viernes, 29 de marzo de 2024

Y tú ¿qué haces el 31?

Aunque algunos consideran que es un día más en el almanaque, para muchos es el momento de recapitular, planificar, desear buenas cosas y hacer cualquier ritual con el fin de apuntalar sus esperanzas…

Leticia Martínez Hernández en Exclusivo 31/12/2013
9 comentarios
habana fuegos artificiales
La Habana celebrando el fin de año.

Debía escribir una crónica sobre el 31 de diciembre, justo sobre este punto en el reloj donde pasamos de un año a otro sin siquiera pestañar; de ese instante en el que por nuestro pensamiento pasa de un tiro todo lo hecho en los últimos doce meses e imaginamos, siempre con cara esperanzada, lo que vendrá a partir del primer segundo del 2014, como si de un plumazo o borrón y cuenta nueva se tratara.

Pero como las catarsis colectivas me parece más interesante que el monólogo de mis experiencias de fin de año, bastante aburridas casi siempre, decidí colgar en mi muro de Facebook la siguiente pregunta y comentario: “¿Qué haces tú a las doce de la noche del 31 de diciembre? Pónganse serios y respóndame con madurez que estoy haciendo una investigación”. Entonces vino el aluvión de confesiones.

Y confirmando aquello de que el mundo virtual hace que la gente se desdoble, he encontrado todo tipo de respuestas, algunas desternillantes; otras inmensamente tristes que hablan de personas ausentes, de la sensación de soledad que pone el mar de por medio; pero la mayoría llena de esa gozadera perenne de los que habitan esta Isla, de aquellos que puede que no tengan una sidra a mano para brindar pero no dejan de abrazar a los suyos cuando el año se va. Aquí les comparto lo que mucha gente dejó en mi muro…

Dice Ana Margarita: “A esa hora me pongo un poco melancólica pensando en las personas que quiero mucho y que no están a mi lado, porque comparten con otras familias. Me gustaría que fuera como cuando era niña, que siempre estaban todos… en casa, tiramos un poco de agua, pero este año está un poco complicado porque el motor se rompió, así que si no lo arreglan tiraremos refresco, vino, cerveza…”

“Mi vecina de arriba —cuenta Naislet Rojas, periodista de Telecubanacán— toca una campanita. Desde que tengo uso de razón oigo la misma campana, dice que la usa para alejar los malos espíritus. También meto papelitos de lo que no quiero en el próximo año dentro de un muñeco que quemamos acá en el barrio”.

Desde “la refinada y culta” España, el poeta José Tadeo Tápanes se confiesa: “Nos comemos 12 uvas, algunos como mi hija prefieren comerse 12 aceitunas rellenas con anchoas. Luego, besos, abrazos, felicitaciones, copas de champán y salimos a los balcones a saludar a los vecinos, cosa que sólo hacemos una vez al año. Luego, cuando nos vamos para nuestra casa, empieza el folklore. Coco roto contra el piso para ver cómo viene el año, agua tirada para la calle si los babalaos dijeron que se podía y luego esperar a que sean las 6 de la mañana aquí para llamar a Cuba”.

Hay quien no lanzará agua por viejos traumas, como María Elena Álvarez: “Yo viviré en Guanabacoa, pero no me dedico a tirar agua. Debe ser un trauma de la Lenin, porque cuando estábamos en 12 grado, al final del curso tiramos agua, que eso se estilaba, al menos entonces, y le cayó encima a la directora de la unidad y al subdirector que pasaban. Los ensopamos y ya sabes que nos metimos debajo de la litera”.

“Yo abrazo a los míos, comprometo más amor, pienso en Fidel y en los Cinco”, escribe Kenia Serrano, la Presidenta del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Mientras Angélica Paredes, periodista de radio, a quien este año una sorpresiva enfermedad le impuso una dura prueba comenta que “después del beso a mi pequeño hijo y a las personas que amo, daré gracias a la vida porque después de un año duro, aquí estoy de pie, con la misma sonrisa”. Milena Recio dice que besará, Randy García que extrañará.

Otros no lo toman con tanta seriedad y como Pedro González publican sin mucha bulla que las doce del 31 de diciembre es para “dormir y callar”. En tanto, Maikel Sánchez me envía este mensaje: “Lety, quisiera contribuir a tu investigación, pero el problema es que a las doce estoy un poquito mareado y al otro día no me acuerdo lo que hice”.

