sábado, 20 de abril de 2024

La odisea de Andarín Carvajal en los Juegos de San Luis

Cuarto en los Juegos Olímpicos de San Luis 1904. Manzanas dañinas. Nació para correr...

Helio Ángel Menéndez García en Exclusivo 17/08/2016
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Lo de correr lo traía en la sangre cuando el lejano 18 de marzo de 1875 Félix de la Caridad Carvajal y Soto abrió los ojos al mundo en el entonces poblado de San Antonio de los Baños.

Apodado el Andarín desde muy joven, pronto ganó notoria popularidad por su resistencia en el diario andar por las calles de la ciudad, bien como cartero de ocasión, bien como hombre sándwich, emparedado entre dos carteleras que anunciaban productos comerciales, siempre acompañado de su inseparable silbato movilizador de la muchachada en su acostumbrado trotar callejero.

Así se dio a conocer, pero no fue hasta los Juegos Olímpicos de San Luis de 1904 que su nombre ganó repercusión mundial. Conquistado por amigos y admiradores al Andarínse le metió en la cabeza el propósito de probarse frente a los más consagrados maratonistas del momento y por colectas populares logró reunir parte considerable del dinero para viajar a San Luis, Estados Unidos.

Al llegar a New Orleans se agotó el dinero y fue entonces que hubo de cubrir el resto del viaje a pie, recorriendo una distancia considerable de kilómetros a lo largo de los cuales contó con la ayuda solidaria de mucha gente, reconocería el propio Andarín.

De esta forma fue que llegó a San Luis, desgastado por el descomunal esfuerzo, sin un centavo en los bolsillos y sin ropa deportiva adecuada, con pantalones de patas larga que alguien recortó en vísperas de la arrancada y las botas altas que utilizaba en su diario peregrinar por las calles de La Habana.

Llegó el momento de la salida. Alineados los 31 competidores que participaron en el maratón se dio la voz de largada y los corredores partieron en pos de la victoria.

Sin una estrategia de carrera previamente concebida, sin técnicos que le recomendaran qué hacer a lo largo de la agotadora prueba y, tal vez lo más importante, con el estómago vacío, el Andarín tomó la punta de la carrera y al rebasar los 30 primeros kilómetros llevaba clara ventaja sobre el estadounidense Fred Lordz.

Mas, el gran esfuerzo realizado por el Andarín, quien además no había entrenado desde que salió de La Habana días antes, comenzaron a surtir efecto en él. Las fuerzas le flaquean, siente hambre. A la derecha de la senda por la cual corre divisa un tentador manzano y sin pensarlo dos veces se aparta de la ruta y con ansías incontenibles devora algunas de esas manzanas, ajeno a lo que más tarde vendría.

Retorna a la senda de competencia en la cual se mantiene todavía de líder cuando apenas faltan poco más de 10 kilómetros para la meta. La colitis que sufre lo obliga a salirse del camino en dos ocasiones más y cuando logra incorporarse definitivamente al pelotón, ya otros han tomado la delantera.

Tal vez algunos pensaron que era el momento de abandonar, pero el persistente Andarín, lejos de bajar los brazos, se suma a los 14 hombres que aún quedan en la carrera y logra cruzar la raya en quinto lugar, escaño que mejora al cuarto por descalificación del ganador, Lordz, quien había cubierto parte del recorrido en el coche de su entrenador.

Su actuación en San Luis le vale invitaciones para participar en otras pruebas de nivel en Europa y en los propios Estados Unidos. Pero no está conforme.

Dos años después de San Luis, el Andarínintenta competir en los Juegos que los griegos organizaron bajo el título de Juegos Panhelénicos, y otra vez cuenta con el concurso financiero público. Se hacen las colectas, se reúne el dinero, pero cuando el Andarín llega ya el maratón se había corrido.

La causa fue que los organizadores enviaron la convocatoria tomando en cuenta el calendario antiguo y eso provocó el desfase.

Algunos historiadores sustentan que Andarín fue correo del Ejército Mambí en los últimos años de la guerra del 95 y que corría diariamente 50 kilómetros.

Otras muchas fabulosas anécdotas recogen la leyenda en torno a este mítico hombre, que el 27 de enero de 1949, a los 74 años de edad, murió frustrado y en la mayor miseria en la casucha que habitaba debajo del llamado Puente de La Lisa, en La Habana.

Cupo al Andarín ser el primer cubano que participó en el Atletismo de los Juegos Olímpicos de la era moderna.


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Helio Ángel Menéndez García


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