lunes, 29 de abril de 2024

La ceiba de Martí

Los parajes de la naturaleza pinera se hundieron en los ojos de Martí, pero la ceiba no estaba allí cuando él llegó a la Finca El Abra el 13 de octubre de 1870... 

Julio Cesar Sánchez Guerra en Exclusivo 14/10/2023
0 comentarios
Ceiba
Esos parajes de naturaleza pinera se hundieron en los ojos de Martí. (Jaime Prendes /Islavision)

La ceiba no estaba allí cuando llegó  Martí a este sitio el 13 de octubre de 1870.  Es deportado a Isla de Pinos cuando sale de las Canteras de San Lázaro. Trae los ojos enrojecidos por las huellas de la cal. Tiene latigazos en la espalda y una  llaga abierta sobre el tobillo. Hay una  lesión dolorosa en el testículo magullado.

Sufre  pesadillas  que lo empujan a los días terribles del presidio. Hay un vacío en el corazón por la muerte prematura de dos hermanas: Pilar y Dolores Eustaquia. Está ausente la voz de la madre, sobre el silencio de sus manos rotas.

En esta casa de Isla de Pinos, recibe el desayuno, el  agua de manantial, un olor a monte, el  coro de pájaros libres, la hoja medicinal sobre la fiebre. Hay un reloj de sol para medir el tiempo hasta la muerte. Y las manos maternales de Trinidad Valdés, sustituyen las manos de la madre.

Y no es un semidiós, es solo Pepe Martí, el hijo de Mariano y Leonor. Dedica una fotografía a la señorita Adelaida,  escribe al final:  "Nueva Gerona. 16 de octubre de 1870, Besa sus pies. José Martí" Si ama a una mujer, a la Patria no deja de amar.

Lee los libros de la biblioteca de José María Sardà. Escribe cartas. ¿ Y poesías? Las cartas se deshicieron en un baúl abandonado o ardieron en 1881, cuando la madre las echó al fuego junto a sus dolores y esperanzas sin remedios.

Esos parajes de naturaleza pinera se hundieron en los ojos de Martí. Más de una vez, en el silencio de las tardes, entré al cuarto de Martí, ese que ves en la primera ventana. Busco su respiración,  aparto la vieja capa de los gritos y los días. Al fin lo encuentro...Tiemblan las hojas bajo la ceiba...y el curandero espiritual de mi país, se acerca por la ventana, trae una cruz en los hombros, una sonrisa y las palabras que dirá desde un rancho en la manigua: "La noche bella no me deja dormir" Suena el remo en el mar. Y el Elegguá cuida los caminos. Martí, en el portal de su tierra,  abriendo los brazos a todos los cubanos que saben amar.


Compartir

Julio Cesar Sánchez Guerra

Pinero de corazón. Pilonero de nacimiento. Cubano 100 por ciento. También vengo de todas partes y hacia todas partes voy. Practicante ferviente de la fe martiana. Apasionado por la historia, la filosofía y la poesía.


Deja tu comentario

Condición de protección de datos