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sábado, 5 de octubre de 2024

Calcar no, aprender: eso exige Víctor Mesa

El manager Víctor Mesa no quiere ponerles apellidos Suzuki, Matsui, Watanabe, Nomo o Sugiera a Rusney, Yulieski, Yasmani, Freddy Asiel o Vladimir, aspira a que Cuba juegue con la precisión, inteligencia, solidez y oportunidad de que hacen galas las selecciones japonesas...

Rafael Arzuaga Junco en Exclusivo 20/10/2012
5 comentarios
Cuba Rojo Vs. Cuba Azul - Segundo Partido
Segundo encuentro de preparación entre los equipos Cuba Rojo y Cuba Azul.

Entre la tristeza y la esperanza. Más cerca del desconsuelo que de la ilusión. Por esos lindes se mueve hace mucho la afición de la pelota aquí, aturdida por los últimos resultados internacionales y deseosa como está de volver a ver a sus peloteros, a su selección nacional al lado —o arriba, nunca debajo— de los mejores equipos y jugadores del mundo.

Y ahora, esa especie de limbo se le vuelve más endeble.

Es que creció la brecha entre la aflicción y la aspiración. Creció en el Latinoamericano, por radio y televisión.

Se agrandó en estas dos jornadas iniciales de la serie de seis partidos de confrontación, entre 41 aspirantes a integrar la nómina cubana que hará un periplo de preparación por Taipei de China y Japón, como parte de la preparación camino al III Clásico Mundial de Béisbol.

Se percibieron, sí, cambios en la dinámica de la actual preselección respecto a los equipos nacionales de los últimos años, pero no las transformaciones que arman sueños y forjan expectativas. Lo cual, si bien se anhela con fuerza, es imposible casi. ¿Cómo puede esperase que se obren milagros, de la noche al día, en un grupo a medio camino entre la madurez y la impericia, y que prácticamente acaba de estrenar dirección?

De ayer a hoy no se derruban molinos. Por muy observador y exigente que sea el manager Víctor Mesa, por mucha sapiencia y experiencia que tenga el director técnico Jorge Fuentes, ni uno es el Ingenioso Hidalgo, ni el otro su escudero, aunque la pelota nuestra necesita, esto creo yo, una sanchonización del Quijote y una quijotización de Sancho al mismo tiempo, como ocurre a lo largo de la obra de Cervantes.

Esto es, a la vez que proponerse y aplicar una corrección categórica desde la raíz de la pelota cubana, mirar al resto de los pesos pesados del béisbol en el mundo y, sin perder identidad, naturaleza e historia, sin renunciar a nuestro modo de entender y jugar este deporte, dotar a la selección nacional de Cuba con las mejores y más asequibles de las virtudes que se adviertan.

Mas, según percibo, también se ha vuelto más pantanoso el suelo que pisa la afición, porque no acaba de saber al dedillo los criterios y estrategias de la Federación Cubana de Béisbol para cambiarle la cara a la pelota en todas las categorías —sobre todo a la Serie Nacional y el equipo Cuba. Se ha vuelto así, porque el verbo y las acciones federativas les han parecido huellas en tierras cenagosas.

Pervive este contexto —grosso modo explicado, léase bien— y truena un debate acerca de la última declaración de Víctor Mesa, para algunos la certificación de la apuesta del técnico y para otros muchos todo lo contrario, la ilegitimación de nuestra manera de entender este juego tan serio para nosotros.

Vamos a hacer lo mismo que ellos hacen… Vamos a volvernos japoneses. Mas o menos estas frases resumen lo que dijo el controvertido técnico, en tanto reconoció que no hay lugar para comparaciones entre los dos países. Eso dijo, no más, y enseguida estalló la polémica, innecesaria creo yo.

Sin ánimo de oficiar como intérprete, con tan solo su modo de dirigir en los clásicos domésticos como juicio previo, aseguro que Víctor no quiere ponerles los apellidos Suzuki, Matsui, Watanabe, Nomo o Sugiura a Rusney, Yulieski, Yasmani, Freddy Asiel o Vladimir.

Él no aspira a que Cuba juegue el béisbol como lo hace Japón. No ahora, en 2012, más de 25 años después de que los nipones se miraron en el que fueron los cubanos y quisieron parecérsele (a ellos y a otros de América).

No, no se pueden interpretar literalmente las palabras del piloto antillano.

Quiere Víctor, esto sí, que la novena cubana juegue con la precisión, inteligencia, confiabilidad, solidez y oportunidad de que hacen gala los asiáticos (cada vez avanza más, también, el juego de Corea del Sur).

Quiere, me parece, y es lícito el intento, que sus palabras resulten un envión anímico, un reto público para sus pupilos que, entre otras espinas, tienen clavadas las tres derrotas ante Japón en los clásicos mundiales, la primera en la final de la primera edición, las otras dos, por lechadas, en la segunda.

El otrora jardinero central de los equipos Cuba, la Explosión Naranja, como lo bautizaron, es uno de los íconos de la más dominante etapa de la pelota cubana, heredero de selecciones de estirpe en suelo patrio y allende los mares, y guía de las generaciones, también triunfadoras, que vinieron después.

