Casi dos décadas después de que la llamada “Era de los esteroides” provocara una de las mayores crisis en la historia de las Grandes Ligas, los jonrones han vuelto a recuperar la credibilidad, ya que ahora vuelven a salir de los bates de peloteros que exhiben una gran fuerza, talento, destreza y no necesitan utilizar sustancias prohibidas para incrementar la distancia de sus batazos.
No pocos consideran que la batalla por el título de jonrones de la temporada 1998, entre Mark McGwire y Sammy Sosa fue clave para traer de vuelta a los fanáticos estadounidenses a los estadios. La huelga de 1994 había provocado una enorme desconfianza en el futuro del juego y un desinterés muy visible. Supuestamente, los cuadrangulares de estos dos sluggers ayudaron a superar ese desinterés.
Hoy sabemos que los 70 vuelacercas de McGwire y los 66 de Sosa (aunque este no lo haya reconocido) fueron impulsados por un abierto consumo de esteroides. Si Grandes Ligas sospechaba algo de este engaño prefirió voltear la vista, porque le interesaba y mucho que la “batalla” por romper el legítimo récord de Roger Maris continuara llegando a los titulares de los medios de comunicación.
Quizás lo más preocupante haya sido que McGwire y Sosa no fueron los únicos que aprovecharon el “dejar hacer” de MLB para autopresentarse como grandes sluggers. En ese contexto, disparar más de 50 jonrones se convirtió en algo habitual. La “era de los esteroides” permitió que no pocos inflaran sus estadísticas y hoy el único castigo que se mantiene para los tramposos, liderados por Barry Bonds, es la exclusión del Salón de la Fama de Cooperstown; aunque existen varias especialistas que piden “levantar el veto”, bajo el poco sostenible argumento de que, en ese período, el empleo de esteroides no era castigado por Grandes Ligas.
La temporada 2018 de Grandes Ligas resultó pródiga en ponches y también en jonrones. En este último acápite la noticia más destacada fue el impresionante récord de cuadrangulares para un año que impusieron los Yankees de Nueva York. Los “Mulos de Manhattan” no ganaron la división y cayeron en la serie divisional ante los campeones de la Serie Mundial, los Medias Rojas de Boston; además, a nivel individual ni Gleyber Torres ni Miguel Andújar recibió el premio como Novato del Año; pero, de cualquier forma, la campaña puede considerarse inolvidable, ya que nunca antes en la historia de MLB una franquicia había sacado 267 pelotas del parque.
El récord de más cuadrangulares en un año estaba en posesión de los Marineros de Seattle, con 264 cuadrangulares, en 1997. Aquel formidable equipo, que nunca pudo llegar a una Serie Mundial, tenía como principal estrella a Ken Griffey Jr. quien conectó 56 vuelacercas esa temporada; además, en la alineación sobresalían Edgar Martínez, Jay Buhner, Paul Sorrento y un muy joven Alex Rodríguez.
Los Yankees de 2018 tuvieron como slugger más destacado a Giancarlo Stanton. Su llegada a los Mulos despertó enormes expectativas, por su unión con Aaron Judge; pero lo cierto fue que Stanton comenzó mal al bate y solo en la última parte de la campaña logró mejorar sus números, aunque de todas formas con 38 quedó muy lejos de los 59 jonrones que disparó con los Marlins, en 2017. Judge pasó casi dos meses en la lista de lesionados, por sus problemas en la muñeca y quedó en 27 vuelacercas; otro que también estuvo lejos de los terrenos por lesión fue Gary Sánchez, quien solo sacó 18 pelotas. Si estos dos peloteros hubieran tenido más veces al bate es probable que los Yankees hubieran sobrepasado los 300 jonrones.
Otro dato interesante y que realza el récord de los Yankees: por primera vez en la MLB un equipo logró que 12 de sus peloteros dispararan, al menos, 10 cuadrangulares y también los Mulos conformaron una alineación en la que cada uno de los nueve miembros había conectado 20 vuelacercas.
La MLB ha puesto en práctica, en la última década, una política antidopaje que, aunque se aleja muchísimo de lo que estipulan otros deportes olímpicos, al menos ha funcionado para detener el uso de sustancias prohibidas. Los peloteros saben que el castigo de apenas 80 partidos viene acompañado por un descrédito ante los fanáticos, el equipo…y las marcas que los patrocinan, así que lo piensan dos veces antes de llenar su cuerpo con esteroides.
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