viernes, 29 de marzo de 2024

La niña linda de Europa (III)

En la tercera entrega de esta serie sobre las Eurocopas de Fútbol, echaremos una ojeada a lo acontecido en las ediciones de 1968 y 1972...

Michel Contreras González en Exclusivo 21/04/2012
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Gerd Muller
El Torpedo arrolló en Bélgica’72

En 1968, la Copa de las Naciones de Europa estrenó una fórmula clasificatoria más moderna, consistente en la conformación de ocho grupos de los cuales sobrevivía un equipo en cada caso tras dirimirse una liguilla. El evento iba ganando respetabilidad vertiginosamente, al punto que para esa ocasión, 31 escuadras se involucraron en la pulseada por hacerse con la gloria.

Una vez consumado el primer tramo, España, Bulgaria, la URSS, Yugoslavia, Hungría, Inglaterra, Francia y la anfitriona Italia se presentaron en los cuartos de final, que según el diseño competitivo se resolverían en partidos de ida y vuelta.

Poco espacio hubo entonces para la sorpresa, porque la poderosa tropa soviética avanzó junto a los correosos jugadores de la sede y los ingleses, que a la sazón ostentaban el título de campeones del planeta. Eso sí, Yugoslavia dio la nota a costa de los galos, incapaces de plantarles cara a aquellos inspiradísimos hombres encabezados por estrellas como Ivica Osim y Dragan Dzajic.

Así pues, el plato de la fase decisiva se sirvió entre el cinco y el diez de junio en las ciudades italianas de Florencia, Nápoles y Roma. En una de las semifinales ocurrió lo que nadie presagiaba: los yugos, irrespetuosos y crecidos, despacharon sin contemplaciones a los monarcas mundiales capitaneados por el gran Bobby Charlton, con un golazo en las postrimerías rubricado por el propio Dzajic.

El otro pasaporte finalista lo decidió la suerte. Sí, señor, la mismísima diosa Fortuna, puesto que soviets e italianos empataron a cero y, como entonces no se habían instaurado los penaltis de desempate, debió lanzarse una moneda al aire que favoreció a la Azzurra del inolvidable Sandro Mazzola.

El duelo del adiós tuvo por escenario a un atestado estadio olímpico romano, y tampoco careció de dramatismo. Fíjese usted que hubo que jugarlo dos veces, pues en la primera de ellas no hubo modo de romper la igualada a uno en la pizarra (dianas de Domenghini y Dzajic).

Sin embargo, dos días después, Italia le sacó partido al factor campo y sentenció tempranamente a través de Gigi Riva y Pietro Anastasi, a lo que no pudieron responder jamás aquellos yugos valerosos y privados a esas alturas de su cerebro, Osim, quien quedó lesionado en el match contra Inglaterra debido a la marca del salvaje Nobby Stiles.

De ese modo cerraba sus cortinas la Euro’68. Los bicampeones universales italianos, tan voraces, ya tenían un título en la máxima competición de selecciones europeas.

NADIE PUDO CON EL TREN

Cuatro años más tarde, todos tenían un claro favorito para ganar la Eurocopa, y ese no era otro que Alemania Federal. Los teutones habían armado un plantel terrorífico que luego llegaría a la cima del orbe en el Mundial de su país: disponían de cracks como Franz Beckenbauer, Paul Breitner y el Torpedo Gerd Muller, a quienes secundaban estelares de la talla de Gunter Netzer y Georg Schwarzenbeck.

Técnica y disciplinada según los cánones del maestro Helmut Schoen, la Maanschaft sembraba el pánico en sus oponentes.

De modo que muy escasos problemas debió solventar aquel grupo para alzar un trofeo que otra vez se discutió por el sistema de ocho grupos eliminatorios, de los cuales emergieron triunfantes los cuadros de Rumania, Hungría, Inglaterra, la URSS, Bélgica, Italia, Yugoslavia y —¿quién si no?— la RFA.

Llegada la instancia cuartofinalista, a los británicos les tocó bailar con la más fea (obviamente, Alemania) y fueron humillados en su mítico césped de Wembley. Por su parte, Bélgica liquidó a los titulares vigentes italianos, Hungría hizo lo mismo con Rumania, y la URSS —permanente animadora de las primeras Eurocopas— alcanzó su cuarta semifinal consecutiva, esta vez a expensas de la creativa Yugoslavia.

Con solo cuatro conjuntos en liza, las acciones se trasladaron hacia Bélgica, que acogería el segmento crucial entre el 14 y el 18 de junio. Y nadie se saltó el guión preestablecido: la RFA pasó a todo tren sobre los anfitriones, y los soviéticos decapitaron, inclementes, la esperanza magyar.

Lo demás, por esperado, no excedió de mera anécdota. En el estadio de Bruselas, los germanos borraron de la cancha a la URSS con tres dianas, dos de ellas a la cuenta del Cappo Cannonieri de la justa, el pequeñito Muller, y Alemania —un equipo de ensueño— se arrellanó en el trono del Viejo Continente.

LOS DATOS DE LA EURO’68

EL CHOQUE FINAL

Goles

1-0, Riva (12')
2-0, Anastasi (31')

Alineaciones

Italia: Zoff; Burgnich, Salvadore, Guarneri, Facchetti; De Sisti, Rosato, Mazzola; Domenghini, Anastasi y Riva. DT: Valcareggi.

Yugoslavia: Kouba; Rada, Kadlec, Suchoparek, Hornak; Nemec, Bejbl, Poborsky (Smicer, 88'); Nedved, Kuka y Berger. DT: Mitin.

LÍDERES GOLEADORES

Dragan Dzajic 2
Luigi Riva 1
Angelo Domenghini 1
Pietro Anastasi 1
Geoff Hurst 1
Bobby Charlton 1

LOS DATOS DE LA EURO’72

EL CHOQUE FINAL

Goles

1-0, Muller (27')
2-0, Wimmer (52')
3-0, Muller (58')

Alineaciones

RFA: Maier; Höttges, Schwarzenbeck, Beckenbauer, Breitner; Hoeness, Netzer, Wimmer; Heynckes, Müller y Kremers. DT: Schoen.

URSS: Rudakov; Dzodzuachvili, Kaplitchini, Khourstsilava, Istomine; Kolotov, Trochkine, Konvov (Dolmatov, 46'); Banichevski (Kosinkevitch, 65'), Onitchenko y Baidatchni. DT: Ponomarev.

LÍDERES GOLEADORES

Gerd Muller 4
Herbert Wimmer 1


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Michel Contreras González

Licenciado en Periodismo. Especialista en temas deportivos, con énfasis en béisbol, ajedrez, fútbol y atletismo


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