//

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Cuestión de tiempo

Norma Porras es la única sobreviviente de los famosos sucesos de O’farrill y Goicuría, cuando cuatro jóvenes de la clandestinidad lucharon toda una madrugada contra un grupo nutrido de la policía batisiana...

Yoel Suárez Fernández en Exclusivo 26/07/2015
2 comentarios
Una bala te alcanzó cerca de los riñones. Te dolía todo el cuerpo, y el instinto de palpar la herida bautizó en sangre tus manos. Estridentes, las sirenas hacían un coro endiablado en torno al edificio. El rojo parpadeaba veloz en tu rostro de muchacha.

Por un instante imaginas que no verás otra vez a tus padres, o a tus amigos del instituto. Mira que te lo dijeron. Norma, eso es peligroso. Las gentes de Batista son bestias. Los titulares de prensa parecían advertirte que aquello de meter el índice en el gatillo no era buena idea. Todos los días aparece alguien comido por los peces. Los tiburones de la bahía se están dando banquete, le habías oído decir a más de una persona.

Ignoras las advertencias. Te parecen redundantes e irrisorias cuando no es en carne propia que sufres tortura, un disparo o el encierro prolongado de un país en guerra. Y entonces comprendes, al fin (fin a veces literal), que el sermón de tus padres y amigos pudo mantenerte a salvo.

Salir con vida de aquel infierno, en el que no solo tú, sino también Pedrito, Rogito y Machaco, se juegan la vida esta noche, es el agobio que ronda tu cabeza desgreñada y sudorosa. Palpas tu vientre inflamado desde hace mes y medio. Sabes que la llamita conoce tus intenciones: guardar tu vida y la suya. Pero una lágrima escapa en medio de la abstracción. Estás segura que en breve te encontrarán indefensa esos grandes hijoeputas que a las órdenes de Ventura, Martín Pérez y Carratalá han matado a otros tantos. No tienes garras ni dientes para defender a tu hijo. Tan sólo es cuestión de tiempo. Recuerdas que en Santiago, después de lo del Moncada, leíste en aquella Bohemia que el ejército había matado a jóvenes como tú. Les habían disparado los muy maric* cuando los cogieron presos, y los reportaron entonces como bajas del combate.

Los disparos continúan: a veces en un grito extenso, ahora según al compás de la alarma en las perseguidoras. Son muchas, y antes de acabar tendida en la azotea te diste cuenta que en todo el vecindario había algún policía. El frío de la madrugada, que poco a poco aclara, se cuela por tu vestido. Y las 74 libras de tu cuerpo menudito tiemblan en la incertidumbre disimulada del miedo.

Con las manos lastimadas vuelves a tocar tu vientre. Parece más un abrazo; quizá piensas ahora, una triste despedida.

 

…Norma Porras. Ella es la única sobreviviente de los famosos sucesos de O’farrill y Goicuría, cuando cuatro jóvenes de la clandestinidad lucharon toda una madrugada contra un grupo nutrido de la policía batisiana. Los sucesos conmocionaron a la opinión pública nacional. Tanto como otro acto de la tiranía: la masacre de Humboldt 7.

Rogelio Perea Suárez, Pedro Gutiérrez Hernández y Ángel Ameijeiras Delgado, utilizaron hasta el amanecer las cuatro pistolas y bombas de TNT, las dos ametralladoras, y las tres granadas que ocultaban en el apartamento para dinamitar a la dictadura.

La historia de Norma Porras, ha motivado múltiples entrevistas; y ha inspirado, además, dos documentales y un largo de ficción que es ya un clásico del cine nacional: Clandestinos. Sin embargo, no deja de sorprender que muy pocos jóvenes conozcan que la ópera prima del realizador Fernando Pérez tenga como plectro los sucesos de O’farrill y Goicuría…

 

La segunda hora de la madrugada guarda silencio como un gato grande y oscuro que espera el tiempo del zarpazo. Es siempre una hora secreta, misteriosa, impenetrable. Pero aquel vendaval de tiros contra la puerta principal fue para ti una revelación terrible.

