venció Marta para que su familia le permitiera casarse con un hombre de menor caudal económico y más joven que ella, así como el acto sublime de Luis Estévez ante la pérdida física de su amada.

Son hechos que valen recordar en el Día del Amor y la Amistad.

NOVIAZGO Y MATRIMONIO

Marta de los Ángeles Abreu Arencibia nació en Santa Clara el 13 de noviembre de 1845 y fue bautizada en su ciudad natal el 2 de enero del siguiente año. De cuna muy rica, sus contemporáneos la describen como una mujer de recia personalidad y bellos ojos verdes que le daban un conjunto de hermosura a su persona.

En 1869 su familia se traslada a La Habana. Por esos días, Luis Gonzaga Irene Estévez y Romero, nacido en Matanzas el 20 de octubre de 1849 en el seno de una familia que sin ser pobre no pertenecía a la rancia burguesía cubana, estudiaba Derecho en la Universidad de La Habana, de la cual se graduó en 1873.

Sus biógrafos cuentan que el joven estudiante se fue a vivir a una casa cercana a las calles Prado y Trocadero, donde residía la familia de Marta Abreu. Su diario circular por estas arterias hizo que ambos jóvenes se conocieran y de esta amistad floreció un bello romance que perduraría hasta la muerte.

Nada fácil resultó el noviazgo de Marta y Luis. Los padres de ella se oponían dada la desigualdad económica entre ambas familias y por ser él cuatro años menor. Para impedir la relación enviaron a la hija para Santa Clara, a la casa de su tío Eduardo González Abreu. Sin embargo, el amor pudo más que los convencionalismos.

Hasta Santa Clara fue Luis Estévez tras la amada. Insistió y persistió hasta que finalmente logró el consentimiento del tío para unirse en matrimonio con Marta. La boda se efectuó el 6 de mayo de 1874, a pesar de que los padres de la novia no asistieron.

Para demostrar a sus suegros que no le interesaba la riqueza de ellos, Luis se llevó a Marta a vivir con él. De 1872 es una foto que le dedicara a quien fuera el único amor de su vida. Al dorso, puede leerse: “A mi eternamente adorada marta, el ángel de mi dicha, la dueña exclusiva de mi vida, mi bello ideal. Su futuro esposo, Luis. Junio del 1872”.

De esta unión nació, en 1875, Pedro Nolasco Julio Zenón Estévez Abreu, quien vino a reconciliar la familia. Luego tuvieron una niña, Cecilia, quien falleció meses después y fue sepultada en el cementerio de Colón.

La pareja y su hijo vivieron muchos de estos años en Santa Clara, donde Marta desarrolló su obra de beneficencia, con el apoyo incondicional de Luis. El Ayuntamiento de Santa Clara lo nombró el 15 de septiembre de 1885 Hijo Adoptivo. Nueve años después, el 4 de abril de 1894, el propio gobierno de la ciudad decidió cambiar el nombre de la calle de San Juan por el de Luis Estévez, que aún conserva.

En febrero de 1895, Marta Abreu de Estévez recibió enormes muestras del cariño de los santaclareños al dejar inaugurada la primera planta eléctrica de la ciudad, otra de sus obras benéficas, y en la misma fecha rechazó el título nobiliario de Condesa de Villaclara que se le quiso conferir por las autoridades españolas.

Por la simpatía de ambos a la causa independentista que había estallado el 24 de febrero de 1895, el matrimonio marchó a París, desde donde desarrolló una amplia labor a favor de su Patria. En 1898, tras una breve estancia en Estados Unidos, regresan a Cuba. Luis Estévez ocupa cargos en el primer gobierno interventor, y luego, a propuesta del generalísimo Máximo Gómez, se desempeña como Vicepresidente de la República entre 1902-1905. 

MUERTE DE MARTA Y SUICIDIO DE LUIS

El 2 de enero de 1909 falleció en París Marta Abreu de Estévez a consecuencia de complicaciones derivadas de una operación de apendicitis. Tenía 63 años cumplidos. Fue enterrada de manera provisional en la tumba de su cuñado Joseph Grancher, en el cementerio de Montmartre.

Lo inesperado de la muerte dejó devastado a Luis Estévez. Cuentan que a partir de entonces vivió recluido en la casa y solo hacía una salida al día. El resto del tiempo se mostraba taciturno y callado, con la tristeza del alma reflejada en el rostro.

En la biografía Marta Abreu: una mujer comprendida, de Pánfilo D. Camacho, se narran esos días oscuros en la vida de Luis Estévez: “Todos los días, sin embargo, se ve salir a Don Luis a la misma hora. Al cabo de algún tiempo regresa lleno de pesadumbre y se recoge en su habitación. Pronto se averigua que diariamente el coche que toma lo lleva hasta el Cementerio de Montmartre. El viejo cochero, testigo de las sucesivas escenas de dolor a que asiste, dice que su asiduo cliente llora largos sollozos sobre las flores que deposita en el mausoleo en cada visita que hace”.

