jueves, 28 de marzo de 2024

Entre la tradición y las individualidades

Un resumen de lo que fue el deporte cubano en la arena internacional...

Aliet Arzola Lima en Exclusivo 25/12/2013
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Osleni Guerrero
Osleni Guerrero ha sido uno de los atletas más destacados del año.

Hablar del alto nivel del deporte cubano definitivamente no funciona, porque, a pesar de que los resultados no han desaparecido con el paso de los años, tampoco podemos obviar una verdad latente: el mundo del músculo en la Isla ha flaqueado, sobre todo por los continuos y constantes problemas en la formación de atletas y la deficiente atención a la cantera.

Si todavía ganamos medallas se debe al talento extraordinario de algunas figuras que nacen para triunfar, sin importar cuántas zancadas y baches encuentren en el camino. Ellos son estrellas.

Por supuesto, toda regla tiene su excepción y eso lo hemos podido constatar durante el presente 2013, en el que dos deportes de enorme arraigo y tradición mantuvieron sus elevadas prestaciones, y otro emergió prácticamente de la nada con una soberbia actuación en la arena internacional.

En primer orden el boxeo, disciplina que ha sufrido en el último lustro por las ausencias de rutilantes figuras que ahora prueban suerte en el ámbito profesional, algunos con buenos resultados, por cierto, lo cual evidencia que les sobraba calidad para imponerse en los escenarios de la AIBA.

Pese a la fuga de estos estelares, los entrenadores en el país, a base de incesante trabajo a lo largo del archipiélago, han armado nuevamente una escuadra de nivel, capaz de solventar las nuevas disposiciones competitivas, con peleas a cinco asaltos, sin cabecera, sin camisa y en plataformas extravagantes y mediatizadas, elementos que bien podían atentar contra los buenos resultados de los nacientes pugilistas.

Cinco medallas en el Campeonato Mundial de Almaty, Kazajstán, incluidas dos coronas de Julio César la Cruz y Lázaro Álvarez, y el segundo lugar entre 114 naciones, además de un imponente paso en su debut en la Serie Mundial (18 victorias en 20 combates y la punta del grupo más fuerte de la lid) hablan a las claras de que los resultados no se han esfumado.

Más allá, y lo que realmente ha llamado la atención durante el año que concluye, es que no solo se ha establecido un hombre fuerte por división, sino que ya cuentan con más de un representante de categoría por peso, los cuáles se disputan la titularidad en los torneos elite con cruentas batallas.    

Por si fuera poco, en el Mundial de Cadetes de Kiev, Ucrania, tres hombres escalaron a lo más alto del podio: Alayn Boudet, Maykel Franco y Joahnys Argilagos, este último distinguido como el mejor púgil del evento.

Siguiendo la estela de los deportes de combate aparece el judo, que en el Mundial de Río de Janeiro obtuvo dos títulos gracias al excepcional estado de Idalis Ortiz y Asley González, la primera para demostrar que su corona olímpica en Londres 2012 no fue obra de la casualidad, y el segundo ya consolidado en la cumbre de una división con rivales de alcurnia como el surcoreano Dae Nam Song, el brasileño Tiago Camilo, el japonés Masashi Nishiyama y el ruso Kirill Denisov. 

A esto debemos sumar el bronce por equipos en la propia lid sudamericana, además de primeros puestos en el Open de Luxemburgo y el Campeonato Panamericano de Costa Rica, el segundo en el Grand Prix de Estados Unidos, y el tercero en el Open de Bélgica, así como la corona de Gusmari García en el Mundial de Cadetes.

Hasta cierto punto se podía esperar tales prestaciones del judo y el boxeo, pero nadie, absolutamente nadie, contaba con un segundo lugar del orbe del taekwondo cubano, que brilló con luz propia en la lid global de Puebla, México.

Sendos metales dorados para Glenhis Hernández y Rafael Alba Castillo, así como los bronces de Robelis Despaigne, Yania Aguirre y Yamisel Núñez encumbraron a la Isla en suelo azteca, fruto de un trabajo exquisito basado solo en el entrenamiento y los constantes controles internos, pues ninguno de los representantes tuvo oportunidad de confrontar en la arena internacional previo al exigente examen.

Tras estos deportes que sí muestran un desarrollo por categorías, el cual nos permite afirmar que están sentadas las bases de una escuela cubana, aparecen otros que dependen solo de individualidades.

Tal es el caso del atletismo, que ha perdido fuelle, aunque algunas luminarias se mantienen en la elite. Por ejemplo, Yarisley Silva y Yarelis Barrios son rivales muy respetadas en cualquier escenario, mientras Pedro Pablo Pichardo sostiene la tradición del triple salto cubano, modalidad en la que sí ha logrado tener listo el relevo cuando los estelares van en decadencia.

