miércoles, 24 de abril de 2024

«Nuestra protesta está (…) sellada por nuestra sangre»

A 144 años de la Protesta de Baraguá, la intransigencia de Antonio Maceo nos guía y sirve de ejemplo...

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 15/03/2022
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Maceo-Baraguá
A 144 años de ese acto inmortal, nuestro pueblo sigue el ejemplo maceíco de no claudicar y la Revolución, en medio de las adversidades, reafirma que Cuba es, y será, un eterno Baraguá. (José Ángel Téllez Villalón / Cubahora)

En carta poco conocida de Antonio Maceo a Manuel Sanguily, fechada el 26 de marzo de 1878, apenas 11 días después de la histórica entrevista de Mangos de Baraguá, el hombre que había salvado la honra mancillada en el Zanjón ratificaba su voluntad indomable de continuar la lucha; ya fuere solos, o con la ayuda del exterior, cuyo apoyo, lamentablemente, nunca llegaría.

«Nuestra protesta es la actitud en que nos hemos colocado, la cual está formada por los tiros que desde ayer se oyen sonar por todas partes y sellada con nuestra sangre. Réstame saber si usted y toda la emigración cubana, están dispuestos a salvar nuestros principios y honra; pero si lo están, de ¿qué modo y a qué se comprometen?, para que si recibiéramos por contestación la negativa de ese apoyo y cooperación moral y material entonces poder contar nosotros únicamente con nuestra rectitud de principios y nuestros propósitos de perecer o salvar siquiera la honra».

Así el Titán de Bronce -el hombre que de soldado había ascendido al grado de mayor general del Ejército Libertador y sobrevivido a decenas de heridas- reafirmaba su decisión expresada al entonces capitán general de la Isla, Arsenio Martínez Campos, cuando no quiso escuchar las Bases del Zanjón y en frase inmortal le dijera: «Guarde usted ese documento, no queremos saber nada de él»

Nunca antes alguien se había portado tan arrogantemente valiente ante el prepotente militar español. Los que presenciaron la entrevista, tanto de un bando como del otro, han dejado constancia de la decepción de Martínez Campos, quien, sin decir palabras, montó en su caballo y salió a galope, dejando detrás, a su propio séquito, compuesto por hombres jóvenes y sin hijos.

En pocos minutos se había producido uno de los hechos de mayor trascendencia de nuestra historia. Ese 15 de marzo de 1878, Maceo había encarnado el ideal de Céspedes del 10 de octubre de 1868 y Arsenio Martínez Campos, la soberbia del militar peninsular arrogante que no podía aceptar haber sido humillado por aquel mulato mambí de elegante porte.

El «No nos entendemos» del general Antonio tuvo una repercusión extraordinaria. El historiador Julio Le Riverend en su monumental obra Antonio Maceo Apuntes para una historia de su vida reseña las opiniones vertidas en diferentes regiones del mundo, incluida, la versión que sobre la Protesta de Baraguá, dieran los propios españoles.

Para el militar español Leopoldo Barrios y Carrión, en su libro Sobre la Historia de la Guerra de Cuba, y cito: «Quedaban en armas la gente de Vicente García (…); y en la jurisdicción de Cuba, Antonio Maceo, que siempre estuvo francamente en desacuerdo con las negociaciones de paz, ¿pero qué significaba ya? ¿acaso el despecho de uno y la obstinación del otro podía esperarse que galvanizaran el yerto cadáver de la insurrección? Delirio era pensarlo, y, no obstante, algo así pretendió el último de los cabecillas citados, por el aislamiento absoluto en que mantuvo sus tropas, y por el poco acogimiento que prestó a las nobles ofertas del general Campos».

Pero las voces del mundo se alzaron mayoritariamente a favor del caudillo oriental. El periódico cubano La Verdad, editado en Nueva York, en su edición del 6 de abril de 1878, resaltaba el gesto sublime del Titán: «El héroe del día es Maceo, y parece que está reservado a él volver a levantar a Cuba al pináculo de su gloria: esto no lo cree ninguno de los presentados (…)»

El Herald, de Nueva York, insertó un mensaje dirigido al general Maceo, redactado en los siguientes términos: «Mi Sociedad ha leído con infinito placer las honrosas e justas peticiones hechas por Ud. en su reciente conferencia con el general Martínez Campos. Ud. ha exigido como precio de su adhesión la inmediata abolición de la esclavitud. Pocos hombres en la historia del mundo han tenido la buena fortuna de hallarse en una posición tan honrosa como la de Ud. Y ninguno ha ocupado una más noble (…)»

Mientras el propio Tomás Estrada Palma, en carta al patriota José Antonio Echeverría, escribiría: «La bandera arrojada en el Camagüey a los pies de Martínez Campos ha sido recogida, antes de ser hollada, por el general Maceo»

Mucho más conocidas son las valoraciones que sobre este sublime hecho hicieran José Martí y, con posterioridad, Fidel Castro. Al respecto, afirmó el Héroe Nacional Cubano: «Tengo ante mis ojos la Protesta de Baraguá que es de lo más glorioso de nuestra historia»

Mientras, al conmemorarse el Centenario de la Protesta, el Comandante en Jefe, dijo: «Con la Protesta de Baraguá llegó a su punto más alto, llegó a su clímax, llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo; y que las banderas de la patria y la revolución, de la verdadera revolución, con independencia y con justicia social, fueron colocadas en su sitial más alto».

A 144 años de ese acto inmortal, nuestro pueblo sigue el ejemplo maceíco de no claudicar y la Revolución, en medio de las adversidades, reafirma que Cuba es, y será, un eterno Baraguá.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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