Para quien ha perdido la brújula y motor de su vida, el dolor le resulta insoportable. El 4 de febrero de 1909, al regreso de uno de esos viajes habituales a la tumba de su idolatrada esposa, se encierra en su despacho y, con un disparo de revólver, puso fin a su existencia.

Al siguiente día es enterrado junto al amor de su vida. Luego, su hijo trasladaría los restos de ambos a una tumba que mandó expresamente a construir en la entrada del viejo cementerio parisino. En la lápida puso el apellido Estévez.

El 20 de febrero de 1920, los despojos mortales de los amantísimos esposos llegaron a Cuba a bordo del vapor Flandres. Desde entonces, ambos descansan en la tumba de la familia Abreu Arencibia, de la Necrópolis de Colón.

Como bien afirma Pánfilo D. Camacho, el biógrafo citado: “(…) Marta tuvo la rara suerte que muy pocas mujeres alcanzan de ser comprendida y amada fervientemente por un hombre que hasta llegó a renunciar al resto de su vida cuando le faltó la presencia de la esposa que idolatraba y por los hijos de su villa natal sobre quienes había derramado a torrentes su bondad y su riqueza”.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy

Se han publicado 10 comentarios


dana
 17/12/17 13:13

ES LA VENERABLE , MARTA ABREU , SU NOMBRE RETUMBA EN LA HISTORIA DE CUBA , LA RELACION DE SU HIJO CON CATALINA LASA DESTROZO PARTE DE SU VIDA , PERO AUN ASI SIGUIO ADELANTE ERA UNA MUJER DE MUCHO TEMPLE.

Maria Amelia Löpez Izquierdo
 17/2/17 11:50

Linda y triste historia de amor, gracias por publicar sobre la pareja Estévez Abreu

César
 15/2/17 20:35

Muchas gracias por lo publicado sobre la pareja Estévez Abreu que siempre me han interesado pero poco sabía de tan importantes personajes cubanos.

Más me gustaría seguir conociendo de ellos.

¿Dónde vivieron en La Habana? ya que menciona a Prado y Trocadero donde hay cuatro esquinas.

Así mismo me interesa conocer sobre Rosalía; es que yo participé en el acondicionamiento de la antigua casa de Rosalía conocida como la "casa de los monos", cuando la misma se convirtió en un centro social para trabajadores y que lamentablemente duró poco perdiéndose el trabajo, el mobiliario y demás elementos que se emplearon en la misma.

Le reitero mi agradecimiento y lo felicito por su interés en la historia de Cuba.

 

 

Narciso
 26/2/17 14:02

Disculpe la demora en responderle. Primero, gracias por su comentario y las felicitacione que me envía. Con relación a Rosalía, la hermana de Marta, y la llamada Finca de los Monos, le copio fragmentos de la interesante historia y le sugiero, si le resulta posible, visitar la dirección que copio a continuación, que da detalles pormenorizados de la interesante historia e incluye fotos: https://www.facebook.com/CubaEnLaMemoria/posts/1004555512889819:0

En resumen:Rosalía Abreu y Arencibia, nació en Santa Clara el 15 de enero de 1862. Curso estudios en los Estados Unidos y el 23 de julio de 1883 se casó en Francia con el médico cubano Domingo Sánchez Toledo. En 1899 Rosalía regresó a Cuba y se instaló en la Quinta “Las Delicias”, una propiedad que había heredado de sus padres en la barriada habanera de Palatino, donde ofrecía fiestas domingueras animadas por poetas y cantantes más famosos de La Habana.

La quinta “Las Delicias”, ubicada en Santa Catalina y Palatino, había sido adquirida por su padre, Don Pedro Abreu, fundador de la fortuna familiar, cuando se estableció en La Habana. Pero en abril de 1901 la residencia fue destruida por un fuego.

La inauguración de la nueva “Las Delicias” fue el 3 de mayo de 1906 con una suntuosa recepción ampliamente destacada por toda la prensa de La Habana. En la revista “El Fígaro” y firmada por “Conde Kostia”, seudónimo del escritor Aniceto Valdivia, aparecía la siguiente crónica:

“..Un verdadero palacio de hadas con una decoración de las mil y una noches. Porque la fiesta era de noche, decorado de un cielo que parecía oriental, cuajado de estrellas y en las que ligeras redes de nubes arrastraban fluidamente sus velas vaporosas como gasas de Schehererade. Al entrar en los dominios se abre un vasto parque señorial a la manera inglesa, con jardines, selvas...Cree uno entrar en el país del ensueño…”

La nueva residencia estaba situada en el mismo centro de un vasto parque, un bosque rodeaba el castillo donde se podían admirar a papagayos, pavos reales, aves exóticas, ciervos e incluso un pequeño elefante llamado “Jumbito”. En jaulas reforzadas estaban un tigre y un oso pardo y en un pequeño lago un cocodrilo.

