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lunes, 14 de octubre de 2024

Alba: potente voz contra el imperialismo en VII Cumbre de las Américas

Con la transparencia que caracteriza sus posiciones políticas, la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) demostrará su apoyo incondicional a Venezuela...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 11/04/2015
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Aunque el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, está tratando de resolver sus llamados “tropiezos diplomáticos” con Venezuela y con Cuba —a la que ahora trata de acercarse salvando obstáculos de fondo— para evitar un repudio masivo en la VII Cumbre de las Américas, lo cierto es que tropezará con un valladar inquebrantable integrado por la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA).

La ALBA, fundada por los líderes revolucionarios de Cuba y Venezuela, Fidel Castro y Hugo Chávez, respectivamente, en diciembre del 2004, deviene, en concordancia con los cambios políticos en la región, en una de las poderosas organizaciones integracionistas actuales, en el que la defensa política de sus miembros constituye una cuestión de principios.

Esta agrupación, con 12 miembros —permanentes e invitados— de Sur, Centroamérica y El Caribe, mantiene una coherente posición respecto a su carácter inclusivo y solidario, con desinteresada colaboración, no solo entre sus integrantes, sino con otros países que solicitan su ayuda en distintos continentes en diversas misiones sociales de salud y educación, en especial.

El pasado 9 de marzo, con una arrogante actitud, el presidente estadounidense Barack Obama firmó una Orden Ejecutiva en la que calificó a Venezuela de “amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad nacional de su gigantesco país, la mayor potencia imperialista del mundo, lo que, de hecho, constituye una advertencia sobre la posibilidad de una agresión militar contra la nación suramericana.

Tal Orden, que ha recibido la repulsa mundial de gobiernos y pueblos, recibió una contundente respuesta del ALBA, reunida en una Cumbre Extraordinaria de sus jefes de Estado y/o Gobierno, celebrada en Caracas el pasado día 17 en la que fue evaluada la situación creada por la Casa Blanca contra el pacífico pueblo suramericano.

En la Declaración del ALBA firmada por los líderes del ALBA en apoyo a Venezuela, se solicita la derogación de la Orden Ejecutiva, la que consideraron de “injustificada e injusta, que constituye una amenaza de interferencia contra el principio de soberanía y el principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados.”.

La Alianza, una plataforma de inclusión social —principio inaudito para los intereses capitalistas norteamericanos— se pronunció por el cumplimiento de su compromiso “con la aplicación del derecho internacional, resolución pacífica de los conflictos y los principios de no intervención y llaman a los gobiernos a actuar en el marco de los principios universales y la carta de las Naciones Unidas, en particular la necesidad y la disposición de los gobiernos de abstenerse del uso de recursos coercitivos unilaterales que violen el derecho internacional”.

En consecuencia con la declaración de la región del Sur como zona de paz —acuerdo adoptado en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)— el ALBA solicitó a la Casa Blanca de manera “soberana y sincera” el establecimiento de un diálogo con el gobierno de Venezuela como “alternativa al conflicto y a la confrontación, fundamentada en el respeto permanente de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos y los estados-naciones independientes”.

Incluso, propuso la conformación de un Grupo de Facilitadores del hemisferio Sur integrado por los actores políticos del área, entre ellos la Unión de Naciones Suramericanas, la CELAC, la Comunidad del Caribe, entre otros, que facilite un compromiso diplomático entre los dos gobiernos “para aliviar las tensiones y garantizar la resolución amigable”.

Venezuela, al contrario de lo que precisa Obama en su Orden Ejecutiva, ha demostrado ser una nación solidaria que coopera con gobiernos y pueblos de la región —e incluso con ciudadanos pobres de Estados Unidos privados del uso de energía eléctrica— con principios que la convierten en garantía de la paz y la estabilidad continental.

Aun cuando la Casa Blanca, por boca de sus asesores, ha plegado banderas respecto a su hostilidad injerencista contra Caracas, la postura del ALBA será consecuente con la Declaración adoptada en Caracas, pero esta vez cara a cara con Obama, presente en la VII Cumbre este viernes y sábado en el Centro de Convenciones Atlapa.

Analistas coinciden en que la voz de la ALBA se hará escuchar mediante los jefes de Gobierno y/o Estado, con la exigencia de que la imperialista nación norteña cese el hostigamiento y la agresión contra la Revolución Bolivariana, en su interés de desestabilizar el país mediante la violencia y las guerras económica, mediática y psicológica.

Ha quedado demostrado la participación de la administración Obama —Venezuela incluso expulsó a dos diplomáticos de su Embajada en Caracas por dirigir grupos contrarrevolucionarios— en la estratégica campaña para eliminar un bastión revolucionario en Suramérica y apoderarse de su petróleo, al tratarse del quinto exportador del crudo a nivel mundial.

Esas y otras verdades tendrá que escuchar Obama —que llega enlodado por su política exterior a esta cita de las dos Américas— de boca de los líderes del ALBA, y de otros jefes de gobierno y/o Estado, que han ratificado su apoyo al gobierno de Maduro, continuador del pensamiento político del fallecido presidente Chávez.

De una sola manera podrá el jefe de la Casa Blanca redimir su fallido error del 9 de marzo, —algo que parece imposible, al menos en esta VII Cumbre— y es derogando el decreto que firmó y que ahora trata de minimizar, sin que alguien crea en la sinceridad de las palabras de sus asesores en tema de seguridad nacional.

Lo que queda claro es que la ALBA, al igual que otras organizaciones creadas en los últimos 15 años, se alzarán como un solo puño, símbolo de la unidad en torno a una de sus más valerosas y firmes naciones de la región. Rechazo que, con certeza, no estaba en los planes del actual representante del Imperio ni de sus estrategas cuando estampó su rúbrica en uno de los Decretos más repudiados de la Casa Blanca.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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