viernes, 19 de abril de 2024

Cuba y la secular lucha contra el racismo

Durante siglos, los enemigos de la nacionalidad cubana han tratado de dividirla apelando a las diferencias en la pigmentación...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 05/12/2015
3 comentarios

¿Existe actualmente la discriminación racial en Cuba? Una bloguera de engañosa piel blanca y un investigador sociocultural de engañosa piel negra, ambos residentes en la isla, así lo han afirmado en giras recientes por Estados Unidos. Sin embargo, ninguno aportó pruebas para fundamentar su aseveración.

Tal vez motivados por la interrogante que inicia este trabajo y conocedores de que el tema de la racialidad y etnicidad en Cuba me viene apasionando desde algo más de un cuarto de siglo, el equipo de Cubahora solicitó para esta página mi opinión al respecto.

No intento ser peyorativo en un párrafo anterior cuando hablo de “engañosa piel blanca o negra”. El pueblo cubano es producto del mestizaje. Desde la época de la colonización española, cuando de los matrimonios mixtos entre peninsulares y mujeres arahuacas surgieron las primeras generaciones de criollos.

Luego vinieron las oleadas de jóvenes africanos, arrancados en plena adolescencia y juventud de sus sabanas y selvas, y afloraron los mestizajes hispano-africano y afro-arahuaco. El etnos cubano, como burbujeante ajiaco, siguió en eterna ebullición con nuevos componentes asiáticos, caribeños y europeos.

Por tanto, definir a alguien en Cuba por el color de su piel es solo una clasificación superficial. Como diría el Principito, se olvida así que lo esencial es invisible para los ojos.

En un taller sobre racialidad, celebrado en 2012, auspiciado por la revista Espacio laical y la Iglesia Católica Cubana y que tuvo por sede el Arzobispado de La Habana, un grupo de científicos de distintos credos e ideologías presentó las conclusiones del estudio genético de la población cubana.

Con pruebas irrebatibles demostraron que más de las tres cuartas partes de la llamada población blanca tenía antepasados africanos; la casi totalidad de los mulatos, ascendencia española, aparte de la africana, obviamente, al igual que un porciento considerable de la llamada población negra.

Pueden imaginarse los lectores que los nuevos aristócratas, de uno y otro lado del estrecho de la Florida, y aquellos que pugnaban aún por un pasaporte español, invocando antepasados ibéricos, pusieron el grito en Canadá.

No obstante, en los modelos burocráticos del Comité Estatal de Estadísticas y el Ministerio del Trabajo y la Seguridad Social siguen clasificando a los cubanos de blancos, negros y mestizos, incluso, apelando al ya universalmente obsoleto concepto de raza.

En el caso nuestro, lo que se impone es hablar de tez o piel, ni siquiera de etnia, y de mulatos, que no es una clasificación ofensiva, en vez de mestizos, que todos los somos.

Solo aquellos inspirados en una motivación política y con deseos de agradar a los círculos reaccionarios de Norteamérica se les ocurriría denominar como minoría étnica a la población negra y mulata de Cuba. Tal dislate no resiste un análisis académico y objetivo desde el campo de las Ciencias Sociales.

Durante siglos, los enemigos de la nacionalidad cubana han tratado de dividirla apelando a las diferencias en la pigmentación. Promovieron el miedo al negro en la colonia, y luego, en la república neocolonial, difundieron calumnias contra las religiones de origen africano y sociedades como la Abakuá.

La independencia formal, alcanzada en 1902, lejos de erradicar las desigualdades, las acrecentó. En las primeras décadas del siglo XX a los congresistas blancos, en las recepciones de la mansión ejecutiva, se les invitaba con sus esposas; a los negros y mulatos, se prescindía de la pareja.

Las absurdas regulaciones en los parques de algunas ciudades no fueron derogadas hasta 1959. Por ejemplo, en el Céspedes, de Trinidad, a los negros y mulatos les estaba vedado tres de las cuatro cuadras del lugar, reservadas únicamente para los trinitarios de engañosa piel blanca.

En el Leoncio Vidal, de Santa Clara, “había” más democracia: a los negros les habían reservado dos cuadras, prohibiéndoles circular por las restantes.

