miércoles, 24 de abril de 2024

Del ring a las nubes

Los sueños del avileño Félix Ramón Guirola eran demasiado grandes como para quedarse entre las cuerdas de un cuadrilátero...

Norland Rosendo González en Exclusivo 29/01/2017
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Félix Ramón Guirola
Félix lleva 35 años sobre estas bicicletas gigantes y nunca ha tenido un accidente.

De niño jugó todo lo que quiso. De joven fue, entre otras cosas, boxeador, y se liaba a golpes con cualquiera sobre el ring. No andaba mirando mucho quién era el adversario. Sus brazos, cuentan, eran una máquina de tirar piñazos. Ahora, es un personaje en La Habana.

Llegó a acumular 260 peleas sobre el ring, de las que solo perdió 51, y se colgó 8 medallas, en las divisiones de 48 y 51 kilógramos. Hasta un subcampeonato nacional juvenil logró en 1983 cuando perdió por el oro con el cienfueguero Julito González, quien después fue por muchos años una estrella en el mundo.

Pero el avileño Félix Ramón Guirola tenía unos sueños muy grandes para quedarse entre las cuerdas de un cuadrilátero. Ya sabía lo que era la altura, porque su padre, desmochador de palmas y cocoteros, lo había enseñado a subirse en esas matas y hasta a tirarse con par de pencas amarradas a los brazos.

Félix gozaba planeando, mientras el resto de la familia hincaba las rodillas en la tierra para rezar porque no le pasara nada. También fue manguero, no vendedor de mangos, sino integrante de un grupo (manga) de “locos” que se iban desde su ciudad natal hasta el balneario de Varadero en bicicleta, se pasaban el día en la playa y por la noche regresaban, como si nada, dando pedales hasta Ciego de Ávila.

Dice que fueron tiempos espectaculares. “Salíamos el sábado por la noche, llegábamos a Varadero el domingo temprano, gozábamos todo el día y por la noche emprendíamos el regreso”.

¿Y llegaban todos?, le pregunto. “Algunos no, o había que remolcarlos, o se quedaban rezagados; pero la mayoría sí. Fuimos a todas las playas de Ciego; a Ancón, en Trinidad; Santa Lucía, en Camagüey; Caibarién, en Villa Clara”.

Hasta aquí hay suficiente trigo para armar el guion de una película o un documental. Sin embargo, lo mejor, por lo que Félix es un personaje muy popular y, si se hace justicia, único en el mundo, no se los he contado aún. Aunque quizás usted lo haya visto por las calles de la capital cubana. O en Internet, donde también es famoso.

EL SHOW DE LOS CARNAVALES EN CIEGO

Él es el hombre que monta la bicicleta más alta que rueda actualmente en todo el planeta. Según el libro Guinness de los récords, ese mérito lo tiene un estadounidense, Richie Trimble, (6.16 metros), pero la verdad verdadera, como diría un amigo mío, no es esa: el hombre que tiene la bicicleta más alta del mundo es Félix, pues la suya mide 7.50 metros.

Para disipar las dudas, no contento aún con encaramarse y dar pedales en esa “jirafa con ruedas”, está fabricando otra que dejará chiquita a la actual: ¡una de diez metros de altura!

La historia empezó en Ciego de Ávila. Dice que en el año 81 vio a un mecánico de la selección nacional de ciclismo con un tándem (dos bicicletas juntas, una detrás de la otra) y quiso comprársela. Le ofreció 3 000 pesos, una fortuna para aquella época, pero el hombre no accedió.

“Bueno, si no me la vendió, lo voy a dejar boquiabierto en los carnavales” (que iban a comenzar dos días después del intento fallido de compra-venta). Félix le dijo a su mamá y a su abuela: prepárense, para lo que van a ver. Y se fue a una tienda y compró una bicicleta.

En vez de soldarla por detrás de otra, lo hizo encima, o sea, una “bici de dos plantas” y se fue a una Feria muy popular que había a propósito de los festejos, a la cual acudía la gente a exhibir cosas exóticas y animales raros. “Me robé el show aquella vez. Y al año siguiente le encaramé otra bicicleta, y luego, otra más, y así hasta que llegué a tener siete cuadros uno encima del otro, y por el peligro de los cables eléctricos no podía montar fácilmente. Yo era la sensación de la Feria.

”Pero no me quedé ahí. Qué va. Le soldé el octavo y me iba a pedalear a la plaza Abel Santamaría. Una vez estaba tocando allí el grupo de Cándido Fabré y él, con esas ocurrencias que tiene, me pidió que me bajara, me improvisó un estribillo y se subió en la bicicleta”.