Desde la distancia de noventa millas escribe Yoandy Castaneda: “Si la investigación incluye a quienes sufrimos la nostalgia en el exilio, te diré que muy a pesar de la abundancia y cientos de menú donde escoger, el glamur o las opciones etílicas, las uvas y las escaramuzas de la distancia, siempre lo primero es el recuerdo, tratar de mantener las tradiciones familiares, rasgar una tarjeta de servicio telefónico y por sobre todo, repasar, mentalmente, esos instantes del pasado que nos arrancan las lágrimas y prometen multiplicarse en el futuro”.

Otros me hablan de la lista que hacen en secreto con los retos para el año nuevo, de la moneda que entierran para la buena fortuna, de la maleta que arrastran por toda la manzana para que les llegue el añorado viaje, del tabaco que encienden para recordar a Cuba, de los “encabronamientos” con ETECSA por su congestión a la “hora de la verdad”, de la espera por el himno nacional y el comunicado de las doce en la televisión para abrir la botella de sidra, de los intercambios de regalos en la familia, de las oraciones a Dios para que bendiga el año nuevo…

Por lo pronto, y alejados de la frialdad de las llamadas redes sociales, no dejemos de decirle a nuestros seres queridos que los necesitamos. Puede que el 31 de diciembre sea un día igual a otro, con sus mismas 24 horas, sus mismos soles, nubes, festejos y frustraciones, pero no obviemos el hecho irrefutable de que es el día elegido para juntarnos, para abrazarnos, para confesarnos cuánto nos queremos, para preparar a muchas manos lo poco o mucho que tenemos de comer o brindar...

Y antes de que termine estas cuartillas de confesiones quiero dejarles con el comentario más especial dejado en mi Facebook. Como ya les dije en las redes sociales nacen los desinhibidos  y “alguien” dejó unas líneas para mí y mi pequeña Carmen: “Las colmaré de besos y me felicitaré por la bendición de tenerlas”. Después de todo, quizás la crónica de mi 31 de diciembre esté mediada por este amor y sea digna de contarse en algún momento. Mientras eso llega, tengan todos un feliz fin de año. Y si la confianza se los permite cuenten a Cubahora que harán este último día del 2013. ¿Quién empieza?


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Leticia Martínez Hernández

Madre y periodista, ambas profesiones a tiempo completo...

Se han publicado 9 comentarios


Celia Castillo desde Fb
 1/1/14 13:20

Recordar a mi Cmdte,Chàvez, y aunque èl era un hombre muy alegre,no pude evitar sentirme triste y sin ànimos

Carmen Lopez desde Fb
 1/1/14 13:19

Dormir apurada q a las 5am hay q trabajar

Raul Chacon desde Fb
 1/1/14 13:18

en el hotel dinasty y venetur de porlamar

Llucia Carrascosa Victoria
 1/1/14 13:18

Nada dormir

Javivi Moral desde Fb
 1/1/14 13:17

Dar de comer a unos gatitos de un amigo que se fue a pasar el fin de año con la familia y tomarme unos vinitos despues cenar pero sin fiesta yo no creo en todo este montaje navideño.

Joanner Ferrer desde Fb
 1/1/14 13:17

Con amigos en Alemania pero extrañando mucho mi familia el 6 estoy en la Habana estoy felizzzzz!!!

Rosa Agramonte desde Fb
 1/1/14 13:15

Feliz año nuevo a todos los cubanos, los que estan en Cuba y los que estamos regados por el mundo. FELIZ 2014!!

Darío
 31/12/13 12:58

Lo de todos los años...comer carne puerco, tomar cerveza y bailar de todo. Felicidades, periodista y también para esta revista que me gusta mucho.

Livia
 31/12/13 11:28

Gracias, Leti. siempre es un placer leerte. Lo primero: encender inciensos, agradecer y dejar que la nostalgia me colme por unos minutos, lo segundo es pedir salud para todos. Por lo demás, ya comenzó mi 31 como casi todos los día, un café de mi Norbe a la cama, deseándome el mejor de los días... En la noche...ya ese capítulo lo cuento el año que viene...

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