viernes, 26 de abril de 2024

Che, Comandante

De un modo informal y casi de soslayo Ernesto Guevara de la Serna asumió ese grado a propuesta de Fidel…

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 21/07/2017
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Che  y Fidel
“La dosis de vanidad que todos tenemos dentro, hizo que me sintiera el hombre más orgulloso de la tierra ese día" Ernesto Che Guevara.

“Ponle comandante”, dijo Fidel al terminar de redactar aquella memorable carta de pésame dirigida a Frank País por la muerte de su hermano Josué y de los valiosos jóvenes Floro Bistel y Salvador Pascual, firmada por todos los combatientes del Ejército Rebelde, cada uno en sus respectivas columnas. Era el 21 de julio de 1957 y al poner los grados de los integrantes de la Cuatro —que dirigía el propio Ernesto Guevara de la Serna—, el líder histórico de la Revolución Cubana señaló en el espacio que estaba junto al nombre del Che y pronunció la célebre frase.

Al recordar ese trascendental día en Pasajes de la guerra revolucionaria, el propio Guerrillero Heroico escribió: “La firmaron todos los oficiales del Ejército Guerrillero que sabían hacerlo (los campesinos de la Sierra no eran muy duchos en este arte y ya eran parte importante de la guerrilla). Se firmó la carta en dos columnas y al poner los cargos de los componentes de la segunda de ellas, Fidel ordenó simplemente: «ponle comandante», cuando se iba a poner mi grado. De ese modo informal y casi de soslayo, quedé nombrado comandante de la segunda columna del Ejército Guerrillero la que se llamaría número cuatro posteriormente”.

Cuando ocurre el ascenso del Che en esos días se formaba una nueva columna la cual le encargaban a él su dirección con el grado de capitán y se hacían algunos ascensos más…“Esta columna, a la cual llamaban «el desalojo campesino», estaba constituida por unos 75 hombres, heterogéneamente vestidos y heterogéneamente armados, sin embargo, me sentía muy orgulloso de ellos. Mucho más orgulloso, más ligado a la Revolución, si fuera posible, más deseoso de demostrar que los galones otorgados eran merecidos, me sentiría unas noches más tarde…

“Con mi columna de reciente formación tuve como primera tarea la de tender un cerco a Sánchez Mosquera, pero éste, el más «bicho» de todos los esbirros, ya se había alejado de la zona. Teníamos que hacer algo para justificar esa vida semiindependiente que llevaríamos en la nueva zona hacia la que debíamos marcharnos en la región de El Hombrito y empezamos a elucubrar hazañas. Había que prepararse para festejar dignamente la fecha gloriosa, 26 de Julio, que se aproximaba y Fidel me dio mano libre para hacer lo que pudiera, pero con prudencia.”, apuntó el Guerrillero Heroico.

El Che había acumulado tal derecho por sus cualidades personales y su pensamiento revolucionario. Con ese gesto se reconocía hasta ese momento al combatiente internacionalista; al médico y expedicionario del yate Granma; al luchador contra la dictadura batistiana; al combatiente de Alegría de Pío, El Uvero, La Plata… y después al protagonista de Arroyo del Infierno, El Hombrito, Pino del Agua; al jefe de la Columna Invasora No. 8 Ciro Redondo; al héroe de Santa Clara.

Pero también al hombre —que en ese entonces nadie imaginaba— que a partir del 1ro. de enero de 1959 sería cronista de la Revolución y una de sus figuras más notables, impulsor y ejemplo del trabajo voluntario; presidente del Banco Nacional de Cuba, Ministro de Industrias; representante en diferentes eventos internacionales, como la Asamblea General de la ONU y la Reunión de Punta del Este, Uruguay; al guerrillero de Bolivia, del Congo y del mundo entero.

Quizás por el ello al evocar lo que experimentó en ese instante del 21 de julio de 1957, afirmó: “La dosis de vanidad que todos tenemos dentro, hizo que me sintiera el hombre más orgulloso de la tierra ese día. El símbolo de mi nombramiento, una pequeña estrella, me fue dado por Celia junto con uno de los relojes de pulsera que habían encargado a Manzanillo”.

Como diría Fidel en el discurso que pronunció en la velada solemne efectuada en La Habana, en la Plaza de la Revolución José Martí, el 18 de octubre de 1967, “Che era un insuperable soldado; Che era un insuperable jefe; Che era, desde el punto militar, un hombre extraordinariamente capaz, extraordinariamente valeroso, extraordinariamente agresivo. Si como guerrillero tenía un talón de Aquiles, ese talón de Aquiles era su excesiva agresividad, era su absoluto desprecio al peligro”.


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Yuniel Labacena Romero


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