AGUANTA GUAJIRO, CÓRTALE UN PEDAZO

Por entonces, aunque no lo sabía, ya Félix montaba en la bici más alta del mundo. Luego, en 2011, se casó en La Habana y casi tiene que apelar a los viejos tiempos en que era boxeador para vengarse de algunos que le decían mentiroso y otras afrentas que le ponen la sangre a punto de ebullición, porque no querían creer que en Ciego de Ávila tenía una bicicleta tan grande.

“Hasta la familia de mi esposa se sonreía burlescamente y me decía: guajiro, afloja.

”Una noche me desperté, recogí una muda de ropa y le dije a mi esposa, me voy para Ciego. Pero tú estás loco, me respondió ella. No te preocupes, vengo dentro de dos o tres días.

Allá hablé en la terminal de trenes y logré que me embarcaran la bicicleta para La Habana. Llegué la armé y me fui montado en ella para la casa de los parientes de mi esposa que viven en La Lisa. Imagínate desde La Habana Vieja hasta allá. La gente se quedaba con la boca abierta cuando me veía pasar, los choferes me pitaban, siempre hubo algún gracioso… Cuando llegué, no sabían qué decir, me pidieron disculpas por no haber creído en mí”.

Y QUIERE DARLE LA VUELTA A CUBA

Desde entonces es una sensación en La Habana. Todos los días traslada a su esposa a su centro laboral en una de sus “superbici” de 2.90 metros de alto, lleva alimentos para unos cerdos que tiene en la Lisa, asiste a cuantas actividades lo invitan… Y hasta dejó asombrados a los integrantes del equipo de filmación de Rápido y Furioso cuando estuvieron en La Habana.

Félix quería aparecer en alguna escena de la película, pero ellos le dijeron que no podía ser porque se iba a convertir en el protagonista con su sensacional invento. Sin embargo, no descartaron que algún día pueda ser parte de un proyecto audiovisual de ellos.

A veces, los patrulleros lo han detenido en la vía. ¿Qué hice, qué violación cometí?, le inquiere a los agentes. Ninguna, era para ver cómo te bajabas de ahí, es la respuesta que le dan para justificar la broma.

Félix lleva 35 años sobre estas bicicletas gigantes y nunca ha tenido un accidente; entre sus amigos se precia de contar al suizo Claude Marthaler, el único hombre que le ha dado la vuelta al mundo sobre bielas y pedales; dedicó 16 años a esa aventura, y vino a Cuba a conocerlo. Sin embargo, Félix se conforma con darle la vuelta a Cuba sobre uno de sus inventos. Y con la energía que tiene, no lo dudo.

Aunque no lo ostente, ya él es un recordista mundial. Que lo homologuen en el Guinness es un trámite que bien merecen Félix y Cuba.

De niño jugó todo lo que quiso. De joven fue, entre otras cosas, boxeador, y se liaba a golpes con cualquiera sobre el ring. No andaba mirando mucho quién era el adversario. Sus brazos, cuentan, eran una máquina de tirar piñazos. Ahora, es un personaje en La Habana.

Llegó a acumular 260 peleas sobre el ring, de las que solo perdió 51, y se colgó 8 medallas, en las divisiones de 48 y 51 kilógramos. Hasta un subcampeonato nacional juvenil logró en 1983 cuando perdió por el oro con el cienfueguero Julito González, quien después fue por muchos años una estrella en el mundo.

Pero el avileño Félix Ramón Guirola tenía unos sueños muy grandes para quedarse entre las cuerdas de un cuadrilátero. Ya sabía lo que era la altura, porque su padre, desmochador de palmas y cocoteros, lo había enseñado a subirse en esas matas y hasta a tirarse con par de pencas amarradas a los brazos.

Félix gozaba planeando, mientras el resto de la familia hincaba las rodillas en la tierra para rezar porque no le pasara nada. También fue manguero, no vendedor de mangos, sino integrante de un grupo (manga) de “locos” que se iban desde su ciudad natal hasta el balneario de Varadero en bicicleta, se pasaban el día en la playa y por la noche regresaban, como si nada, dando pedales hasta Ciego de Ávila.

Dice que fueron tiempos espectaculares. “Salíamos el sábado por la noche, llegábamos a Varadero el domingo temprano, gozábamos todo el día y por la noche emprendíamos el regreso”.

¿Y llegaban todos?, le pregunto. “Algunos no, o había que remolcarlos, o se quedaban rezagados; pero la mayoría sí. Fuimos a todas las playas de Ciego; a Ancón, en Trinidad; Santa Lucía, en Camagüey; Caibarién, en Villa Clara”.

Hasta aquí hay suficiente trigo para armar el guion de una película o un documental. Sin embargo, lo mejor, por lo que Félix es un personaje muy popular y, si se hace justicia, único en el mundo, no se los he contado aún. Aunque quizás usted lo haya visto por las calles de la capital cubana. O en Internet, donde también es famoso.

