El deporte y sus públicos: ¿la era del cambio?

Para algunos suena a novedad. Para otros, apocalipsis. Las disímiles disciplinas deportivas se han enraizado a la humanidad a lo largo de la historia. Desde los ejercicios físicos hasta los propios juegos competitivos. La mayoría de modificaciones implementadas en eventos de esta índole persiguen la atención globalizada de las audiencias, sobre todo en una era de velocidad, de dispositivos móviles que muestran la realidad bajo múltiples perspectivas.

Los deportistas son elogiados por su proyección ante el mundo, avalada por los logros y la manera de asumir temáticas de interés para la opinión pública. No solo en situaciones específicas dentro de campañas sociales o benéficas, sino también como artífices de eventos que combinan patrones tradicionales con nuevos formatos, concebidos para atrapar a quien observa.

Las estrategias orientadas al marketing digital ganan protagonismo, incluso en medio de campañas que rozan lo informal y no lo estéticamente correcto. Más allá de prácticas esenciales en la comunicación, se sustentan en la voz de agentes populares en el entorno digital, dueños de un impacto notable en las redes sociales. De ellos se obtienen luego seguidores dispuestos a consumir los productos, independientemente a los costos o implementos destinados a la recepción.

Con estas premisas surgen eventos como la Kings League InfoJobs, fundada por el exfutbolista español Gerard Piqué, apoyado por el streamer y youtuber Ibai Llanos. Ambos trabajan como socios en el equipo de E-sports KOI. Piqué asegura públicamente que el más universal de los deportes necesita aumentar su dinámica; el público joven en su mayoría no tolera los 90 minutos predeterminados por partido y se convierte en un encuentro monótono.

A la modalidad tradicional de “fútbol 7” se le añaden otras reglas que reflejan la sinergia entre el entorno futbolero y los videojuegos. Antes de iniciar cada encuentro, los entrenadores eligen un sobre con una carta al azar en su interior, la cual representa una ventaja casi inmediata para su conjunto. El público también jugó su rol relevante (más allá de consumir las transmisiones) por ser los responsables directos de las reglas especiales aplicadas en la liga. Los resultados en registros de audiencia impresionan: los fans globales del soccer siguen hablando sobre la Kings League.

Por otro lado, el juego ciencia se estremece al asumir que el noruego Magnus Carlsen no defenderá la corona mundial en el presente año 2023. El campeón evitó la ambigüedad sobre una posible retirada, pero dejó claro el desinterés que le generan las partidas clásicas, sobre todo por la duración. De conquistar el éxito este año, hubiera igualado al alemán Emanuel Lasker y al soviético Mijal Botvinnik, con la meta adicional de mantenerse líder durante diez años.

Paralelamente, desde Internet o el intercambio presencial se vuelven habituales las partidas rápidas, donde los ajedrecistas se someten a la presión añadida de pensar sus movimientos contra un cronómetro. Evidentemente la posibilidad de error aumenta y el duelo en general crece en cuanto a su dinamismo. Quizás en esta modalidad el número uno recupere las ansias de competir.

La tecnología dispone de amplias potencialidades con las que los usuarios pueden formar parte del deporte desde dentro. El público gusta de conocer la raíz de los procesos, de involucrarse en la rutina de sus ídolos. La mayor interrogante somete a juicio el valor de las disciplinas más tradicionales y si existe o no la necesidad de implementar ideas para renovarlas.

El calor del debate se aprecia en tono febril, irreverente, porque el deporte les interesa a las personas, tanto en las maneras de practicar, jugar o potenciar otros espacios que pudieran obtener visibilidad. La atención siempre reposará en lo más atractivo, pero lo más atractivo no se elige de igual forma por cada uno de los observadores.