A horas de iniciarse en Bruselas la segunda Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, CELAC, y la Unión Europea, UE, reiteró Cuba que entre las metas claves del cónclave deben primar el ejercicio de la equidad en los vínculos mutuos, el interés de ambos conglomerados de entenderse y consensuar criterios, y el respeto a la independencia y autodeterminación de los pueblos.
El señalamiento de medios diplomáticos de La Habana tomó como pivote la realización, por iniciativa de la UE, de eventos paralelos que tributen criterios a la reunión bilateral cimera, pero donde se ignoró el debido consenso con América Latina y el Caribe, amén del ejercicio de una selección sesgada de quienes participaron en esos encuentros.
Y ciertamente, ni desde el punto de vista de justicia ni político, tales decisiones pueden ayudar a que los vínculos entre los dos bloques resulte del todo positivo y constructivo.
Por añadidura, ya lo hemos dicho en otros comentarios, las cumbres CELAC-UE constituyen reuniones de áreas geográficas con significativas diferencias y percepciones –sobre todo en esta época internacional tan complicada- por tanto ser cuidadosos, respetuosos y estar imbuidos del sentido de equidad y equilibrio en cada decisión, son aspectos vitales para coronar con éxito cada cita birregional.
Y es que la América Latina y el Caribe hoy reunida en la CELAC poco tiene que ver con el rebaño colonial de siglos pasados, o con la ulterior cadena de gobiernos obsecuentes orquestada por Washington.
Sin embargo, en el caso europeo, lastimosamente, es de notar una involución, de viejos imperios y estados fuertes, a un conglomerado en buena medida pendiente y dependiente de las decisiones y pareceres de la primera potencia capitalista y hegemonista.
Por demás, en el caso cubano, es de esperar que los análisis políticos colectivos que se espera tengan lugar en Bruselas, tributen positivamente en las conversaciones bilaterales que días después, entre el 15 y el 16 de este junio, realizarán La Habana y la UE para normalizar sus fallidas relaciones.
Un torcido asunto que se ha remontado por años, y que –vale recordar- ha tenido no pocos escollos, como la adopción por Europa, a instancias de la ultraderecha local ligada a Washington, de una llamada “posición común” que recalentó en extremo los vínculos mutuos.
Este renovado diálogo político entre Cuba y la Unión Europea, que tendrá su cuarta ronda en la capital belga, hará énfasis nuevamente en lograr resultados concretos por encima de las lógicas diferencias que aún existen entre La Habana y la UE en varios temas.
En ese sentido, responsables cubanos dijeron que a ese efecto es indispensable que las conversaciones estén signadas por la valía “del principio de reciprocidad, la no discriminación, el respeto mutuo, y la no injerencia en los asuntos internos de las partes.”
Autoridades de la Mayor de las Antillas se mostraron optimistas con relación a tales consultas, una de cuyas principales metas es la firma de un acuerdo general de cooperación UE-Cuba similar a los que esa entidad europea ya tiene suscritos con la inmensa mayoría de las naciones del Sur del hemisferio americano, y cuya concreción con la Isla ha estado vetada por las tensiones y desacuerdos bilaterales a partir del comportamiento nada equilibrado del Viejo Continente.
Ese optimismo se relaciona también con el nuevo contexto que alrededor de Cuba se ha generado desde diciembre último, cuando Washington y La Habana decidieron bajar el tono de su histórica disputa, y la Casa Blanca se muestra proclive a establecer relaciones diplomáticas plenas y normalizar sus restantes vínculos con uno de sus más cercanos vecinos regionales.
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