Dos noticias calienticas nos llevaron ante la computadora. Oscar Pino (división de los 130 kilogramos en el estilo grecorromano) aprovechó el domingo la única posibilidad que le quedaba en los campeonatos mundiales: repetir una medalla de bronce. Y unas declaraciones de Gustavo Rolle, el padre de la lucha cubana, recién llegado desde Budapest, donde fue exaltado al Salón de la Fama. La verdad es que regresó muy contento…
Vamos a comenzar por la del súper completo, quien volvió a competir en el puesto de nuestro casi invencible Mijaín López, tres veces campeón olímpico (Beijing 2008, Londres 2012 y Río 2016), quien por cuestiones estratégicas se ha estado reservando para tratar de llegar a un cuarto título en los de Tokio 2020.
Pino, en buena actuación entonces, por tratarse de su debut en mundiales, había terminado con bronce en el de París 2017, lo cual le puso etiqueta de hombre a tener en cuenta ahora en el de Budapest 2018.
PERDIÓ CON EL CAMPEÓN
Una derrota en su segundo combate, ante el ruso Serguey Semenov (a la postre campeón), con pizarra de 1-6, había llevado a Pino a la fase de repechaje. En ella venció primero al experimentado ucraniano Oleksandr Chernetskyy, medallista mundial en Las Vegas 2015. Y después al también conocido estonio Heiki Nabi, a quien se le recuerda por haber quedado en plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, tras perder con el excepcional Mijaín López.
Un apunte más sobre Nabi, el hombre que no pudo cortar el camino de Pino: aportó la gran sorpresa de esta modalidad, al imponerse 2-1 al laureado turco Riza Kayaalp, desde hace varios años el segundo mejor del planeta tras el propio Mijaín López.
El desempeño de Pino, a pesar de su medalla, única de los de la grecorromana, atenuó tan solo un poco el pálido desempeño esta vez de los de esa modalidad, a quienes se les atribuían mejores posibilidades. Entre ellas las de Ismael Borrero, ahora en la división de los 67 kilogramos, campeón mundial de Las Vegas 2015 y de los Juegos Olímpicos de Río 2016, entonces en la categoría de los 59.
Ello contrasta todavía más porque antes los de la libre se habían mostrado inmensos en los colchones montados en la Arena Laszlo Papp. Lograron una medalla de oro: Yowlys Bonne, de los 61. Y tres de bronce: Alejandro Valdés (65), Franklin Marén (70), y la primera de una cubana en toda la historia: Lianna de la Caridad Montero (55). El equipo masculino terminó en cuarto lugar, lo cual le dio clasificación para la próxima Copa del Mundo.
Vamos a subrayarlo: ¡los cubanos ganaron cinco medallas!
VOLVIENDO AL PADRE
Cuando bajó el telón en Budapest es lógico que Gustavo Rolle haya quedado muy contento: la medalla ganada por Pino fue la quinta lograda ahí por cubanos, y debemos recordar que las otras cuatro fueron en el estilo libre, en el cual además de practicarla, entre otros puestos, llegó a ser el jefe de entrenadores del equipo nacional.
“Los de la lucha libre lo hicieron muy bien. No vi la grecorromana, pues regresé antes. Y no solo lo digo por la masculina, sino también por la femenina. Bonne luchó a un nivel muy alto, como lo que es: un campeón mundial. Los ganadores de bronce también. Es muy justo decir lo mismo de las muchachas, muy jóvenes, pues apenas rebasan los 20 años de edad”, dijo trasluciendo esa felicidad.
“Me parece que en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 podremos tener otra buena actuación en la lucha”, pronosticó.
“En este momento hay 125 figuras incluidas en el Salón de la Fama. En la ceremonia se habló muy bien de la lucha cubana. No lo interpreto como un reconocimiento personal, sino a los resultados logrados por nuestro país y el deporte cubano, que aunque tiene dificultades es un modelo a seguir”, comentó.
Es oportuno recordar que Gustavo Rolle es el tercer cubano incluido en el Salón de la Fama de la unión internacional de luchas. Antes lo hicieron figuras tan destacadas como Filiberto Azcuy (campeón olímpico en Atlanta 1996 y Sidney 2000, por mencionar lo más relevante) y Héctor Milián (invencible en los de Barcelona 1992). Sí, hay un cuarto tocando a la puerta: el casi invencible Mijaín López.
Lo resumido en el párrafo anterior forma parte de una historia, a veces medio mágica, que no deja ni el más mínimo espacio para que haya sorprendido lo ocurrido ahora en los campeonatos mundiales de Budapest 2018. O lo que debe suceder en el futuro…
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