viernes, 19 de abril de 2024

Las fichas del juego entre el Congreso y Obama

Los norteamericanos asisten a los “dos años más tensos” de los ocho que deberá cumplir Obama al frente de la primera potencia capitalista...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 18/01/2015
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En efecto, y uno de los primeros blancos de la desbordante bancada republicana en el Congreso norteamericano han sido las medidas de corte migratorio anunciadas semanas atrás por el presidente Barack Obama en un intento de, al menos, rozar un problema que se comprometió a solucionar del todo durante la campaña publicitaria para su primer mandato.

Según se conoció, la Cámara de Representantes dio curso a una iniciativa que intenta bloquear el citado programa dado a conocer por el presidente, y que fue incluida en el análisis del proyecto de gastos del Departamento de Seguridad de los Estados Unidos.

Se trata en concreto de intentar vetar las posibles erogaciones que implicaría poner en marcha las facilidades que se supone daría Washington a una parte de los once millones de inmigrantes indocumentados existentes en el país, de manera que legalicen su actual situación.

Al estar incluida la enmienda en el presupuesto destinado al organismo nacional que vela por la intangibilidad de las fronteras norteamericanas, entre otras tareas de seguridad, dilatar las discusiones entre ejecutivo y legislativo sobre el tema afectaría de seguro el trabajo de esa entidad.

Y si bien esa parece ser una de las claves de los promotores de la revisión, ya se supo que la Oficina Oval anulará legalmente todo intento de boicotear la implementación de sus reformas migratorias, lo que augura momentos candentes con relación al asunto de marras.

En consecuencia, los norteamericanos empiezan a asistir a lo que algunos analistas ya definen como los “dos años más tensos” de los ocho que deberá cumplir Obama al frente de la primera potencia capitalista, y que de seguro traerán nuevas discusiones y enfrentamientos ante el encono de los sectores más conservadores del Partido Republicano con relación a la gestión del presidente.

De hecho, asuntos como una posible relajación del bloqueo y de la política agresiva de Washington contra Cuba, también anunciada y en proceso de implementación, ya han recibido duras críticas de algunos personajes de la línea dura, y a no dudarlo serán pretextos para nuevos vetos y contramedidas entre los oponentes.

Según algunos analistas, lo que se prevé para los próximos veinticuatro meses de gobierno demócrata no es más que una puja bilateral en la cual la Casa Blanca y el Congreso se verán sometidos a agrias disputas ligadas a la constitucionalidad o no de sus manejos políticos.

De manera que en esta lucha saldrá vencedor quien logre demostrar primero que su oponente está violando las leyes y la Carta Magna a partir de su ejecutoria.

El sustento estratégico, lógicamente se ubica en el interés republicano de ganar la Oficina Oval en las próximas elecciones generales, luego de hacerse del control del legislativo en los pasados comicios parciales, mientras que para el Partido Demócrata se trata de fortalecer la imagen del presidente y con ella la de toda su agrupación, de manera de hacer más factible la posibilidad de añadirse cuatro años más al frente de la primera magistratura.

Observadores también precisan que, a menos que se produzcan cambios inesperados, y a pesar del elevado tono de agresividad de algunos de los voceros y figuras republicanos, lo cierto es que ese partido no se muestra homogéneo en cuanto a una ofensiva total contra la Casa Blanca.

En consecuencia, de la misma manera que algunos legisladores y funcionarios se explayan en ataques contra Barack Obama y sus pretendidas “proyecciones absolutistas y anticonstitucionales”, otras figuras conservadoras tienden a estimular el diálogo y hasta reconocen la validez de algunos de los pronunciamientos y anuncios del presidente.

Es el caso del tema Cuba, por ejemplo, con respecto al cual sectores republicanos moderados han admitido, junto a la Casa Blanca, la invalidez de mantener una política de enfrentamiento frontal con La Habana, línea que hasta hoy —así lo han dicho también— ha resultado totalmente ineficaz en la pretensión de imponer “cambios” al interior de la Isla.

Incluso, no son pocos los políticos republicanos que saludan una posible remoción de aspectos del bloqueo económico a la Mayor de las Antillas, de manera que sus estados y regiones puedan comerciar libremente con el vecino país y que sus ciudadanos puedan viajar libremente a un atractivo destino geográficamente inmediato.

No obstante, todas estas consideraciones aparecen por el momento como fichas de un acalorado juego donde es evidente que los apostadores sentados a la mesa tendrán la última palabra, a partir de su capacidad de maniobra y de la efectividad de los golpes y contragolpes que seguramente deberán propinarse en una partida que tiene como última frontera las urnas electorales para los comicios presidenciales de 2016.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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