Tiene en su cabeza, en su corazón, las “cuatro letras”, y sabe lo que significa ponerse los zapatos del team Cuba. Cualquier pretensión dispar de ser CUBA, así en mayúsculas, en la pelota, es creerse pequeño, es subvalorarse, es darle la espalda a todo lo que hemos sido entre bolas y strikes, es pedir auxilio teniendo fuerzas para salvarnos nosotros mismos, es hundir en el lodo los jugadores, las historias, los oros, las leyendas de nuestra pelota en este archipiélago y en cuando diamante pusieron y ponen los pies los peloteros cubanos.

Víctor Mesa, la verdad, no se subvalora nunca. No lo hizo con Matanzas, señores, un equipo peor que mediocre hasta su llegada. No lo hizo en aquel memorable juego en el que, contra una de las mejores versiones del Omar Ajete de un Pinar del Río grande, le desapareció dos pelotas al zurdo en una noche, una por cada extremo, para atronar el dominio de “su” Villa Clara por aquellos especiales años de la década del 90 del siglo XX.

Es esto (tener de referencia el espíritu nipón) y no lo otro (calcar el modo japonés de ejecutar el juego). Para crecer, ello es valedero por donde se le mire.

Si quisiera “volver japoneses” a los peloteros cubanos, bien mal (peor) anda la pelota cubana. Y habría que convocar a un plebiscito nacional para desaprobar, o no, su puesto al frente del team Cuba, que es la selección nacional, NUESTRA selección, expresión ilustrativa, lo sabemos, del estado actual de la pelota cubana, pero también, y no es menos importante, de cómo los cubanos sentimos y queremos jugar el béisbol.

No, Víctor Mesa no quiere ni por asomo que Cuba sea Japón. Quiere, y eso es lícito, que ahora los cubanos se vean en el recio y práctico espejo japonés, y salgan a la grama a mostrar la gracia, el donaire, la plasticidad, todas las virtudes que tiene en su ADN, desde siempre, la pelota cubana.

Así leo yo sus declaraciones. Pensé en que quiere que los lanzadores cubanos coloquen su repertorio con precisión; en que aspira a que los bateadores aprovechen mejor cada oportunidad ofensiva; en que la defensa sea certera; en que todo el equipo, en el diamante y la banca, esté concentrado ciento por ciento en el juego.

Sí, así, como los japoneses y otros muchos otros peloteros de distintas naciones. Solo que en este minuto la referencia debe ser Japón porque, como ya se sabe, es el ganador de los dos clásicos mundiales y, encima, acumula ya una marca de 3-0 contra las selecciones cubanas.

Así, pero con la picardía cubana, con la sazón cubana, con el orgullo cubano, con todo lo que aportó, aporta y puede aportar aún la pelota cubana, a pesar de sus pesares.

No hay polémica posible. Víctor Mesa quiere para el equipo Cuba un salto a donde ya estuvo, a base de actitud, categoría, autoridad, esfuerzo, confianza, buenas maneras… Ni más ni menos que lo que queremos todos, porque no nos alcanza con ser aspirantes, con ser contendientes, con una mención entre los grandes, y ambicionamos, siempre, todos los oros.


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Rafael Arzuaga Junco

Se han publicado 5 comentarios


KENIA
 22/1/13 13:48

Victor, el màs indiciplinado de todos los jugadores de su tiempo, habla ahora de diciplina, escogiò a jòvenes en la nòmina del clàsico, pues son màs dominables y el le gusta sentirse al mando, Pestano nunca le tolerò sus payasadas y ahora lo catigan por eso, ademas serìa un mal ejemplo para el resto de los jugadores que en su mayrìa y por temor a no quedarse fuera de la nòmina bajan la cabeza aptitud que el el propio Victor rechazò en su època de jugador activo. un foristas dijo algo de quijote y Sancho, Jorge fuentes es el Quijote, menos escandoloso pero certero, el bufòn Sancho es Victor, el que se roba el espectaculo con sus groserìas. mi dedo pulgar mirarìa siempre hacia abajo, en su inclusiòn como manager del equipo CUBA, esas cuatros letras hay que representarlas en toda su dimensiòn, el indiciplinado por excelencia de Victor no lo merece,.

Amaury
 25/10/12 9:35

Mercy está claro que sabes poco de pelota. Eso que televisaron son juegos de ENTRENAMIENTO de la preselección nacional cubana. Sirven para entrenar, practicar jugadas, evaluar actitudes ante situaciones, probar peloteros y variantes tacticas, etcétera, etcétera, etc...

Alejandro
 20/10/12 19:09

Víctor Mesa asusta con lo que dice, y como mismo lo dice lo hace. Hay que cruzar los dedos, si el es prudente ni estas palabras las hubiera dicho.

Mercy
 20/10/12 18:31

Yo sé poco de pelota, pero le pregunto al autor qué espectáculo es ese que están televisando? Cuba A y Cuba B, con un estadio totalmente vacío y un juego sin gracia? para qué sirve?

Jorgito
 20/10/12 18:29

Buenísimo este comentario de Arzuaga. Es que todo lo que diga Víctor se toma al pie de la letra. Ojalá cumpla con el gran reto que tiene por delante y no lo "quemen".

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