sábado, 27 de abril de 2024

José Maceo, el León de Oriente

“Para que sea más igual la manera heroica de caer, me dicen que como Martí, iba José con el revolver en la mano, desafiando al enemigo”

Omar Rafael García Lazo en Exclusivo 05/07/2012
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José Maceo
José Maceo el león de Oriente.

“Arriba, la muerte es cuestión de fecha”, gritó el General José después de disponer las fuerzas para el combate y sucumbir a la impaciencia por no escuchar las descargas de fusilería mambisa. Era el 5 de julio de 1896.

Solo habían pasado veinte minutos después de impartir las órdenes y decidió marchar con su escolta hacia uno de los frentes para encarar las acciones. Con su revólver en la diestra, entró en la zona de fuego y una bala enemiga encontró final en su cabeza. El galeno Porfirio Valiente logró extraer el plomo, pero la herida era mortal.

Fermín Valdés Domínguez, amigo de José Martí y del General, en carta dirigida a Serafín Sánchez escribió sobre la triste pérdida: “Su muerte me hace recordar la de Martí” y en su diario reitera la idea: “Para que sea más igual la manera heroica de caer, me dicen que como Martí, iba José con el revolver en la mano, desafiando al enemigo”.

VIVO POR JOSÉ

Como toda su familia, José Maceo se incorporó a la lucha por la independencia solo dos días después del llamado de Carlos Manuel de Céspedes. Tras diez años de guerra y con 29 años, alcanzó los grados de coronel, después de patentizar su postura independentista en Baraguá junto a su hermano Antonio. 

A tal punto llegó su repulsa al Pacto del Zanjón que poco faltó para que resultaran sus planes de capturar al general español Arsenio Martínez Campos con el fin de desestimular los planes pacifistas.

Las ansias libertarias lo hicieron participar en la fracasada Guerra Chiquita, decisión que lo llevó finalmente al exilio, después de escapar de las prisiones y la persecución españolas. Años más tarde formó parte del Plan Gómez-Maceo, que por distintas razones no cuajó. Posteriormente, junto a su hermano Antonio, decide radicarse en Costa Rica.

En el territorio de Nicoya, Antonio funda la finca La Mansión, llamada por José Martí “manada de leones” por el número de oficiales y mambises que allí se establecieron y preparaban para continuar la lucha. Uno de ellos era José, el León de Oriente. Sin dejar de conspirar, Antonio, José y el resto de los colonos cubanos laboraron intensamente en actividades agrícolas.

Los días de la guerra son evocados en presente. Ninguno de los dos Maceo olvidará cómo José cuidó de su hermano Antonio, herido por siete balas españolas en el combate de Mangos de Mejías en agosto de 1877. Durante aquellos cuatro meses, José sirvió de guía, centinela y jefe militar de un pequeño grupo que cuidaba al preciado herido, buscado furiosamente día y noche por más de mil soldados peninsulares. Antonio no se cansó de decir: “Vivo por mi hermano José”.

EL LLAMADO DE MARTÍ

Mientras en Nicoya crecía la efervescencia revolucionaria, en Estados Unidos Martí fraguaba la unidad indispensable de los cubanos para la nueva etapa insurreccional. 

Bajo una nueva ideología que fundió lo mejor de la tradición revolucionaria cubana con una nueva dimensión antiimperialista, latinoamericanista y humanista, Martí organizó el Partido Revolucionario Cubano (PRC) que enlazaba en su seno a todos los factores sociales cubanos deseosos de la libertad. 

Alcanzadas las condiciones objetivas, garantizada la unidad y legitimado el liderazgo del PRC ante la emigración y los venerables militares, Martí realizó el último llamado por Cuba, al que respondió José sin dudarlo.

El fracaso del Plan de la Fernandina obligó a los máximos dirigentes de la Revolución a aplicar otras alternativas para llegar a Cuba. El 1ro de abril de 1895, José, su hermano Antonio, Flor Crombet y otros patriotas, desembarcaron por Duaba, al sur de la actual provincia de Guantánamo.

Después de varios días tratando de llegar a la zona en que operaban fuerzas mambisas, el grupo de expedicionarios se dispersó el día siete. José encabezó el tercer grupo, que el día 10 fue blanco de una emboscada en la que cayó Flor Crombet. José escapó lanzándose por un barranco y tras varios días de andar fue encontrado por las fuerzas libertadoras.

Numerosos testimonios confirman el respeto que sintió José Maceo por José Martí. Después del combate de Arroyo Hondo, sus tropas se encuentran con las de Máximo Gómez y Martí. Las muestras de alegría son enormes. Se cuenta que el propio José cargó en sus brazos al Viejo General y después al Delegado y daba vivas a los dos máximos dirigentes de la Revolución.

Durante varios días José no reparó en atenciones hacia Martí y Gómez. Hasta un caballo le obsequió a Martí, un corcel blanco y brioso llamado Baconao, sobre el cual cabalgaba el Apóstol el 19 de mayo. 

Sobre su muerte, José Maceo le expresó a Fermín Valdés Domínguez: “Solo Martí pudo sacarme de mi nido de amores, solo él me obligó con su patriotismo y me sedujo con su palabra, por él vine (a la guerra) y siento más que nadie que se haya muerto”.

Después de la reunión de La Mejorana José Maceo asumió el mando de la División Cuba. Su habilidad como soldado era suprema y su destreza como estratega era mayor en esta contienda, gracias a los estudios de táctica militar que de forma autodidacta realizó durante el exilio. Con sus fuerzas hizo historia en el oriente del país, hasta su muerte.

Para resumir la grandeza militar del General José, bastarían las palabras de su hermano Antonio cada vez que recordaba la batalla de Peralejo. En aquel combate, el Titán de Bronce se enfrentó cara a cara con las fuerzas comandadas por Martínez Campos, a las que le propinó una costosa derrota. Cada vez que rememoraba aquel episodio Antonio manifestaba: “Si yo tengo allí a José agarro a Martínez Campos”.


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Omar Rafael García Lazo


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