jueves, 28 de marzo de 2024

La historia sacralizada no es historia

Cubahora conversa con uno de los jóvenes historiadores más talentosos y destacados del país sobre la enseñanza de la historia en Cuba…

Leticia Martínez Hernández en Exclusivo 11/03/2014
9 comentarios
enseñanza de la historia de Cuba
Es preciso acercar a los más pequeños a la Historia de diversas formas.

 Aún no se cómo capturé a Elier, ni qué poder obró para que se tomara un diez y me respondiera algunas preguntas sobre esa ciencia que ama, la Historia. Siempre anda de un ajetreo a otro, el tiempo parece no alcanzarle y lo mismo anda metido en polémicas sobre la racialidad en Cuba, azuzando opiniones sobre el significado de ser revolucionario hoy, buscando malangas para su hija en el agromercado, subiendo el Turquino o lidiando con la doble militancia (en el PCC y la UJC) y la decena de libros que le restan por leer esta semana.

Es Doctor en Ciencias Históricas y cuando se le anuncia en un panel, en un debate entre intelectuales o en el lanzamiento de algún libro, al presentador no le queda más camino que recurrir a la frase de “joven y talentoso historiador”, para despejar las dudas que puedan surgir en el auditorio a causa de un rostro delatador de solo tres décadas de vida.

Con Elier Ramírez Cañedo quise conversar acerca de la “objetividad” de la historia, su enseñanza en las aulas cubanas, los vacíos investigativos, entre otro temas, desde la perspectiva del graduado con título de Oro en la Universidad de La Habana; del ex dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios; del moderador del nuevo espacio “Dialogar, dialogar” de la Asociación Hermanos Saíz; del autor, junto al investigador Esteban Morales, del libro “De la confrontación a los intentos de  “normalización”. La política de Estados Unidos hacia Cuba"; del nieto del líder campesino Pepe Ramírez  y del papá de María Fernanda, esa princesa capaz de abducir toda su atención aún cuando se trae entre manos el suceso histórico más importante.

—¿Historia es sinónimo de pasado?

—Me gusta más la definición de Marc Bloch sobre la historia como “la ciencia de los hombres en el tiempo”, y ese tiempo puede llegar a incluir el mes pasado, el día de ayer, y hasta el minuto transcurrido en que te respondo. Digo esto pues algunos consideran que la historia más reciente no es realmente historia, y que analizar la época en que vivimos solo es labor de los sociólogos, economistas, politólogos. Yo no comparto ese aserto.

"Considero que el historiador debe tener lugar –no menos prestigioso- en esa mesa de cientistas sociales que analizan y piensan los procesos económicos, políticos, sociales y culturales en curso de la humanidad, de un país o región en particular. Si entendemos la historia como la que escriben y divulgan los historiadores, hay que decir también que la historia es siempre una interpretación del pasado, y puede haber miles de interpretaciones de ese pasado, pues es harto conocido que los acontecimientos históricos son imposibles de reproducir en un laboratorio exactamente como estos sucedieron. Existen muchas aproximaciones a la verdad histórica, algunas se acercan más que otras, pero decir que en historia existe la verdad absoluta resulta aventurado."

—¿Qué parte de la historia cubana ha sido más favorecida por las investigaciones?

—En los últimos 55 años me parece que la mayor cantidad de investigaciones han centrado su atención en las revoluciones tanto del siglo XIX, como del XX. Es decir, en las guerras independentistas del 68 y el 95, y en las revoluciones del 30 y de los 50 contra las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista. 

—En consecuencia ¿Qué etapas se conocen menos? ¿Por qué?

—Precisamente las etapas fuera de este marco cronológico de las revoluciones. Por ejemplo, la etapa entre revoluciones, entre la revolución del 30 y la de los años 50, es decir, de 1935 a 1953, ha tenido, en mi consideración, menos acercamientos históricos. Pero la gran deuda nuestra continúa estando en la etapa posterior al triunfo revolucionario de 1959. De esa etapa falta mucho aun por investigar y por decir, y pienso que es la que habría que priorizar por encima de cualquier otra, pues constituye una debilidad nuestra en el terreno cultural e ideológico que los jóvenes no conozcan en profundidad esa historia.

