domingo, 28 de abril de 2024

Santo Bayern de los perfectos

En apenas meses el conjunto bávaro pasó de proyecto fallido a reinar en Alemania y Europa con una propuesta futbolística de niveles insospechados...

Haroldo Miguel Luis Castro
en Exclusivo 22/09/2020
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bayern munch champions league
La temporada pasada el Bayern hizo historia en la Champions al ganar todos los partidos que disputó. Muchos de ellos por goleada.

Cuando Hans-Dieter Flick asumió de carambola la dirección técnica del Bayern Munchen nadie imaginó haber atestiguado el inicio de una revolución casi en las propias narices del recién destituido Niko Kovac. Mientras los mandamases del club sondeaban las estrechas opciones del mercado para formalizar la contratación de un estratega “ideal” al ego y la historia del club, y la prensa deportiva de dentro y fuera de Alemania dedicaba las portadas a especular sobre los posibles herederos al banquillo, Flick se vio obligado a adoptar a una plantilla aquejada de la más impía amnesia futbolística.

Por aquel entonces bastaban los dedos de una mano para contar los jugadores con un rendimiento por encima de lo regular o lo aceptable. La insipidez del equipo pasaba por el progresivo abandono de la identidad fraguada bajo el calor de Louis van Gaal, Jupp Heynckes y Pep Guardiola, aunque la oportuna conquista del campeonato doméstico apenas unos meses antes de la salida de Kovac había maquillado los indicios de decadencia.

A ojos de especialistas y aficionados, el nefasto inicio liguero ponía en la rampa de salida a buena parte de la nómina. Bajo el recurrido pretexto del cansancio y la longevidad, a los cuellos blancos se le reclamó la inmediata transición generacional, pero nada ocurrió. Porque el técnico interino entendió a las mil maravillas los entresijos del vestuario y halló la manera de devolver la rabia perdida, además del placer por someter y asfixiar.

Una vez reafirmado en el puesto, se dedicó a rescatar viejos caudillos condenados al ostracismo por la gestión anterior y con ganas de reivindicarse. Thomas Muller resultó el mejor “fichaje” para un dibujo que reclamaba su polivalencia de tres cuartos de cancha hacia arriba para servir a las posiciones de ataque y, al mismo tiempo, sabotear cuanto fuese posible la salida del rival.

Manuel Neuer volvió a encontrar el modo de guardarse la portería en el bolsillo, Goretzka se hizo omnipresente en la medular del campo brillando como nadie en su rol de stopper y Robert Lewandowski— apoyado en la explosividad, potencia y buen trato del balón de los extremos— desarrolló todavía más su sed goleadora firmando una temporada para enmarcar.


Desde su llegada al banquillo del Allianz Arena, Hans Flick ganó 34 de los 37 encuentros disputados. (Tomada de La Razón)

A partir de ahí el Bayern se consagró a la plena satisfacción de sus objetivos con la exhibición de un balompié de niveles insospechados. Ni siquiera los emergentes Borussia Dortmund de Lucien Favre o RB Leipzig de Julian Nagelsmann supieron enfrentar la tiranía de los bávaros, quienes rigieron con sobrada suficiencia los certámenes de casa.

Con el dominio absoluto e indiscutible de la Bundesliga y la DFB Pokal, la conquista de la UEFA Champions League se tornó la nueva obsesión. Aun cuando Flick partía con supuesta desventaja ante la experticia de entrenadores de la talla del “Cholo” Simeone, Thomas Tuchel o Guardiola, tuvo el buen atino de mantener invariable su filosofía. Asegurado por el extraordinario estado físico de sus fichas, apostó por el juego vertical y directo, con la presión alta e incisiva y el dominio del esférico en calidad de inconfundible carta de presentación.

Si bien el todopoderoso París Saint-Germain de Kylian Mbappé y Neymar Jr llegó a considerarse el único retador capaz de frustrar el sueño europeo, los 90 minutos disputados en Lisboa quebraron las dudas. Los franceses apenas resistieron una puesta en escena frenética, con un guion pensado para ejecutarse siempre a un ritmo y circulación del cuero infinitamente superior a la del contrario. La obsesiva acumulación de hombres y constantes embestidas terminaron por consolidar un estilo que tiene poco de alemán y demasiado del eterno Ajax de Johan Cruyff.  

Ahora, en una temporada que ya devela los primeros compases del calendario, nada parece cambiar. El Bayern se enfila a sortear la liga con una sobriedad de espanto y se prepara para cometer la hazaña de volver a conquistar la Champions.

Muchos, movidos por la lógica euforia que produce la materialización de performances de dimensiones poéticas, aseguran disfrutar de la mejor versión presentada por el conjunto muniqués a lo largo de su formidable historia. Este comentarista, por su parte, solo puede asegurar que, si el fútbol exhibido hasta el momento por el Bayern Munchen no ha llegado a la perfección, se le ha acercado bastante.


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster


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