EL SHOW DE LOS CARNAVALES EN CIEGO

Él es el hombre que monta la bicicleta más alta que rueda actualmente en todo el planeta. Según el libro Guinness de los récords, ese mérito lo tiene un estadounidense, Richie Trimble, (6.16 metros), pero la verdad verdadera, como diría un amigo mío, no es esa: el hombre que tiene la bicicleta más alta del mundo es Félix, pues la suya mide 7.50 metros.

Para disipar las dudas, no contento aún con encaramarse y dar pedales en esa “jirafa con ruedas”, está fabricando otra que dejará chiquita a la actual: ¡una de diez metros de altura!

La historia empezó en Ciego de Ávila. Dice que en el año 81 vio a un mecánico de la selección nacional de ciclismo con un tándem (dos bicicletas juntas, una detrás de la otra) y quiso comprársela. Le ofreció 3 000 pesos, una fortuna para aquella época, pero el hombre no accedió.

“Bueno, si no me la vendió, lo voy a dejar boquiabierto en los carnavales” (que iban a comenzar dos días después del intento fallido de compra-venta). Félix le dijo a su mamá y a su abuela: prepárense, para lo que van a ver. Y se fue a una tienda y compró una bicicleta.

En vez de soldarla por detrás de otra, lo hizo encima, o sea, una “bici de dos plantas” y se fue a una Feria muy popular que había a propósito de los festejos, a la cual acudía la gente a exhibir cosas exóticas y animales raros. “Me robé el show aquella vez. Y al año siguiente le encaramé otra bicicleta, y luego, otra más, y así hasta que llegué a tener siete cuadros uno encima del otro, y por el peligro de los cables eléctricos no podía montar fácilmente. Yo era la sensación de la Feria.

”Pero no me quedé ahí. Qué va. Le soldé el octavo y me iba a pedalear a la plaza Abel Santamaría. Una vez estaba tocando allí el grupo de Cándido Fabré y él, con esas ocurrencias que tiene, me pidió que me bajara, me improvisó un estribillo y se subió en la bicicleta”.

AGUANTA GUAJIRO, CÓRTALE UN PEDAZO

Por entonces, aunque no lo sabía, ya Félix montaba en la bici más alta del mundo. Luego, en 2011, se casó en La Habana y casi tiene que apelar a los viejos tiempos en que era boxeador para vengarse de algunos que le decían mentiroso y otras afrentas que le ponen la sangre a punto de ebullición, porque no querían creer que en Ciego de Ávila tenía una bicicleta tan grande.

“Hasta la familia de mi esposa se sonreía burlescamente y me decía: guajiro, afloja.

”Una noche me desperté, recogí una muda de ropa y le dije a mi esposa, me voy para Ciego. Pero tú estás loco, me respondió ella. No te preocupes, vengo dentro de dos o tres días.

Allá hablé en la terminal de trenes y logré que me embarcaran la bicicleta para La Habana. Llegué la armé y me fui montado en ella para la casa de los parientes de mi esposa que viven en La Lisa. Imagínate desde La Habana Vieja hasta allá. La gente se quedaba con la boca abierta cuando me veía pasar, los choferes me pitaban, siempre hubo algún gracioso… Cuando llegué, no sabían qué decir, me pidieron disculpas por no haber creído en mí”.

Y QUIERE DARLE LA VUELTA A CUBA

Desde entonces es una sensación en La Habana. Todos los días traslada a su esposa a su centro laboral en una de sus “superbici” de 2.90 metros de alto, lleva alimentos para unos cerdos que tiene en la Lisa, asiste a cuantas actividades lo invitan… Y hasta dejó asombrados a los integrantes del equipo de filmación de Rápido y Furioso cuando estuvieron en La Habana.

Félix quería aparecer en alguna escena de la película, pero ellos le dijeron que no podía ser porque se iba a convertir en el protagonista con su sensacional invento. Sin embargo, no descartaron que algún día pueda ser parte de un proyecto audiovisual de ellos.

A veces, los patrulleros lo han detenido en la vía. ¿Qué hice, qué violación cometí?, le inquiere a los agentes. Ninguna, era para ver cómo te bajabas de ahí, es la respuesta que le dan para justificar la broma.

Félix lleva 35 años sobre estas bicicletas gigantes y nunca ha tenido un accidente; entre sus amigos se precia de contar al suizo Claude Marthaler, el único hombre que le ha dado la vuelta al mundo sobre bielas y pedales; dedicó 16 años a esa aventura, y vino a Cuba a conocerlo. Sin embargo, Félix se conforma con darle la vuelta a Cuba sobre uno de sus inventos. Y con la energía que tiene, no lo dudo.

Aunque no lo ostente, ya él es un recordista mundial. Que lo homologuen en el Guinness es un trámite que bien merecen Félix y Cuba.


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Norland Rosendo González

Vivo de aprender todos los días a contar historias. Ya voy por el prescolar en la escuela de la vida. Me escapo del mundo para ver un juego de béisbol.


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