"La carencia de estudios de estas etapas tiene que ver con varios factores. Hay que decir primero que la historia tampoco puede desligarse del presente, existe una relación dialéctica entre pasado y presente, es decir, mientras más conocemos el pasado mejor entendemos nuestros presente, pero también en la medida que más intensamente vivimos nuestro presente, se vuelve una necesidad interrogar al pasado, para que este nos explique y legitime el presente. Es fácil entender entonces por qué cuando triunfa la Revolución en 1959 la mirada se dirigió con tanta fuerza hacia la epopeya del siglo XIX cubano, había que rescatar toda una historia mutilada en parte por la historiografía burguesa, que legitimara y diera las claves necesarias para entender el presente que se vivía y delinear mejor lo que sería el futuro."

"En el caso de los pocos estudios sobre la Revolución cubana en el poder, creo que en breves líneas es difícil explicar las razones de esta realidad. Pero tiene que ver entre otras cosas con el hecho de que muchos de los actores se encuentran vivos y siempre se corre el riesgo de herir susceptibilidades con algún tipo de juicio o valoración. También con el poco acceso que tienen los investigadores a las fuentes documentales de este período que realmente le permitan hacer estudios interesantes y no refritos de los libros existentes."

—¿Qué opinión te merece la enseñanza de la Historia en nuestras escuelas?

—Recientemente participé en el Congreso provincial de Historia de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) y parece que ha habido cierta mejoría en la enseñanza de la historia en nuestras escuelas.  La clave ahí es la profesionalidad y preparación del maestro, por encima de cualquier otra cosa. Pero siempre habrá mucho terreno por recorrer para lograr que la historia cale profundamente en el corazón y el cerebro de los estudiantes cubanos.

"Debe existir una mayor sincronización entre el nivel que alcanzan nuestras investigaciones y la introducción de esos resultados en los libros de textos de historia. En ocasiones tarda mucho tiempo en reflejarse en las aulas cubanas los contenidos de las investigaciones históricas que se publican año tras año. Creo que también debe haber mucha iniciativa para hacer más atractiva la historia a los jóvenes, como visitas a museos y lugares históricos y, en la medida de las posibilidades, el uso de materiales audiovisuales y de las nuevas tecnologías. Dar la posibilidad también a los muchachos de polemizar y debatir determinados temas.  Aprovechar mejor la historia de la localidad. Claro, todas las estrategias deben estar siempre en correspondencia con el nivel de enseñanza."

—¿La vida de nuestros héroes está bien contada?

—A veces falta humanizarlos. Pues en ocasiones parecen dioses y no héroes de carne y hueso. Eso, lejos de acercarlos a los muchachos, los distancia y convierte en inimitables. La historia sacralizada no es historia, la historia verdadera es la de las contradicciones y multiplicidad de matices como ha sido siempre la vida en sociedad. La historia también es problematizar. Esa historia de hadas además de ser irreal es muy aburrida.

—Por último, ¿qué de cierto tiene la vieja frase de que la historia la cuentan quienes ganan las batallas? ¿Es la historia objetiva entonces?

—Tiene mucho de verdad. La historia neutral es un mito. Siempre se toma partido por más que trate el investigador de desprejuiciarse. Se puede ser más o menos objetivo, pero la objetividad absoluta no existe. Hace unos días escuché a una persona que decía que había que hacer una historia que no estuviera permeada por lo político y yo me sonreía diciendo: pero este hombre no sabe que toda historia al final termina siendo política, desde las posiciones que asume el investigador al seleccionar el tema, plantear los problemas y las hipótesis, hasta la elaboración de las conclusiones.

"Una cosa es convertir la historia en una propaganda política y otra es pensar que la historia puede ser imparcial políticamente. Lo que hay que evitar es lo primero, pero lo segundo es imposible. Cabe también  la posibilidad de que la persona que hacía ese planteamiento quizás no era nada inocente y su aspiración no era otra que la del desarme cultural e ideológico del pueblo cubano, pues la mayor parte de la historiografía que se escribe en el exterior siempre toma partido — ya sea abierta o sutilmente — contra la Revolución."

"Entonces los historiadores cubanos no debemos ser inocentes y dejarnos confundir. Nuestro compromiso ético como historiadores siempre debe estar con la verdad histórica, la verdad siempre es revolucionaria, pero si somos historiadores marxistas, jamás dejaremos de tomar partido y no precisamente del lado de la persona que defendía una supuesta “imparcialidad” de la historia."
   