Con un salto tigre el sueño se marchó por las ventanas. Lo secundaron las balas, de un lado a otro de la calle.

La fiesta de fuego y plomo desató un concierto espeluznante. Las Thompson de la policía escupen una lluvia metálica contra los atrincherados. Le has dado tu pistola a Machaco, y el tiempo acrecienta el chillido feroz de las balas. Los muchachos te gritan que escapes a la azotea vecina. No, me quedo, no. Qué te vayas, Norma;¡vete!

 

…Las semanas previas a aquel fatídico 8 de noviembre de 1958 la persecución del jefe de la guerrilla urbana, Ángel Machaco Ameijeiras, se había intensificado. El temerario líder había hecho estallar explosivos en puntos estratégicos de la ciudad. Objetivo: sabotear la farsa electoral que organizara el gobierno golpista el tres de noviembre.

Norma, compañera de Ángel en la acción y la vida, conoció bien de cerca los constantes cambios de domicilio, que finalmente los llevaron al apartamento de Santo Suárez. Con más de setenta años de edad, recuerda que aquella estancia en O’farrill sería transitoria, porque Machaco y ella habían decidido irse para la Sierra…

 

La sangre emana indetenible por cuatro agujeros en la piel veinteañera de Norma. Se mezcla con el agua de los tanques reventados por la metralla. La joven está tendida sobre un techo contiguo al apartamento 5. Ya amanece y el ritmo de las balas comienza a debilitarse, a marcar más tiempo entre tiro y tiro, hasta prácticamente extinguirse. Tan sólo es cuestión de tiempo. 

Y no tienes dónde ir. Ni arma, ni fuerzas para conservar la vida propia y la del retoño que llevas adentro. Sabes que pronto vendrán a por ti los esbirros, y que el destino de ustedes podría ser brutalmente insólito.

La sangre de esa mano confirma tus sospechas: la bala te ha alcanzado bien cerca de los riñones. Y la mitad del cuerpo te duele como si una daga te rasgara la cintura.

Percibes el aire poluto, un lacrimógeno olor. Tan sólo es cuestión de tiempo. Los muy hijoeputas ya entraron. Escuchas palabras lejanas, entrecortadas, maledicentes, monosílabos letales, gritos imperativos, ¡Que bajen la escalera! Percibes los pasos ruidosos y torpes de los rendidos. Imaginas empellones, tropiezos y zancadas. ¡Ay! ¿Qué les van a hacer, maricones? Quieres gritarlo, pero la voz se te escapa como el aire por un fuelle defectuoso.

Estás acostada en el techo, y no hay quien consuele tu llanto. Tan sólo es cuestión de tiempo. Ahí están las primeras botas. Frente a tu cuerpo herido distingues los uniformes, las armas al hombro, y la voz del enemigo.

Aprietas bien fuerte tu vientre.


Compartir

Yoel Suárez Fernández

Se han publicado 2 comentarios


gato de cheshire
 17/8/15 1:17

bien por yoe, es una historia muy bonita y que debe ser retomada de esa forma original con que la hizo la colega aunque quiero aclarar dos cosas. uno, el personaje de isabel santos en clandestinos no es solo norma sino tiene mucho de dolores nieves,la novia de rogito,que no se quedaba a dormir porque su misión era aprovisionar a los ocupantes de goicuría y o farrill, segundo, no es una historia tan desconocida, se han escrito muchos reportajes sobre ella en nuestra prensa desde que luis baez escribió uno en 1964 en el matutino revolución hasta 2008 en que apareció otro en la revista bohemia. e incluso dos libros como semillas de fuego  y la habana insurrecta le dedican capítulos ah! antes quese me olvide norma tuvo el bebé,fue varón.

Liborio
 30/7/15 13:56

Es una lastima que esta historia sea tan desconocida...

Deja tu comentario

Condición de protección de datos