jueves, 28 de marzo de 2024

Esos padres amantes del beisbol…

En el Día de los Padres… la imagen que más recuerdo de mi viejo, quien primero me habló de Méndez, Luque, Torriente y otras glorias de ayer...

Helio Ángel Menéndez García en Exclusivo 19/06/2016
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Casi siempre que recuerdo a mi padre lo hago en domingo,  presuroso, conmigo de la mano, desafiando el sol del mediodía, camino del  Hoyo del Hotel Nacional, Pancho el Burro o el Litobana, de acuerdo al terreno donde jugara el equipo de sus simpatías.

Esa y no otra es la imagen que más recuerdo del hombre que un día dejó la Asturias de sus raíces para al cabo de los años y luego de no pocas vicisitudes, fundar un hogar en la tierra de promisión que quiso como suya y a la cual entregó sus cansados huesos.

Mi padre, uno de tantos peninsulares que sin dejar de añorar la Madre Patria abrazó los gustos y costumbres de la Isla a la que emigraron en busca de fortuna, se familiarizó con la pelota desde los lejanos días en que, por trabajar próximo al  viejo Almendares Park vio y conoció de cerca a los legendarios peloteros de aquella época.

Habanista en la pelota cubana,  fue él quien primero me habló de Méndez, Bombín Pedroso, Adolfo Luque y Cristóbal Torriente y quien desde temprano me metió en el cuerpo el “bichito” de la pelota.

No sólo gustaba del beisbol de alto vuelos. Era asiduo a esa otra que unos llamaron “pelota brava” y otros “de manigua”, jugada en placeres yermos, desprovistos de yerba, gradas y generalmente repletos de aficionados que seguían a los equipos de sus simpatías -nunca me expliqué cómo- a este o a aquel lugar por distante que fuera, aún cuando no se anunciaban por ningún medio.

Era por ese amor a la camiseta, que tanto se ha perdido, que mi padre seguía donde quiera que jugase al equipo Chevrolet y posteriormente al  Tuyo y Mío, cuando refugió su vejez en el Juanelo en el cual crecí.

Lo sé, viejo, te hubiera gustado mucho que alguno de tus cinco hijos varones hubiera sido pelotero, pero Mongo, Mario, Pepe, los de mayores aptitudes,  tuvieron por necesidad que incorporarse desde temprano al trabajo y se frustraron tus sueños. Yo, lo sabías papá, no nací para brillar en la pelota, aunque me gustara más que las deliciosas fabadas que solías hacernos cuando lograbas desplazar a mamá de la cocina.

No viviste, viejo, para ver las grandes transformaciones que te hubieran hecho tan feliz.  El joven abogado que dejaste en la Sierra descendió triunfante de las lomas y a partir de Enero del 59 la pelota y el deporte, como todo en el país, cambiaron radicalmente.

Quien por pésimo pelotero tuvo que valerse de la anotación estadística para mantenerse cerca de la actividad que amaba, devino redactor deportivo, gracias a las nuevas posibilidades - y ¡gracias a ti, claro!- . Redactor a quien soportan los pacientes lectores desde febrero de 1961.

Y este domingo Día de los Padres, ese redactor que contigo aprendió a llamar al beisbol pelota y al futbol balompié ha querido, por más razones que nunca antes, escribir  estas letras dedicadas a ti y a todos esos buenos padres en quienes te veo regresar  camino a los estadios, con paso presuroso y un niño de la mano. 

¡FELICIDADES A LOS BUENOS PADRES Y EN ESPECIAL A LOS QUE COMO EL  MIO, INCULCAN A SUS HIJOS LA SANA PRÁCTICA DEL DEPORTE!  


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Helio Ángel Menéndez García


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