El crack argentino Lionel Messi cumplirá 32 años el próximo día 24, una edad que, sin duda alguna, frisa los límites de la “decadencia” –física, claro está-, de un futbolista. Entonces, creo que la edición 46 de la CONMEBOL Copa América, que se iniciará dentro de siete días en Brasil, parece ser el “ahora o nunca” para el talentoso jugador rosarino, que busca un título con la selección absoluta albiceleste.
Sin dudas, y a pesar del actual recambio generacional por el cual atraviesa, Argentina es favorita no solo para terminar primera en el Grupo B, en dura porfía con su similar de Colombia. La escuadra del director técnico Lionel Scaloni –será una cábala esa de tener el mismo nombre que su letal delantero -, también tiene plantilla para batirse contra el favorito Brasil o ante selecciones como la cafetera o la de Uruguay.
Yo no cambio mi criterio: el equipo que tiene a Messi, acude a una cancha con ligera ventaja, porque con sus innumerables mañas con el balón, el pequeño delantero es capaz de inclinar la balanza a su favor. Argentina busca el camino que la saque del laberinto tras el contundente golpe recibido en el Mundial de Rusia 2018, en el cual finalizó el ciclo de jugadores que alcanzó la final en el Mundial de Brasil 2014, y en las Copas América 2015 y 2016. Y el estelar delantero del Barcelona deberá liderar esta nueva generación que ya no tendrá a jugadores como Javier Mascherano, Gonzalo Higuaín o Lucas Biglia, entre otros.
Y todo eso, a sabiendas además que el “dios Cronos” ya le hace la visita que a nadie le agrada, y él necesita un título sonado como capitán de la albiceleste. Algo así como para callar esas voces de “Maradona sí y tú no”, en clara alusión a los títulos que sí alcanzó su compatriota “el Pelusa” allende los mares.
Con 14 títulos, Argentina es la segunda selección con más victorias en la Copa América, apenas un cetro menos que Uruguay. Pero hay más. En las últimas cinco ediciones de la Copa América, logró cuatro veces el subcampeonato. No gana el torneo desde que se disputó en Ecuador, en 1993.
Desde que Scaloni llegó a Argentina, no ha definido un sistema para desarrollar. En los últimos duelos contra Venezuela y Marruecos, varió las formaciones y los nombres. Y los pálidos resultados no agradaron a los hinchas de la albiceleste.
Con dos centrales experimentados como Nicolás Otamendi y Germán Pezzella, los volantes Ángel Di María y Gio Lo Celso serán los nexos con el “Kun” Agüero y Messi. Y el volante de recuperación Guido Rodríguez, del América mexicano, será el nuevo dueño del mediocampo.
Entonces, para el bien del fútbol mundial y del argentino en particular, ojalá que Scaloni pueda diseñar un esquema de juego que le permita extirpar del equipo esa letal Messi-dependencia.
Argentina debutará el día 15 ante su similar de Colombia, en el partido que, pienso, debe definir el primer puesto del grupo B, aunque el sistema competitivo dictaminó que avanzarán a cuartos de final los dos mejores de cada llave, así como los dos terceros lugares de mejor puntuación.
James Rodríguez (derecha) encabeza a la escuadra de Colombia. (Foto: AP)
El elenco cafetero, que solo ganó el torneo cuando fue local en la edición de 2001, llega con nuevo director técnico: el portugués Carlos Queiroz. Y tiene grandes expectativas por la generación de futbolistas que posee en este momento, comandados por James Rodríguez y una base de jugadores como David Ospina, Carlos Sánchez, Juan Cuadrado y el veterano de mil campañas, Radamel Falcao.
Con buenos zagueros como Yerry Mina y Davinson Sánchez, el avezado volante Mateus Uribe, y un delantero muy veloz y habilidoso como Duván Zapata, de excelente temporada con el Atalanta en la liga italiana, Queiroz tiene una plantilla de armas tomar.
En un segundo “escalón” del grupo B, situó a Paraguay. La escuadra guaraní suma dos títulos en la Copa América (1953 y 1979), por lo cual lleva 40 años sin ganar. Y no creo que lo consiga ahora.
El elenco paraguayo no ha tenido recambio, causa fundamental de quedarse sin clasificación por Sudamérica para las Copas del Mundo de fútbol. Pienso que el principal objetivo de su director técnico, el argentino Eduardo Berrizo, esté encaminado a trabajar con jugadores jóvenes para foguearlos con miras al Mundial de Qatar 2022.
Una vez más, los guaraníes apostarán a su ADN futbolístico: el férreo juego aéreo. Con el evidente y necesario recambio generacional afrontado por Berrizo, quien “de ahora para ahorita” sustituyó en el banquillo al colombiano Juan Carlos Osorio, es muy difícil citar una figura preponderante en la escuadra. Pienso que apenas tendría lugar Derlis González, mediocampista del Santos de Brasil, un jugador más habilidoso, con la calidad y el desequilibrio para cambiar un partido complicado.
Berizzo ya adelantó que quiere una selección con las líneas definidas en 4-3-3, aunque con un sistema flexible, con la posibilidad que en esas líneas los tres de adelante no necesariamente tengan que ser delanteros. Buscará un equipo solidario y comprometido con el compañero, olvidando el lucimiento personal.
Y el cuarto integrante de este grupo B es Qatar, que llega a la Copa América en el mejor momento de su historia. La selección que dirige el español Félix Sánchez, ganó de forma magistral la Copa Asia 2019. Nunca habían logrado un título continental absoluto y ahora llegan como el mejor equipo del continente. La suficiencia con la que lo lograron, además, hace que ese triunfo tenga más valor.
Este equipo, que es uno de los dos invitados –el otro es Japón-, se construye desde la defensa. De hecho, en la conquista de la Copa Asia 2019 apenas encajaron un gol, en la final. No conceden ocasiones a sus rivales y esperar su oportunidad para irse al contragolpe. Arriba tiene mucha pólvora en los botines de Almoez Ali y Akram Afif. Pero enfrentar a equipos sudamericanos, máxime en este bien llamado “grupo de la muerte”, son palabras mayores. Qatar debe ser el zaguero de esa llave.
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