La mayor parte de los colegios privados no admitían alumnos negros ni mulatos. En un fariseísmo total, algunos hoy en día les achacan ese racismo a los religiosos católicos y evangélicos, cuando eran los propios burgueses cubanos quienes amenazaban con retirar a sus hijos del plantel si admitían afrodescendientes.

A esto hay que sumarle que muchas de las playas del país, de propiedad privada, practicaban idéntico apartheid, y en tiendas como El Encanto, una cubana de engañosa piel mulata o negra era humillada por las empleadas si se atrevía a entrar para adquirir alguna prenda.

Con el triunfo de la Revolución (1959) las playas se declararon públicas y la universidad se vistió de negro, de mulato, de obrero, al igual que toda la enseñanza. En ninguna tienda del país se le niega atención a un cubano o cubana por el color de la piel.

Lamentablemente, las mentalidades no se cambian por decreto y aún persisten prejuicios raciales. Como dice el dúo Buena Fe en una de sus canciones: “Hay quien se atemoriza cuando entra en su cerebro la información de (que) su hija va a casarse con un negro”.

También, algunos ingenuamente y otros de mala fe tergiversan los conceptos y tratan de hacer pasar como discriminación racial, proscrita constitucionalmente, las desigualdades sociales que en Cuba aún existen porque no somos una sociedad perfecta, aparte de agresiones y bloqueo por más de medio siglo.

En la lucha contra el racismo, nuestro país ha avanzado mucho, y mucho aún le queda por avanzar. Y a pesar de ser un país pobre y acosado por intereses foráneos hay una voluntad política para promover ese avance. Reto que asume gustosa la sociedad cubana en este siglo XXI.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.

Se han publicado 3 comentarios


Armando
 30/12/15 8:28

¿Racismo?. Claro que lo hay, que no esté oficialmente institucionalizado es otra cosa. Está latente como un cáncer en las células de la sociedad esperando cualquier (la más mínima) posibilidad de hacer metástasis (y por favor disculpen la comparación). Basta ver el porcentaje de trabajadores negros-mulatos vs "blancos" en los puestos de trabajo mejor remunerados, tanto en el sector estatal como en el privado. ¿Qué me dicen de la animadversión de los padres cuando se enteran que a sus hijo(a)s les gusta un(a) negro(a), o como decía Rubén Blades "un niño de color extraño". Siempre ha habido racismo en Cuba, vivo en ella y he tenido la oportunidad de conocer otros países, por eso sé de lo que hablo al comparar, por las vivencias tenidas, la sociedad donde vivo con otras.

annia
 5/12/15 11:30

Muy bueno su artículo, pero discrepo en un punto muy importante y le ruego que lo piense mejor...Los cubanos que "pugnaban por un pasaporte español, invocando antepasados ibéricos" no lo hicieron ni lo hacen renegando su cubanía ni sus raíces africanas, que como todos los cubanos tienen...Lo hicieron y aún lo hacen para tener una vía legal y segura de salir del país (por una temporada o definitivamente) si es su deseo...y ante esa decisión no se les puede criticar, y mucho menos acusar de falta de cubanía. ¿O cree usted que los miles de cubanos que están fuera de su país reniegan de su tierra? de su cultura? de sus costumbres? de sus raíces? Los que lo hicieron por esa vía del pasaporte español...¿cree usted que pusieron un pie en España creyéndose ciudadanos españoles?...¿o ciudadanos cubanos, que es lo que son y lo que siempre serán? Usted y todos los cubanos sabemos que si se toma esa decisión es mayormente por motivos económicos, no por falta de cubanía, ni mucho renegando si sus padres o abuelos son mulatos o negros. Fue solo una vía segura, que también necesitó de mucho esfuerzo, pero más segura que lanzarse al mar, y creo que hasta más digna que casarse con un extranjero por interes, mi oponión... Recuerde esto, señor periodista, se lo ruego....

NEOCIMARRON
 5/12/15 8:33

Todavía me recuerdo la primera vez que al decir que estaba recién graduado de Física, me decian: -Ahh, de Educación Fisica.... -No, de Física.... y tenía que ver la cara de incredulidad de mi conocido. Hoy no me pasa tanto....pero de vez en cuando, por otras cosas, todavía salta la liebre.....

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