sábado, 27 de julio de 2024

De Las Tunas me llega un recado

Unos minutos de charla con la hermana de Stevenson. ¿Coliseo Teófilo Stevenson? Sentida peregrinación a su tumba...

Helio Ángel Menéndez García en Exclusivo 04/07/2016
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Nancy Stevenson Lawrence, hermana de Teófilo Stevenson, el más grande boxeador amateur de todos los tiempos, regresa visiblemente conmovida de Las Tunas, sede por cuarta vez de la Copa de Boxeo organizada en memoria del tres veces campeón olímpico y mundial.

Con voz trémula y lágrimas que amenazan con brotar, Nancy habla de cuánto la emocionó el amor con que “su gente”, y muy especialmente la de Delicias, recuerdan a Teo.

Así, en medio de la conversación un tanto informal a ratos, Nancy me suelta: De allá le traigo un recado, hay curiosidad en el terruño por saber si es que le van a poner al coliseo de la Ciudad Deportiva el nombre de Teófilo, y para cuándo sería”.

Le advierto que no soy yo el indicado para despejar esa interrogación. Tal vez la inquietud de sus “paisanos” y de otros obedece a que el día 26 de agosto de 2012 publiqué en Juventud Rebelde una bien argumentada propuesta abogando porque bautizaran a nuestro Coliseo Mayor con el nombre de Stevenson.

Lamento no poder satisfacer la duda, pues hasta el día de hoy no he sabido de comunicación oficial alguna al respecto, por lo cual no tengo la respuesta para una ni para otra pregunta. No obstante, reitero lo dicho entonces.

No resulta difícil sostener tal propuesta, pues si a alguien le sobran atributos para merecer ese honor es propiamente a Stevenson. No solo por su enorme calidad deportiva, en la cual considero no hay que insistir por resultar de sobra conocida, sino por sus condiciones como cubano cabal, con una fidelidad a la Patria que iba desde las zapatillas hasta la cabecera, incapaz de cambiar a su pueblo por todos los millones del mundo. Y tanto como todo ello, por la calidad humana que también hizo de él un “fuera de serie”.

No por gusto, les recuerdo, Stevenson fue merecedor de la Orden del Fair Play (Juego Limpio), que la UNESCO concede a los grandes atletas por su comportamiento dentro y fuera de la actividad deportiva.

Imposible finalizar la amena conversación sin que Nancy Stevenson haga hincapié en algo que, dice, “la tocó” de verdad. Sucedió cuando, en vísperas de inaugurarse la Copa, se produjo la peregrinación hasta el cementerio de Puerto Padre, donde descansan los restos de su hermano. Allí, confundidos con el hombre y la mujer común que rendían homenaje al Teo, no podían faltar muchos de sus viejos coequiperos en las escuadras que representaron a Cuba en el ámbito internacional: Garbey, Savón, Jorgito, Horta, Ross, Correa, Armandito…

Fue, al decir de ella y de quienes estuvieron allí, una auténtica prueba de cariño y admiración por “Pirolo”, quien siempre guardó en su corazón un espacio para sus compañeros de armas, medallistas o no; para su pueblo y, en especial, para el Delicias, del cual, muchacho aun, partió un día en busca de triunfos.  

No hubo ni habrá olvido, porque los hombres como Teófilo dicen adiós, pero no se van.


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Helio Ángel Menéndez García


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