Otra individualidad la encontramos en el remero Ángel Fournier, medalla de plata mundial en el single masculino peso pesado durante la cita universal de Chungju, Sudcorea, la cual complementó con un bronce en la propia categoría de la Copa del Mundo acontecida en Lucerna, Suiza.

Idéntica situación en el ciclismo, donde Lisandra Guerra se colgó el bronce tras un enorme esfuerzo en la complicada modalidad de keirin en el Campeonato Mundial de pista de Minsk, Bielorrusia, luego de arrasar en el certamen continental con tres de oro y una de plata.

Pero si de individualidades hablamos la más notable es la del badmintonista Osleni Guerrero, quien cuajó un año de ensueño al escalar del puesto 92 al 54 en el escalafón global, fruto de 24 680 puntos en 10 torneos, en los que siempre se ubicó entre los punteros frente a rivales con mejor ubicación y más fogueo competitivo.

También sobresalió el trebejista Leinier Domínguez, que ya anda por el puesto 12 del mundo con 2 757 puntos Elo, en gran medida por su rendimiento en el Grand Prix de Salónica, Grecia, donde se coronó con ocho unidades de 11 posibles tras victorias sobre el búlgaro Veselin Topalov (2 793), el italiano Fabiano Caruana (2 796), el ucraniano Vassily Ivanchuk (2 755), el uzbeco Rustam Kasimdzhanov (2 699) y los rusos Peter Svidler (2 769) y Alexander Morozevich (2 760).

Para culminar con este bosquejo de las individualidades, mencionar a Liván López y Reinieri Salas como los estandartes de la lucha ante la ausencia del fuera de serie Mijaín López. Ambos firmaron subtítulos en la justa global de Budapest, Hungría, aunque como colectivo mucho deben mejorar ambos estilos de la centenaria disciplina.

Al menos en estos deportes se pueden percibir resultados, pero en los colectivos el panorama no es tan alentador si miramos el 2013 en el retrovisor, salvando a la escuadra femenina de baloncesto, que por primera vez desde el 2005 ganó el Torneo FIBA Américas y obtuvo uno de los tres boletos en disputa la Mundial de Turquía el venidero año.

Del resto poco o nada. Por ejemplo, en el total ostracismo aparecen el jockey sobre césped, el polo acuático y el balonmano, disciplinas que vivieron su momento de gloria y no lograron mantenerse en la cúspide, además del fútbol, cuyo despegue no se vislumbra ni en los cuentos de fantasía.

El béisbol desentonó en el Tercer Clásico Mundial de Béisbol y las carencias de los jugadores afloran por doquier, aunque es preciso destacar que resultó atractiva la nueva estructura de la Serie Nacional, con ocho equipos reforzados disputando la fase elite. No obstante, falta trabajo, organización y sobre todo seriedad en el pasatiempo nacional, que precisa resurgir por el bien de la nación, que casi va a la par de los resultados en los diamantes.       

Pero la crisis de los deportes colectivos se personifica a la perfección en el voleibol, aunque, sin ánimos de justificar, el estado actual del voleibol en Cuba (no confundir con voleibol cubano) obedece única y exclusivamente a la deserción, salida legal y retiro de las principales figuras, con las cuales nuestros equipos discutirían medallas torneo tras torneo.

Este detalle ha conducido a mediocres actuaciones no solo en la categoría de mayores, sino también en las competencias juveniles y de cadetes, básicamente porque quienes deberían estar en dichas clases han violentado su desarrollo al dar un salto a las principales escuadras de ambos sexos.

Así podemos ver a Melissa Vargas, una niña de gran talento pero solo 14 años, quien ha tenido que cargar con el peso y la responsabilidad de conducir al plantel femenino contra verdaderos monstruos del voleibol moderno.

Este, definitivamente, no es el camino, y de no corregir el rumbo más temprano que tarde pasarán décadas sin que el voleibol cubano vuelva a asentarse en la cima del mundo.   

A grandes rasgos, esto es lo que nos deja el deporte cubano en el 2013, un año que quedará marcado en la historia por un enorme y trascendental paso: la oficialización de la política de remuneración a los atletas, entrenadores y especialistas del deporte, quienes finalmente percibirán un premio por su verdadero trabajo y ya no cobrarán por una plaza de carpintero o electricista en cualquier empresa que estuvieran emplantillados. Después de todo, al menos una luz se percibe en el horizonte.


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Aliet Arzola Lima


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