Pero la especie animal que destacaba en sus enormes jaulas, eran las diferentes clases de monos. Era el primer zoológico en Cuba que reunía aves, mamíferos y reptiles, casi todos traídos de Asia y África y atendidos personalmente por Doña Rosalía, auxiliada por una veintena de criados y jornaleros.

Fue la reserva de monos cautivos más grande del mundo. Rosalía había incrementado su colonia de primates con ejemplares que trajo de diferentes latitudes. Con su observación notó rasgos de inteligencia en algunos chimpancés y con paciencia y dedicación logró que realizaran algunas actividades.. Los acostumbró a llevar ropas, comer con cubiertos y beber en vasos. Estos progresos la animaron a pedir algunas recomendaciones científicas a la “Universidad de Yale”, donde estudiaba su hijo Jean, al “Zoológico de Nueva York” y a otras instituciones francesas y alemanas dedicadas al estudio de los monos.

La “Universidad de Yale” y la “Carnegie Institution” de Washington D.C. enviaron al profesor de psicobiología Dr. Robert M. Yerkes con un grupo de especialistas con el propósito de que Doña Rosalía los asesorara para la construcción de instalaciones similares en los Estados Unidos. Durante varias semanas recogieron sus experiencias anotando todas sus indicaciones.

A su regreso Yerkes, impresionado por el trabajo realizado por Rosalía, escribió el libro “Almost human” (Casi humanos) enfatizando que sin dudas eran “los experimentos antropológicos más grandes que jamás se habían realizado”. Posteriormente Yerkes fundó el laboratorio de biología de primates de la “Universidad de Yale” en New Haven y la “Estación de cría y experimentación de antropoides” en Orange Park, Florida, también basados en los estudios y las practicas realizadas por más de veinte años por Rosalía.

Por considerarlos de alto valor, en 1928 la Compañía cinematográfica “Pathe” filmó un documental de la colonia de monos de Rosalía bajo la supervisión de F.H. Hulse del “Departamento de antropología de la Universidad de Harward”, la cual forma parte de la importante colección de películas educativas y de investigación de la citada institución.

La “finca de los monos”, es el nombre que alude a la colección de estos animales que poseía Doña Rosalía Abreu, donde los simios eran tratados como personas, lo que generó muchas leyendas, historias, misterios y hasta burlas tejidas en torno a la benefactora y sus primates, llegando incluso a acusarla de tener relaciones sexuales con uno de sus gorilas predilectos, comentarios de mal gusto e irrespeto a lo que se prestó hasta el “Diario de la Marina”.

Lo cierto es que estos animales, en un principio mascotas de Doña Rosalía, se convirtieron, durante treinta años, en objetos de estudios científicos. Tres generaciones de monos habitaron en la finca de Palatino, donde fueron visitados en muchas ocasiones por especialistas cubanos y extranjeros.

Al morir, su famosa colonia se fraccionó y desapareció. Quedó olvidado su deseo de construir un zoológico en Rancho Boyeros donde estarían sus monos y los otros animales. Sus herederos decidieron donar la mayor parte de la colonia de simios al “Yerkes Regional Primate Research Center” en la Florida y al resto los vendieron a zoológicos y circos.

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Lester Fernández Pérez
 15/2/17 9:55

De nuevo me encontré envuelto por la prosa tuya papi, magnífico testimonio del gran amor de Marta y Luis,bella historia narradada especialmente para la fecha, te felicito nuevamente y estoy muy orgulloso de ti.

Esperanza Bulguera
 14/2/17 10:42

Bella y triste historia, ojalá el amor en estos tiempos fuera así, no existiría la traición ni la violencia entre las parejas, es tan hermoso conocer estas historias, deberían contar todos los días estas historias, aunque fueran leyendas porque esto enaltece el alma y así psicológicamente fueramos más tiernos con nuestros seres queridos.

Narciso
 14/2/17 11:41

Cierto lo que usted dice. La vida sería más hermosa y llevadera si exisitieran amores como ese de Marta Abreu y Luis Estévez, que nos endulzan el alma. Pero en nuestros días también se dan esas bellas historias, pues el amor es un sentimiento eterno que nunca muere. Confie en eso. Y gracias por comentar el trabajo. 

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Marta
 14/2/17 8:37

Hermosa historia de una estraordinaria mujer con un gran amor.

Marta
 14/2/17 10:54

extraordinaria se me fue el dedo para otra tecla, que horror

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Narciso
 14/2/17 11:45

Sin duda Marta Abreu fue una mujer extraordinaria, como bien usted escribe. Tan extraordinaria como única. En Santa Clara se honra y venera su memoria y la ciudad se siente orgullosa de llevar su nombre junto al del Che. Tuvo Marta la dicha de tener un compañero que la idolatró en vida y le siguió a la muerte, desconsolado por su pérdida física. Luis Estévez vivió y murió para y por ella. Gracias por comentar acerca del trabajo.

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