viernes, 26 de abril de 2024

“Sentir muy dentro un latir de patria”

Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, de 18 y 16 años respectivamente, soñaron con una Cuba donde imperara la justicia social y la igualdad entre todos...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 13/08/2012
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hermanos Saíz
hermanos Saíz

Corría agosto de 1957. En San Juan y Martínez, Pinar del Río, se vivían momentos tensos. Ante las actividades insurreccionales contra la tiranía batistiana, lideradas por las más jóvenes generaciones, las autoridades habían suspendido las tradicionales festividades del santo patrón.

Al anochecer del 13 de agosto de ese mismo año. Ester Montes de Oca fregaba la loza de la comida cuando sus hijos, Luis y Sergio Saíz, se le acercaron para darle un beso de despedida, pues tenían planeado ir al cine. Ella les pidió que no salieran, pero no le hicieron caso. 

Los hermanos, después de pasar por casa de una amiga, se dirigieron al cine Marta. Ambos eran muy aficionados a las películas. Al principio, como todo adolescente, preferían las de acción; a Sergio, no obstante, siempre le gustaron las de tema histórico.

Al llegar al cine, Sergio se adelantó a comprar las entradas, mientras su hermano mayor se quedó conversando con unas muchachas. Cerca de allí, agazapado, acechaba el asesino, a quien las mismas autoridades batistianas habían contratado para el crimen. 

Lentamente se acercó al menor de los Saíz Montes de Oca. Abusando de su superioridad física, lo llevó hasta la acera y trató de pegarle. Al advertir lo que pasaba, Luis le gritó al hombretón que no continuara abusando de su hermano. El asesino comenzó a disparar. Esgrimiendo la pistola aun humeante, se dio a la fuga.

En la acera quedaron los dos adolescentes, ya sin vida. Una amiga de infancia, al acercárseles, recordó de pronto los versos que escribiera Sergio y que prefiguraron su muerte: “Cuerpos que yacen dormidos/ abrazados al cemento/ de una calle y una estrella […]”. 

PEQUEÑA BIOGRAFÍA

Luis Rodolfo Saíz Montes de Oca nació en La Habana, el 4 de noviembre de 1938. Un bebé aún, su familia se trasladó para San Juan y Martínez, donde nació Sergio el 8 de enero de 1940.

Físicamente eran distintos. Sergio era menudito, bajito, delgado, de pelo negro rizado, muy alegre, risueño, cariñoso. Luis era más alto, sobre lo delgado, su carácter era más serio, menos expresivo que el hermano. 

Ambos fueron dirigentes estudiantiles en el Instituto de segunda Enseñanza (preuniversitario) de Pinar del Río: Luis, presidente de la Asociación de Alumnos entre 1953 y 1954; Sergio, secretario de esta de noviembre de 1955 hasta su muerte. 

Luis matriculó Derecho en la Universidad de La Habana a finales de 1955. Fue fundador del Directorio Revolucionario y uno de sus miembros más activos. 

Al ser clausurada la Universidad de La Habana, Luis regresó a San Juan y Martínez y junto con Sergio, se incorporó al Movimiento 26 de Julio. Por el papel activo que desempeñaron en diversas acciones contra la tiranía, fueron nombrados coordinador y jefe de acción de ese municipio pinareño. 

IDEOLOGÍA

Después del levantamiento del 13 de marzo de 1957, los alumnos del Instituto de Pinar del Río, en solidaridad con los universitarios habaneros, se lanzaron a la huelga. Sergio leyó ante el asombrado claustro de profesores su informe ¿Por qué no vamos a clases? En ese documento, expresaba: “Ser estudiante no es solo repetir en un examen materias, la mayor parte de las veces aprendidas ligeramente, ni asistir todos los días a clases y hacer de vez en cuando una trastada (...)” 

“Ser estudiante es algo más que eso, es llevar en su frente joven las preocupaciones del presente y el futuro de su país, es sentirse vejado cuando se veja al más humilde de los campesinos o se apalea a un ciudadano. 

Es sentir muy dentro un latir de patria, es cargar bien pronto con las responsabilidades de un futuro más justo y digno (...)”.

Por su parte Luis definiría su posición de principios en ¿Por qué luchamos? (mayo de 1957): “Consideramos que son motivos incontables los que nos señalan como único medio de vivir dignamente, la vía revolucionaria —demostrado como está que nada se puede esperar de politiqueros ambiciosos (...)”.

Propuso como solución a los problemas de Cuba en esa época implantar “un régimen de genuina justicia social”, donde primara la igualdad entre todos los cubanos y la eliminación de la discriminación racial.

Tanto Luis como Sergio, a quien muchos señalan como coautor de ¿Por qué luchamos?, propugnaban a la escuela estatal como la única forma de promover “una cultura libre en una República Socialista”. Abogaban por la creación de escuelas técnicas y la existencia en cada provincia de una universidad. 

Partidarios de una reforma agraria radical, consideraban que el Estado debía luchar por la diversificación agrícola y la creación de una Marina Mercante para llevar nuestros productos y comerciar con todo el mundo”. Señalaban la necesidad de nacionalizar toda la minería, las compañías de teléfonos, gas, electricidad y agua.

En lo que pudiera bien llamarse su testamento político, estos dos jóvenes concluían en ¿Por qué luchamos?: “No tenemos más que nuestras vidas, avaladas por un pensamiento justo y una obra inmensa que realizar y como ofrenda de devoción y desprendimiento, las hemos depositado en los brazos de la Revolución Cubana (...) sin más esperanza que ver algún día cumplidos estos sueños”.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.


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