sábado, 20 de abril de 2024

La rumba de los luchadores en Budapest

A los colchones, de los campeonatos mundiales Sub 23, salieron cuatro cubanos, y…¡ ganaron dos medallas de oro y dos de bronce!...

Rafael Norberto Pérez Valdés en Exclusivo 04/11/2019
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Librista Reineris Andreu-Sub 23
Reineris Andreu (azúl): dos veces campeón mundial Sub 23.

Una reducida delegación, de solo cuatro competidores, presentó la lucha cubana hace unas horas en los campeonatos mundiales Sub23, con sede en Budapest, Hungría. La distancia, y los costos del viaje, así lo decidieron. Es verdad que se mandó a los de más posibilidades de poder subir al ansiado podio. No era nada fácil: pero… ¡los cuatro alcanzaron medallas!

¿Cómo fue esa cosecha de preseas? Dos de oro y dos de bronce.

La primera alegría la aportó el librista Reineris Andreu (división de los 57 kilogramos), quien había ganado también en la primera edición de estos mundiales, la del 2017.

El ritmo de Andreu en la final (luego de una férrea rivalidad en las duras peleas anteriores), resultó demoledor: superioridad técnica de10-0 en la final, sí, en una final, al kazajo Adlan Askarov.

Una cierta fama acompañó a Milaymis de la Caridad Marín Potrillé a su llegada a Budapest. Ese nombre para aprenderse salió a la luz cuando ganó la corona en los terceros Juegos Olímpicos de la Juventud, celebrados en octubre de 2018 en Buenos Aires.

Y después, en agosto pasado, al convertirsé en la primera luchadora cubana en ganar una medalla de oro en campeonatos mundiales, en este caso juvenil, celebrado en Tallinn (en estonio: Tallinn), en la división de los 72 kilogramos.

Ahora en Budapest, compitiendo en la categoría inferior de los 68, llegó a estar perdiendo 0-2 con la china Xiaoqian Wang, bronce en los 68 hace unas semanas en Nur Sultán.

Marín llegó a… estar perdiendo una vez terminada la primera mitad, tras fallar en el error de atacar las piernas de su rival.

ENTONCES…

Pero medio minuto le alcanzó a Marín para empatar a dos, lo cual significaba encontrarse ganando, por haber marcado la última acción. Ah… Xiaoqian Wang, no se rindió, atacó a las piernas, lo cual no le sirvió para impedir el 6-2.

Luego el también librista Yonger Bastida (92) quedó con medalla de bronce en el cuello, dando continuidad a su plata en el mundial, y ratificándose como alguien a tener muy en cuenta.

Hasta ese momento la alegría era muy justificada. Y ella sin olvidar que todavía faltaba por dispararse una bala cubana. La del estelar grequista Daniel Grégorich (división de los 87 kilogramos), otro, claro está, con posibilidades de subir al podio, como lo habían hecho sus tres compañeros precedentes.

La faena del capitalino puede verse desde dos ángulos diferentes. Una es que repitió su presencia en el podio: hace un año terminó con plata en este tipo de competencias. Y otra es que en estos casos es inevitable tratar de llegar lo más lejos posible la próxima vez (es decir: oro o plata).

Grégorich entró al colchón con el pie derecho en pelea ya por la medalla de bronce: derrotó a un ruso (su país, como nadie olvida, es potencia en este deporte). El éxito lo consiguió ante Vaag Margarian. Y fue en duelo digno de esos en los que muchos se comen las uñas…

Lo decimos porque la pizarra terminó con cinco puntos para Margarian. Y cinco para Grégorich. La balanza se inclino para el lado del cubano por haber marcado durante la última acción. Sí, para comerse las uñas…

Lo ocurrido ahora en Budapest, con su mundial Sub 23, ratifica a la lucha como uno de los deportes en Cuba de mayor puntería. Y que se debe cuidar lo más posible de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.


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Rafael Norberto Pérez Valdés


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