miércoles, 1 de mayo de 2024

Pase, usted, béisbol cubano (+Fotos)(+Video)

Comenzó la temporada con un juego reñido y la vuelta del público a las gradas...

Norland Rosendo González en Exclusivo 24/01/2022
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No serán los mejores tiempos, pero el béisbol sigue siendo el mismo. Imán, corazón, mente. En Cuba, más corazón que mente. (Abel Rojas Barallobre / Cubahora)

Desde que Guillermito García le dio el último palo a los Cocodrilos en Sancti Spíritus, al cierre de la temporada 60, los aficionados al béisbol cubano contaban los días para la vuelta a los terrenos de sus ídolos locales, esos que, inspirados en los tiempos gloriosos, devuelven la pasión a las peñas, las polémicas reales y virtuales, y abren las puertas a un mundo menos dramáticamente humano.

Porque esas más de dos horas que duran los juegos y que parecen eternamente largas para quienes no conocen la magia de este deporte, y lo que un sorbo de café para sus seguidores, tienen la capacidad de sacudir a un país en tiempos de play off. Y antes también.

Ahora, empieza la Serie 61. Rueda la pelota por las redes sociales, por los parques, la juegan en sus encendidas polémicas los que vieron jugar a Muñoz, Braudilio, Casanova, Jorge Luis Valdés, Víctor Mesa, Omar Linares, Kindelán…

Se suman los que, con muchísimos años más, se jactan de haber estirado los ojos tras los soberbios batazos de Miguel Cuevas o haberlos achicado para ver, gozosos, la bola lanzada por Manuel Alarcón con esa habilidad para decirle que no al bate o dejarlo en ridículo con una conexión mansa.

No serán los mejores tiempos, pero el béisbol sigue siendo el mismo. Imán, corazón, mente. En Cuba, más corazón que mente. Y eso lo hace, aún, humano y arte, en una época en que la racionalidad dictada por la conjunción algorítimca de una computadora dice qué hacer y cómo jugar.

Son 16 equipos por una corona. Durante 75 días, casi todos a pleno sol, con esos rayos violentos castigando las espaldas, saldrán a los campos de juego a soportar, además, las incomprensiones de sus propios fieles. Vítores y rechiflas, en proporciones no siempre justas.

Unos salen con cierta aura de favoritos, con sus legiones ya curtidas en contiendas pasadas, y los reflectores mediáticos sobre ellos como aureolas; otros, han de empinarse sobre sus sueños, crecerse sin complejos porque armas tienen para reescribir los caminos trillados de los pronósticos; y también los hay que han de ponerle color a sus actuaciones, mostrar que ahora no, pero mañana sí.

Vuelve la pelota a los estadios cubanos. Ahora arropada con un traje hecho a mano durante muchísimos años, desde que llegara a esta Isla rodando desde el norte.

Es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación y con esa marca en el pecho del juego saldrán los atletas cada día a venerarla; tratando, incluso, de ajustarle las costuras para que se mueva mejor, esbelta como siempre ha sido en estos lares del Caribe.

Empezó en coche, en la tierra de los vigentes campeones, donde unos Alazanes que tienen al venerable Carlos Martí de timonel con 34 temporadas.

Fue un juego inaugural reñido, como se espera sea la campaña. Los Cocodrilos de Matanzas sacaron a lucir una de sus armas más poderosas, el poder al bate, aunque no de sus hombres del medio de la tanda, y el talentoso zurdo Naykel Cruz mostró sus herramientas, a pesar de lo intensa de su temporada anterior, para salir en coche por 4-3.

Se vivió un domingo redondo en Bayamo. Ha vuelto el béisbol. Cuba es otra cuando entre las dos rayas de cal se dirimen los juegos de nuestro deporte nacional. Pase, usted, béisbol cubano.


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Norland Rosendo González

Vivo de aprender todos los días a contar historias. Ya voy por el prescolar en la escuela de la vida. Me escapo del mundo para ver un juego de béisbol.


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