Quiero ser mamá en Cuba (+Informe)

Leo la prensa y las últimas noticias me confirman que mis amigas Yudith, Amanda y Silvia no pueden estar equivocadas: las tres han decidido ser madre en Cuba: una concretó su sueño, la segunda lleva un hijo en su vientre y la otra ya tiene un nombre para su ansiada hembrita.

Pese a los problemas económicos que afectan a las familias cubanas hoy, una exploración a los datos oficiales publicados en  los últimos meses, contrastados con la realidad que vive Cuba, llena de esperanzas a las millones de mujeres cubanas que anhelamos ser madres.

Recientes cifras dadas a conocer por la organización no gubernamental “Save de children” reconocen a Cuba como el mejor país de América Latina para la maternidad y el trigésimo tercero del mundo, de unas 176 naciones objeto de análisis.

Beat Rohr, director de esa institución para Latinoamérica, explicó las razones de este logro en el país: “Nos consta que cuando las mujeres tienen educación, representación política y una atención materna e infantil de calidad, ellas y sus bebés tienen muchas más probabilidades de sobrevivir y prosperar, al igual que la sociedad en la que viven”.

Reúno varias palabras claves: educación, representación política y atención materna- infantil. Tres términos que permiten comprender por qué Cuba mantiene tales índices en áreas del desarrollo de las embarazadas.

Reviso estadísticas que estremecen, me demuestran que un millón de bebés mueren cada año el día en que llegan al mundo, lo que equivale a decir que cada dos minutos fallece un niño. Para todos los países del mundo, el primer día de vida es el más peligroso de todos. En Cuba no es así.

Hace poco se dio a conocer la noticia de que el país había cumplido los objetivos del milenio, trazados por la ONU para el año 2015.

Entre esos objetivos aparece justamente el tema de la mortalidad infantil; recuerdo que Cuba cerró 2012 con una tasa de mortalidad infantil de 4,6 por cada 1.000 nacidos vivos, cifra inferior a la de 2011 y que mantiene por quinto año consecutivo. Este dato solo es comparable al de algunos países desarrollados.

Otro de los objetivos del milenio incluye la salud materna. Quienes han sido madres en Cuba me darán la razón cuando afirme que este tema es de máxima prioridad en el país. Desde su primer mes de embarazo, toda mujer cubana tiene garantizada una atención médica especializada en esta materia.

Pero estos datos no serían nada de no completarse con otros. Cuba es un país donde no hay niños en las calles, donde la educación beneficia hasta los pequeños que habitan en lo más intrincado de las montañas y donde las mujeres tienen iguales derechos que los hombres.

En Cuba, por ejemplo, acaba de constatar Miguel Sosa, presidente de la Comisión Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, que nuestro país cuenta con un programa nacional de atención a la pareja infértil, que establece las funciones en cada nivel de atención y las normas necesarias para lograr un embarazo. Un tratamiento de infertilidad en el mundo puede llegar a costar de cinco a 25 mil dólares, pero en Cuba es totalmente gratuito.

Leo la prensa y también veo que hoy concluye en la capital cubana el XV Congreso de la Sociedad Cubana de Obstetricia y Ginecología. No resulta casual que más 500 expertos de una docena de naciones se hayan dado cita en el Palacio de Convenciones de La Habana.

Temáticas relacionadas con la madre, aspectos de salud sexual y reproductiva infecciones de transmisión sexual, medicina materno-fetal y perinatal se han debatido en esta cita, y Cuba es líder en asuntos relacionados con la salud.

Amanda, Yudith y Silvia quizás desconozcan los últimos datos publicados por “Save the children” y la UNICEF, incluso, puede que no dominen en su totalidad las cifras que muestran que Cuba es de los países con menor índice de mortalidad infantil, pero hay una fuerza evidente que las hace sentirse seguras.