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Leticia Martínez Hernández

Madre y periodista, ambas profesiones a tiempo completo...

Se han publicado 9 comentarios


leticia
 14/3/14 10:40

graciasa todos por sus opiniones, la historia de Cuba es legendaria, heroica, que la sepamos contar es el mayor reto de todos

Joel
 13/3/14 11:31

Te acuerdas de lo que me ocurrió en el yate con la espada de D'Artagnan? Siempre he pensado que la historia hay que contarla como una aventura apasionante, solo de eso modo los niños y jóvenes querrán conocerla y aprehenderla. Vamos a seguir peleando por esta ciencia de los hombres en el tiempo.

Lilimar
 13/3/14 8:01

Gran entrevista; no se de quien depende, pienso que solo faltaria el deseo, creo que es muy importante la historia cubana luegu del 59, que los jovenes se sensibilicen con ella, que sepan de cada etapa y el porque; una etapa de la cual no se habla es la de rectificación de errores, que tan importante fue, porque a mi ver denota la etica de la dirección de la revolución y su valentia, los cambios economicos y sociales de la epoca de los 80 y 90, los sucesos y sus heroes, no es solo el proceso de liberación sino los logros, que no se queden en la nacionalización, la alfabetización y la socialización de la salud, que recorra esferas que soportan la estructura revolucionaria. Eso permitirá sembrar valores y entender las necesidades actuales de preservar las conquistas. Buen comentario para el historiador.

RAFAEL ANGEL CEPERO GOMEZ
 11/3/14 20:57

COMO HISTORIADOR COMPARTO AL 100% SU COMENTARIO ME GUSTYO MUCHO SU ENTREVISTA VEO QUE ES LA PURA VERDAD LO QUE EXPRESA EN LA MISMA LO FELICITO DE CORAZON

Doris Diaz desde FB
 11/3/14 14:14

Esta imteresante lo manifestado por este historiador con Los pies en la tierra

Mercy
 11/3/14 12:41

Excelente entrevista. Elier ha dicho cosas muy interesantes, como por ejemplo que el período revolucionario es el más difícil de investigar, el compromiso con los vivos...Sería interesante una persectiva histórico del Periódo Especial Cubano. Y ojalá, como hizo Celia que guardó cada papelito para contar la historia de la lucha revolucionaria en el último periodo no se hayan perdido los papeles ahora, porque he conocido que muchos papeles de archivo han ido a parar a la producción de tejas infinitas.

Reinier Alejandro
 11/3/14 10:20

Muy buena entrevista, amena y directa. Ojalá más temprano que tarde se tome conciencia real de la importancia de conocer la historia, del impacto que ello tiene en la conciencia nacional de los pueblos y de como conocer el pasado es la mejor manera de avanzar hacia el futuro. Nuestra enseñanza de la historia tiene que rebazar los dogmas, los manualismos y los ordenos cronológicos y pasar a una fase superior de análisis, reflexion y debate, clave esencial para aprender y aprehender la historia. Mis felicitaciones al historiador y mi beso a la periodista.

leticia
 11/3/14 10:09

jajaja Dilbert, sé que no es pago, tú eres un ser sincero :) Gracias por tu comentario y haré el esfuerzo por encontrar otras interesantes conversaciones, un abrazo.

Dilbert
 11/3/14 9:46

Haría falta que estas ideas retoñaran en más jóvenes, maestros o investigadores, apropiados de la historia como pasión y ejercicio profesional; que la contaran en vez de dictarla, que hasta la dramatizaran, que confirmen a sus personajes como hombres y solo le den a sus lectores, alumnos o interlocutores la facultad de convertirlos en leyenda si así lo entienden, después de haber conocido a los héroes en todas las dimensiones de la virtud o el error. Nos hace falta esa historia despojada y desnuda de encuadres prefabricados, que no quiere decir menos revolucionaria; al contrario, lo será más mientras más transparente, llana y mejor contada sea. Gracias Leticia, regálanos otras de estas conversaciones que bien sabes buscar y ofrecer. PD: No es un pago, es aprecio sincero.

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