viernes, 26 de abril de 2024

A puro coraje

En las arenas de Playa Girón Washington confirmó que Cuba ya era diferente...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 18/04/2020
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Playa Girón-victoria
La victoria de Playa Girón fue de los muchos aportes de la joven Revolución Cubana a los sucesivos cambios positivos en el planeta.

La hostilidad de los círculos norteamericanos de poder hacia el proceso revolucionario cubano no fue un rechazo surgido a partir del primero de enero de 1959. Desde tiempo antes, frente a la crisis de la dictadura de Fulgencio Batista, no pocos personeros de Washington se citaron en La Habana y otros muchos parlotearon decenas de veces en entidades oficiales gringas para buscar un “remedio mediatizado” que evitara el triunfo definitivo de los combatientes de la Sierra Maestra y del llano.

Fracasados todos los intentos, la hostilidad, el cerco y las agresiones tomaron el primer plano en la agenda bilateral del poderoso vecino del Norte… y los sucesos de Playa Girón en abril de 1961 fueron parte clave de aquellos “ensueños” de retorno forzado de la isla a su condición de república dependiente.

Es conocido que los planes de invasión armada con el uso de un ejército mercenario se iniciaron bajo la administración de Dwight Eisenhower y pasaron como “sucia herencia” a la del posteriormente asesinado John F. Kennedy, que al fin los concretó. Su estructura y propósitos semejaban en mucho la acción militar de irregulares que, organizada también por Washington, puso fin en 1954 al gobierno progresista de Jacobo Arbenz en Guatemala, y por tanto los estrategas norteamericanos le atribuían un innegable éxito.

Solo que en Cuba ya no era la batalla contra un ejército guerrillero en ciernes ni un pueblo inerme. Si hay algo trascendente en aquel episodio —que costó la vida a más de ciento cincuenta compatriotas hasta que nuestras fuerzas irrumpieron en las arenas de Playa Girón el último bastión de los agresores— fue que soldados rebeldes, milicianos y policías presentes en los combates defendían, junto a la independencia y la integridad de la patria, la vocación socialista de la Revolución, proclamada apenas horas antes por Fidel en el sepelio de los caídos durante los bombardeos sorpresivos contra nuestras instalaciones aéreas el día 15 de abril.

Se combatió entonces por el país, por su derecho a un existir soberano. Pero, además, por una idea y un carácter que más allá de experiencias y aplicaciones prácticas fallidas resume y aspira a crear una humanidad más justa, equitativa, solidaria y próspera; libre al fin de todas las máculas y asimetrías que se nos vendían y todavía se nos venden como democráticas por antonomasia.

Girón despertó además una solidaridad trascendente hacia Cuba en todas partes del mundo, y con especial fuerza en una América Latina de pueblos sometidos y violentados que, por primera vez, en lo íntimo de sus esperanzas, conocieron que era posible abrir caminos hacia días mejores.

Lo decía Ernesto Guevara ante la ONU tiempo después, y cuando nuestro Hemisferio era ya un hervidero de insurgencia y batallar activo contra la dominación imperial y sus adláteres locales, la mayoría de ellos representantes de gobiernos impuestos por la fuerza, entrenados para torturar y asesinar, y ágiles en aquello de abrir puertas al injerencismo económico de la primera potencia capitalista.

Ahora, predijo entonces el Che, los que caigan en nuestro Continente lo harán como los de Cuba, los de Playa Girón, lo harán por su única e irrenunciable independencia.

Y es que la gesta de abril de 1961 –gesta, porque no le cabe otro  calificativo más preciso, merecido y objetivo- no solo marcó una sonada derrota bélica en la carrera de imposiciones y violencia de los grupos gringos de poder en esta parte del Mundo, sino además aportó la certeza a muchos expoliados y agredidos de América Latina y del resto del mundo, de que era factible enfrentar y derrotar al enemigo a pesar de sus inmensos recursos bélicos y su arrogante prepotencia.

Lo demostraría otra vez, varios lustros después, la brava nación vietnamita, que con su “Girón indochino” se transformó en un prolongado síndrome dentro de las paredes y cabezas de las instituciones y estructuras hostilizantes del hegemonismo Made in USA.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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