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viernes, 4 de octubre de 2024

Trapicheros de insultos

Washington “fustiga” a La Habana por tráfico de personas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 21/06/2019
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Washington-La Habana-tráfico de personas
Washington considera la presencia de médicos cubanos en Venezuela y otras partes del mundo como una modalidad en el trasiego de seres humanos. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

Tan justos ellos (los gringos con poder), que son envidiados en el Mundo por los seres fallidos e incapaces de desarrollar una democracia eficiente, profunda, noble, impoluta y humanitaria a lo Made in USA, están facultados pues para juzgar unilateralmente a los demás, ateniéndose al criterio de que los “perfectos” nunca fallan en sus valoraciones.

Así, demonizar en forma tajante, absoluta y sin contrastes, es una tarea clave de los “ganadores” en aquella sociedad donde ser “vivo y mirarse el ombligo” son las mejores cualidades, según los afinados criterios de sus más sagaces ideólogos.

Por consiguiente, nada de extrañarse porque la Casa Blanca, periódicamente, dedique tiempo y espacio a enumerar países a capricho en todas las maléficas listas que ha instaurado para destacar y sancionar las “aberraciones” ajenas, y donde, curiosamente, resultan constantes aquellas naciones que no acatan los dictados hegemonistas del aspirante a emperador global.

Servido de un enorme aparato mediático dedicado por entero a “hacer verdades” de cuanto invento se les ocurra en materia de  insultos y nefastos calificativos, Washington reparte categorías delincuenciales y las asume como criterio inamovible para sancionar, cercar y hasta agredir militarmente a otros.

En consecuencia, los que dicen NO y asumen hacer su vida independiente y libre de presiones, son los que se repiten en las nóminas oficiales de USA, por ejemplo, como contumaces violadores de los derechos humanos, practicantes del terrorismo, desconocedores de los normas internacionales de convivencia, promotores de guerras e intervenciones, o traficantes de drogas o  personas, entre otros punibles pecados.

Somos los “malos” desenmascarados por “el bueno”, que solo en los últimos años ha generado decenas de conflictos armados en el planeta; que asentó buena parte de su acumulación capitalista en el genocidio de las tribus originarias, la esclavitud masiva de africanos, y el despojo violento a los vecinos geográficos; que ha hecho y deshecho gobiernos a su capricho en todo el orbe; y que constituye meca mundial del consumo de drogas, entre otras execrables prácticas.

De manera que, en consecuencia, no faltan razones para indignarse y rechazar (aun cuando algunos todavía no se atrevan a hacerlo a voz en cuello en las tribunas pertinentes) tan cínico desempeño, solo explicable a partir de la retorcida lógica imperial de fabricar pretextos para insistir en sus pujos destructivos contra los que estima oponentes duros de roer.

Y los cubanos, que justo militamos en ese escalón de rebeldía consciente, no hemos estado exentos de las agrias calificaciones del inmediato vecino.

Hace unas horas, por ejemplo se nos “honró” con la ubicación en el tercer renglón, el más deleznable, en la lista oficial gringa de naciones implicadas en el tráfico de personas, lo que (era de esperar) supone que somos susceptibles a renovadas sanciones económicas, financieras y morales por el gobierno de Donald Trump, ese “padre exigente” que también días atrás reafirmó que “hay que poner fin al caso de Cuba”, en otras palabras, llevarnos a los tiempos del total control norteamericano sobre la Isla.

Han llegado tan lejos en su desidia, que consideran la presencia de médicos cubanos en Venezuela y otras partes del mundo como una modalidad en el trasiego de seres humanos.       

Agentes secretos y asesores militares les llaman a nuestros galenos, como si devolver la vista, ayudar a parir hijos sanos, rehabilitar lesiones  y enseñar a prevenir enfermedades, fuesen actos brutales y terribles ante la “nobleza y amor al prójimo” que supone bombardear poblaciones civiles en Siria,  amamantar terroristas, atropellar y abusar de los inmigrantes, o vender armas en cada esquina para facilitar las masacres de niños y adolescentes estadounidenses en sus propias escuelas.

Por lo demás, otra cosa ya no se puede esperar de la neurasténica actual administración gringa. En consecuencia, tranquilos. Que vengan entonces todas las imprecaciones y calificativos que invente, en la certeza de que las únicas “faltas” que jamás podrá endilgarnos a los cubanos serán las de pusilánimes, cobardes, arrepentidos e incapaces de enfrentarlos y pararlos en seco en cualquier terreno.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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