En medio de los embates de la pandemia de COVID-19, el año 2021 emerge como decisivo dentro del acontecer político cubano. La celebración del 8vo Congreso Partido Comunista de Cuba (PCC) constituye, sin dudas, un hito de importancia. En medio del Proceso de Actualización del Modelo Económico, en el marco de la renovación generacional del liderazgo insular y dentro de un contexto en el que la agresividad estadounidense mantiene su presión sobre el país, los comunistas de la Mayor de las Antillas son convocados a examinar lo conseguido, definir las acciones a implementar en la ahora actual y trazar las rutas hacia el socialismo próspero y sostenible vislumbrado como horizonte. Vale entonces preguntarnos: ¿qué retos encuentra la cita partidista?
En primer término, toca destrabar de una vez el proceso de reformas que arrancó hace una década. Es momento ya de romper con las múltiples inconsecuencias que han dilatado la puesta en marcha de los cambios que requiere el país. Los años de espera han traído consigo la profundización de los problemas estructurales que aquejan a la economía insular todo ello frente a una ciudadanía ansiosa por verificar en su cotidianidad un salto cualitativo de importancia. Debe reconocerse, empero, los retos que supone la apertura económica definida en los documentos partidistas. La profundización de las diferencias sociales y el reforzamiento de la todavía incipiente burguesía complejizarán el tablero sociopolítico y obligarán a adoptar nuevas maneras de construir los consensos.
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En segundo lugar, emerge la necesidad de hacer política de forma distinta. Corresponde al Partido trazar y ejecutar una política que le garantice el afianzamiento de su hegemonía. La consumación de esta última requiere encontrar mecanismos para funcionalizar de manera creativa el disenso, la crítica y el diálogo. Ha de romperse con el dogmatismo, los esquemas y la propensión a creer que las respuestas de ayer son el camino de solución a las preguntas del presente. Esta renovada manera de hacer política pasa, asimismo, por la profundización de la democracia participativa inherente al socialismo.
De igual forma, le atañe al Partido dinamizar sus procesos internos. Es necesario romper con la inercia burocrática y con la repetición de maneras de actuar que distan de ser eficaces. Resulta perentorio tener una organización ágil y flexible, capaz de conectar con los segmentos más jóvenes de la población a partir de los recursos comunicativos de la contemporaneidad. Se requiere igualmente mayor trabajo teórico, más reflexión en torno a las complejidades de la transición socialista en marcha. El Partido ha de colocar con fuerza en su agenda de discusión los grandes tópicos que marcan el debate nacional. La lucha contra todo tipo de discriminación y la defensa de los derechos y garantías refrendados en el texto constitucional de 2019 deben ser situadas en el centro de las políticas que se tracen.
En el contexto del sesenta aniversario de la Victoria de Girón, el 8vo Congreso del Partido se erige como plataforma idónea para pensar la nación y sus desafíos. La convicción, la sagacidad y los valores que permitieron el triunfo de las armas revolucionarias en abril de 1961 deben formar parte indisoluble de las herramientas a emplear frente a los retos inherentes a las actuales circunstancias. Nuevas batallas tenemos; nuevas victorias llegarán si somos capaces de enfrentar, con entereza y permanente conexión con lo mejor de nuestro pasado, los caminos de transformación que la patria necesita.
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