sábado, 27 de julio de 2024

Cuando reinó el silencio en las calles de Cuba

Con la Operación Tributo volvieron a la Patria los restos de miles de cubanos caídos con honor en tierras africanas...

Ada Ivette Villaescusa Padrón en Exclusivo 06/12/2014
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Cuba. 7 de diciembre de 1989. Sus calles, las de cualquier rincón de la isla, ven pasar los cortejos fúnebres. El día está opaco, salpicado a ratos por una tenue llovizna. Es una fecha luctuosa, sí; también insigne.

Llevados en hombros del pueblo, de milicianas y milicianos impecablemente uniformados, los féretros con los restos mortales de los internacionalistas cubanos cuya vida acabó bravíamente en la República Popular de Angola y otros países de África, van a recibir sepultura en suelo patrio.

Silencio, rostros que mezclan lágrimas y orgullo de coterráneos y familiareslos siguen hasta el Panteón de los Caídos por la Defensaen cada municipio de la nación.Ya habían desfilado frente a sus fotos y ofrendas florales.

En la capital, el homenaje central con la presencia de los presidentes de Cuba y Angola, el Comandante en Jefe Fidel Castro y José Eduardo Dos Santos, sería en el Mausoleo de El Cacahual, sepulcro del Lugarteniente General del Ejército Libertador Antonio Maceo y su ayudante, el capitán Panchito Gómez Toro, caídos en combate otro 7 de diciembre, el de 1896.  Evidente simbolismo.

Un año antes del regreso de los internacionalistas muertos en Angola, se rubricaron acuerdos de paz con los que terminaron las agresiones de Sudáfrica a ese territorio y propiciaron la independencia de Namibia. La Operación Carlota, colaboración militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias a la República Popular de Angola, por pedido de su presidente, Agostinho Neto, excedía, no poco, la década.

Y en aquel invernal diciembre de 1989, con la Operación Tributo retornaron los que no pudieron ver la victoria, pero ayudaron a conquistarla; retornaron para permanecer cerca de los suyos y recibir multitudinaria admiración por su coraje.

El internacionalismo viene arraigado en nuestra historia, tiene siglos de tradición. “Patria es humanidad”, nos legó José Martí, quien funda el Partido Revolucionario Cubano en 1892 para la libertad de Cuba y contribuir a la de Puerto Rico. En la Guerra Civil Española (1936-1939) lucharon cientos de cubanos, entre ellos el escritor y periodista Pablo de la Torriente Brau.

Jorge Risquet, en su artículo “Las profundas raíces del internacionalismo de los cubanos”, publicado en la revistaTricontinental, de noviembre de 2008, anota:

  “(…) no pocos hombres nacidos en esta tierra pelearon como combatientes internacionalistas en las guerras de independencia de América. Decenas de cubanos se incorporaron al Ejército Libertador de Simón Bolívar en la larga y cruenta campaña bélica para expulsar de América Latina al colonialismo español”.

La Revolución sobrepasaría la esfera militar, y lo ensancharía a otros campos: educación, deporte, salud… En julio de 1962 Argelia se independizó de Francia, y en 1963 llegaron allá médicos cubanos, con los que la isla inauguraba las misiones internacionalistas de civiles tras el triunfo de 1959. A iniciosde 1965 el Che viaja por África; se reúne con dirigentes de movimientos de liberación para conocer cómo Cuba podía apoyarlos.“Che Guevara en Guinea”, “El Che en Ghana”, “Llega a Tanzania Che Guevara”, destacaban titulares de la prensa.

En 1966 instructores militares y médicos cubanos se unieron en Guinea-Bissau a los rebeldes del Partido para la Independencia de Guinea y Cabo Verde —PAIGC— que, liderados por Amílcar Cabral, enfrentaban al colonialismo portugués, y permanecerían hasta el final de la guerra en 1974.

En el Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en 1975, Fidel reafirmó:“La política exterior de Cuba tiene como punto de partida, según reza nuestra Plataforma Programática, la subordinación de las posiciones cubanas a las necesidades internacionales de la lucha por el socialismo y por la liberación nacional de los pueblos”.

En consecuencia, la lista de internacionalistas y misiones se torna inmensa. Las mencionadas son solo escasos ejemplos. Ahora mismo, nuestros médicos de nuevo están dando al mundo una lección de altruismo, de humanismo, de hombradía, al combatir la epidemia de ébola en África occidental. Quienes en 1989 recibieron el tributo de su pueblo, cumplieron en Angola con su uniforme verde olivo; quienes están salvando vidas en Guinea Konakry, Sierra Leona y Liberia, lo hacen por igual con sus batas blancas.


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Ada Ivette Villaescusa Padrón


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