sábado, 27 de julio de 2024

¿Quién apaga la candela?

Un mal que parece incurable en la pelota cubana afecta también la postemporada: cuando los pitchers abridores terminan su labor, empieza el dolor de cabeza de los mentores...

Norland Rosendo González en Exclusivo 07/01/2018
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Jorge Yhonson- Calixto N. Llanes
Jorge Yhonson impulsó la carrera del empate

El pasado fue un viernes de infarto. Probó los corazones de los fieles de los cuatro equipos que juegan la semifinal de la pelota cubana. Y retó a los directores, quienes hoy, pasada la tempestad, deben haber analizado qué hicieron y cómo lo hicieron. Creo que el examen más riguroso se centra en el manejo del bullpen. Una vez más se demostró que ese es uno de los puntos más flacos de nuestro béisbol.

Si alguien soportó sin sobresaltos lo sucedido fue Freddy Asiel Álvarez. El villaclareño que viste el traje azul desde la segunda fase ya no se inmuta porque los relevistas desperdicen la ventaja con la que deja los juegos. Ha sido así durante todo el campeonato, y en otras ocasiones lanza con calidad durante más de cinco capítulos y sus compañeros no producen carreras. Casualidad no es; fatalidad parece.

Frente a Las Tunas se repitió la historia. Se fue en el séptimo cuando los Industriales ganaban 7-3 y el desfile de apagafuegos atizó la candela. Por último, Víctor Mesa apeló a quien debía ser su tercer abridor, Vladimir García, y este, que en sus años mozos solía subir al montículo en momentos enmarañados, llegó tarde para detener el empuje de los Leñadores, que en esa entrada marcaron seis carreras, voltearon el marcador y aseguraron la primera victoria en el play off. Quizá si le hubiesen dado la bola abriendo el séptimo capítulo, la historia hubiese sido otra.

El estadio Julio Antonio Mella no sucumbió de puro milagro. Abarrotado de punta a punta, los aficionados, muchos parados casi en un solo pie, enloquecieron con el triunfo de su equipo, que no creyó en la experiencia de los Industriales, ni cuando estuvo debajo en la pizarra se dejó intimidar por las circunstancias. Como un viejo experto, aguardó su momento, y les cayó a hachazos a los Leones cuando estos andaban heridos.

Un rato antes, en el Victoria de Girón de Matanzas, también se le había disparado la tensión arterial a más de uno. Los Alazanes trotaban cómodos hacia el empate en el play off cuando los Cocodrilos empataron sensacionalmente el partido, para después caer por passed ball, con pizarra de 12-11.

Pero vayamos al asunto propuesto inicialmente, las flaquezas del bullpen y los manejos que de él hacen los mentores. Si Víctor Mesa pensaba usar a Vladimir en función de relevista, bien pudo emplearlo cuando sacó a Freddy Asiel, para preservar la ventaja de este, quien, repito, durante la campaña casi todas sus salidas fueron de calidad: Se iba del box pasado el quinto capítulo con el marcador a su favor o con escasa diferencia en su contra. O sea, que es un lanzador efectivo, pese a la cantidad de derrotas por el poco apoyo ofensivo; entonces detrás de él tiene que subir al montículo lo mejor disponible.

Pablo Civil también corrió un gran riesgo reemplazando a su abridor Yoalkis Cruz por Diego Granado. Es cierto que en la temporada regular le resultó muy eficaz en esa función, pero los play off son otra historia. Darle la bola a Cousín con el juego debajo por cuatro carreras fue una decisión riesgosa, pero entendible, si se considera que la tanda de los Leñadores es muy productiva. Y así mismo sucedió.

Después, con el juego 9-7, era, sin margen a las dudas, tiempo de José Ángel. El Barbero de Guanajay se encargó de los últimos cortes a la melena del León y en la selva solo se escuchó el sonido de las hachas.

En Matanzas, cuando el espectacular empate a 11 carreras, casi todo el mundo pensó que Víctor Figueroa iba a encomendarle a Miguel Lahera completar una victoria que hubiese puesto a los Rojos prácticamente en la final; sin embargo, optó por el zurdo Dariel Góngora, y ya con el mal casi hecho, que es lo mismo que decir con la carrera del desempate cerquita de home, fue que puso la pelota en manos de Lahera. La anotación entró, Lahera no permitió libertades, pero tampoco pudo impedir que los Alazanes ganaran por una nariz.

Desde la otra orilla, Carlos Martí, quien estaba casi obligado a ganar, no dudó en utilizar al presunto abridor del tercer juego cuando la cosa se puso más que fea. Alaín Sánchez era su última carta; le empataron la pizarra con error del jardinero izquierdo Geydi Soler incluido, pero lo dejó, y el villaclareño capeó el temporal, calmó la ira de los Cocodrilos y al final se llevó la victoria.  

Martí sabe que su bullpen no es muy sólido, y sus posibilidades dependen más de la ofensiva, por eso reitera su estraegia de que “aquí lo que hay es que ganar los juegos y pitchea el que haga falta”.

La pelota cubana sigue con deudas en el pitcheo y sobre todo las deficiencias son muy visibles en los serpentineros encargados de los relevos; cuando los abridores explotan cualquier cosa puede suceder, ayer fue un ejemplo.

Lamentablemente, no hay especialización y el trabajo de relevo, ya sea intermedio o cerrador, tiene muchas complejidades, lleva estudio, preparación, desarrollo de un pensamiento táctico propio para esas circunstancias, no basta con tirar duro o varios pitcheos.

La realidad es que los juegos se dilatan y complican en extremo en los últimos innings. Hasta en las salas de cardiología se preparan para esos momentos, pues los corazones cubanos no están blindados para tantos ataques súbitos.


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Norland Rosendo González

Vivo de aprender todos los días a contar historias. Ya voy por el prescolar en la escuela de la vida. Me escapo del mundo para ver un juego de béisbol.


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