sábado, 4 de mayo de 2024

Rusia y Ucrania: Quien busca…encuentra

El referendo en zonas independentistas del Este ucraniano plantea un serio cambio de escenario...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 01/10/2022
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Referendo Rusia
Buena parte del Este ucraniano se integra a Rusia por voluntad mayoritaria de sus ciuda-danos agredidos por Kiev bajo instrucciones gringo-otanistas

La guerra impuesta por Washington y sus socios de la OTAN a Rusia a través de Ucrania, promete la configuración de un nuevo y complicado contexto luego que las autoridades de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, así como de las provincias de Jersón y Zaporiyia, decidieran la realización de referendos sobre su incorporación oficial al gigante euroasiático.

Para los cuatro aludidos resultaba una urgencia ante la probada intención hegemonista de prolongar su destructiva injerencia militar en aquellas regiones, que data de al menos ocho años atrás, en el interés de debilitar a Rusia que, junto a China, constituyen los dos más formidables oponentes mundiales a las vigentes ambiciones expansionistas de los Estados Unidos.

Y la simple lógica indica que no podía ser de otra forma, como cuando usted como ser humano es zaherido, golpeado, maltratado, y repudiado por aquellos con quienes comparte un mismo techo, y decide finalmente acogerse a otro colectivo de consanguíneos donde posee todas las garantías de seguridad y respeto.

En pocas palabras, son poblaciones enteras que ya no tenían nada que esperar de la situación que viene de antaño, como no sea la vejación y la muerte, a menos que decidiesen romper lazos y abrirse una nueva vida.

Eso por una parte. De la otra, la aprobación de la incorporación de esas zonas a Rusia, y la determinación de Moscú de cumplir con la voluntad de los votantes, implica un movimiento muy serio en el tablero estratégico y táctico hoy sobre la mesa.

Ya ni Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia serían ucranias por determinación mayoritaria de sus habitantes, sino parte institucional de Rusia, y por tanto la guerra contra ellas no podrá seguir justificándose como un conflicto interno. De hecho pasaría a convertirse en ataque al territorio ruso, y en consecuencia los niveles de respuesta en defensa de la integridad y la seguridad locales se supone tendrán necesariamente otra envergadura. Los actores ucranianos en la agresión deberán asumir pues un muro mucho más alto y escabroso frente a sus incursiones armadas.

Por demás, aquellos que como Washington y la OTAN hacen zafra enviando armas a Ucrania e incitando y planificando los golpes tácticos de Kiev contra las “regiones rebeldes”, enfrentarán el mismo dilema. Y es que de la noche a la mañana  los ataques ya no serán contra áreas pendientes de definiciones políticas o legales, sino contra la propia Federación Rusa, y está claro, por lo que el Kremlin ha dicho al respecto más de una vez, que entonces la confrontación derivaría hacia otro curso.

No es por gusto que Rusia haya decretado con antelación una movilización adicional de fuerzas militares para reforzar la seguridad y defensa nacional y la de nuevos espacios, y que Vladímir Putin haya advertido de antemano que de ser necesario se recurrirá a todos los medios bélicos necesarios para salvaguardar al país en su totalidad.

De ahí que no resulte inocente ni pura la campaña de tergiversación mediática que, a partir de una alarma nada oculta, despliegan Washington y sus alabarderos contra la ampliación de la geografía rusa hacia el Oeste en las actuales condiciones.

Las palabras tan disfrazadas por los Estados Unidos en su tamizada historia expansionista como “anexión, despojo y ultraje” fluyen ahora contra Rusia, y la voluntad de “desconocer” la decisión de los ciudadanos del Este ucraniano se anuncia a gritos desde los podios occidentales.

Habría que preguntarle a los pobladores originarios, los mexicanos, puertorriqueños, hawaianos, o a aquellos de los muchos pueblos masacrados, desplazados forzosamente y apaleados directamente por USA  a través de largas centurias, qué hubiesen hecho en su hora de haber contado con la posibilidad de integrarse con paisanos considerados, solidarios y respetuosos para poner freno a lo que les cayó encima.

En fin, parafraseando a nuestros abuelos, el horno en el Este europeo no está justamente para pastelitos…y a esperar por lo que viene.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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