sábado, 20 de abril de 2024

Participar antes del voto (+Infografías)

Cuba tiene en sus procesos electorales una expresión recurrente de unidad, una especie de confirmación de que aquí la apatía política no caracterizó el cambio generacional...

Dilbert Reyes Rodríguez en Exclusivo 18/04/2015
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Otra vez Cuba entera se irá a las urnas a decidir el futuro y confirmar su unidad.

Al menos en Cuba, no hay quizás un significado más “ceñido al cuerpo” de las elecciones que la palabra participación.

Y es que aquí el término funciona como un acto convocante, masivo y sobre todo revelador de algo más que la práctica universal del derecho al sufragio; ese ejercicio que en la mayoría de los países permite a los ciudadanos intervenir en la organización jurídico-política de sus sociedades.

La Isla nuestra siempre tiene en los procesos electorales suyos una expresión recurrente de unidad, una especie de confirmación de que aquí la apatía política no caracterizó el cambio generacional, como tampoco impera la desconfianza en el sistema social que esta misma semana celebró 54 años de su declaración socialista.

Digo participación porque también es algo que se nota, se palpa, se observa —más allá del propio día de votaciones— en la dinámica cotidiana que genera la cercanía de estos momentos, ya sean elecciones generales o las parciales que este domingo 19 moverán a los cubanos a las urnas, para elegir a sus representantes más próximos en el gobierno: los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular.

A sabiendas de lo que estos procesos significan en otras sociedades divididas en clases, partidos, intereses de mercado, afanes de dominación política para beneficios propios a sectores minoritarios y acomodados… llama siempre la atención cómo el propósito mayor en esta nación, redunda en que la gente se sienta parte y asista a ejercer un derecho democrático que le permite decidir, de sus vecinos nominados por su integridad, carácter, ejemplaridad, capacidad de gestión e inteligencia, cuál será quien lo represente en la entidad gubernamental del municipio.

Véase el cúmulo de actividades realizado como parte de estas elecciones primarias y repasemos en cuánto estuvimos involucrados, desde los instantes mismos de la nominación de los candidatos que ahora contenderán.

Entonces, aunque no le llevemos el hilo, caeremos en la cuenta de que estuvimos cuando se escogieron a los mejores, de que opinamos con ideas diferentes y constructivas en el barrio o en el centro laboral, sobre las ventajas de un sistema electoral como el nuestro, sobre las debilidades que provoca que el delegado no se sienta acompañado por algunas administraciones que faltan al deber de dar solución a los reclamos de la población, o por lo menos responder puntual y coherentemente a sus planteamientos.

Participamos también cuando ayudamos a precisar nuestros datos personales, para corregir a tiempo los errores en los nombres; para dar fe del hijo que arribó a la edad mínima permitida para el sufragio y que ahora lo hará por primera vez; cuando fuimos a comprar el pan y nos detuvimos a leer las biografías excelentemente presentadas en murales acabados, con buenas fotos, mejor que ediciones anteriores porque las hojas no están colgadas o mal pegadas, con las puntas dobladas.

Nos llamó la atención, como quería el diseño, la banda roja de ese mural que nos traduce que el proceso electoral es una cosa seria, que lleva muchos recursos, pero que el país no dudó en invertir, porque tiene una importancia capital que la gente se involucre activamente en la construcción de su democracia.

El domingo último hubo una prueba dinámica calificada de exitosa, y eso quiere decir que el enorme andamiaje de aseguramientos de todo tipo, con vistas al momento en que intervendrán millones de cubanos, está prácticamente listo.

Suena redondo en cifras, como oración terminada, pero uno que anda a diario de sector en sector, conversando con la gente encargada en el municipio, en la provincia, en el país, sabe cuántas personas, cuántos recursos y cuántos movimientos incluye tal preparación.

Conocemos que la mesa electoral, esa que organizará los colegios por cada circunscripción, no se improvisa ese día de votaciones; sino que lleva mucho de capacitación para que nada falle ni se violente algo de lo establecido por la Ley Electoral; que son vecinos nuestros, cercanos, quienes controlarán la actividad, sellarán las urnas frente a los ojos de los electores presentes, conducirán el ejercicio del voto, guiarán a los pioneros en la custodia de las mencionadas urnas, efectuarán el escrutinio final de las boletas y anunciarán de inmediato el resultado.

Sabemos también el ejército de especialistas y técnicos que aseguran las comunicaciones, vitales en estos procesos, y donde no llegue la línea telefónica habrá un radioaficionado que será el eslabón, y hasta un colombófilo que pondrá sus palomas en función de trasmitir el mensaje.

Este sábado hay escuelas, bodegas, consultorios y centros laborales que no cierran “porque mañana hay votaciones y hay que limpiar, y dejarlo todo acomodado”, como dijo Leyanis, admnistradora de un céntrico local de prensa en Bayamo, que servirá de local para el colegio de la circunscripción.

Aunque mañana es domingo, hay madres que se acostarán tarde planchando el uniforme de sus hijos, “porque estarán en la custodia de las urnas”, y todo aquel chofer, panadero, operador de un central, periodista, médico de guardia, con la jornada comprometida en el trabajo, ya piensa en cómo organizar el día, de modo que ir a votar sea lo primero que haga, antes de irse a laborar.

Tal vez haya palabras que lo ilustren igual, pero participar es un término esencial, reflejo fiel de todo lo que Cuba vive como antesala de la jornada de mañana, seguramente una jornada histórica, porque otra vez la Isla entera se irá a las urnas a decidir el futuro y confirmar su unidad. 


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Dilbert Reyes Rodríguez


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