martes, 7 de mayo de 2024

¿Se quedan sordos los jóvenes?

Los jóvenes de hoy oirán a los 40 años como una persona de 60, dado el abuso en la exposición al ruido de las discotecas y lugares recreativos, y al uso impropio de reproductores musicales a alto volumen...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 20/08/2015
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Actualmente, el ruido es uno de los contaminantes atmosféricos o acústicos más agresivo, al ser un elemento distorsionador que irrumpe el ambiente que nos rodea y ocasiona un deterioro en la calidad de vida de los seres humanos, ya que son estos los que más se exponen y cuentan con un receptor sensible al fenómeno: el oído.

En los últimos años, entre los grupos sociales de mayor riesgo y más afectados por la contaminación acústica están los jóvenes, por el uso excesivo de memorias flash, teléfonos celulares y reproductores de CD, así como por su constante asistencia a discotecas y sitios de diversión donde la música suele escucharse excesivamente alta.

Ello también lo advierte un informe de la Organización Mundial de la Salud, que señala que cada día aumentan más las pérdidas de audición o los casos de hipoacusia por la exposición al ruido que se están registrando, con elevada frecuencia, en los jóvenes.

Recoge que el ruido ambiental, principalmente en zonas urbanas, es la causa principal, pero el uso sistemático y prolongado de los audífonos es ya una situación preocupante para médicos y científicos, como lo es para psicólogos y sociólogos que ven en esta una barrera para la comunicación.

Vale apuntar que el nivel de energía en el oído se mide en decibeles (dB), y cuando un sonido se encuentra entre los 70 y los 90 dB, no es considerado nocivo para el sistema auditivo humano. Sin embargo, cuando pasan de estas cifras es muy perjudicial para el ser humano.

La música alta, es música que se reproduce a un nivel de dB peligrosos durante una exposición a largo plazo. Una conversación normal tiene alrededor de 65 dB, mientras que el ajuste más alto de un iPod tiene alrededor de 100 dB, y los conciertos de rock y clubes alcanzan regularmente de 110 a 120 dB.

Alexis Benítez García, especialista en Otorrinolaringología del Hospital Infantil Ángel Arturo Aballí, de La Habana, afirma que los jóvenes de 15 a 29 años son los más expuestos a sufrir pérdida auditiva. “El oído, al igual que otros órganos, envejece y el sometimiento a las desiguales condiciones sonoras produce una pérdida prematura de este órgano.

“Cuando pase el tiempo, los más nuevos oirán a los 40 años como una persona de 60, dado el abuso en la exposición al ruido de las discotecas y lugares recreativos, y al uso impropio de reproductores musicales a alto volumen”, aseveró el especialista, quien destaca que “la proliferación del uso de auriculares, que colocan la fuente del sonido muy cercana al órgano de la audición, además del alto volumen con que suele escucharse la música con estos dispositivos es la causa para que dentro de poco ya no oigan".

PROTEGER NUESTRA SALUD

De acuerdo con el Departamento de Otorrinolaringología de la Universidad de Michigan, los reproductores de música pueden alcanzar hasta 110 dB (si se colocan al máximo de su volumen), por lo que podrían entrar en la clasificación de aquellos que alteran la audición; cuando se escucha música con estos aparatos en la calle, el ruido exterior obliga a las personas a subir el volumen hasta el máximo para poder escuchar efectivamente.

Aunque muchos piensan que el ruido solo afecta al sistema auditivo, los especialistas consideran que cuando se detecta la sordera en un paciente, ya este ha convivido con una permanente alteración nerviosa, desórdenes digestivos, insomnio, agresividad, fallos de la visión, hipertensión arterial y bajo rendimiento productivo.

Las personas que están sometidas a ruido excesivo pueden padecer de acuífera, que no es más que la señal de pérdida auditiva, un zumbido en los oídos frecuentemente. Este mal puede ser provocado por ruidos agudos como el que se genera al disparar en una práctica de tiro, o graves como la música alta a la que se exponen quienes visitan una discoteca con periodicidad.

Las sorderas por traumatismo acústico, generalmente afectan al oído interno, específicamente desde la punta donde están las frecuencias más graves a las de más abajo donde están las frecuencias más agudas. Estos daños son irreversibles y pueden producirse por ruidos fuertes y de corta duración, o por la exposición a sonidos de gran intensidad durante mucho tiempo.

Cuando nos exponemos a música muy alta en un local, después se produce un zumbido en los oídos que se mantiene por más de diez minutos. Probablemente, se nos estén lesionando las células del oído interno, que cuando dejan de funcionar ya no tienen recuperación.

La sordera conlleva a un aislamiento dentro de la sociedad y también a desarrollar un cuadro ansioso-depresivo. La mayoría de las veces puede ir acompañada de otros padecimientos como la pérdida de la memoria, trastornos renales y metabólicos, que afectan continuamente al organismo.

Aunque el oído dispone de reflejos que lo protegen de ciertos tipos de ruido, no puede tomarse ninguna medida cuando el nivel de ruido se encuentra por encima de los 120 decibeles. El tiempo de reacción (30-40 milésimas de segundo) es una limitación en sí, dado que es muy poco tiempo para proteger el oído del ruido creado por los seres humanos.

La combinación de tres factores diferentes podría tener como resultado una alteración de audición después de escuchar música; en primer lugar se destaca la duración del tiempo de escucha, luego la cercanía a la fuente de sonido y por último lo alto que se escuche la música.

No importa cuánto se suba la música cuando la oyes, la norma general es que cuanto más tiempo la escuches, mayor será el estrés de los músculos del oído interno. La fatiga de los oídos puede tener como resultado un desplazamiento temporal del umbral auditivo, limitando la cantidad de sonidos de tono bajo que puedes oír.

Incrementar el volumen de nuestros auriculares o la escucha de ruidos altos daña la mielina, la capa que recubre las células nerviosas encargadas de transmitir las señales de sonido al cerebro, según un estudio de científicos británicos de la Universidad de Leicester, Inglaterra, y que fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Los expertos de la investigación a la que hace referencia un reporte de la BBC, descubrieron que es la primera vez que se observa a nivel celular el daño que causa el volumen alto. Asimismo, lo ratificaron otros especialistas del Instituto Nacional de Ciencias Fisiológicas en Japón y en la Universidad de Münster, en Alemania, quienes señalan lo dañino de escuchar música a altos volúmenes y mediante auriculares.

Según los investigadores, esa práctica puede ocasionar cambios neurofisiológicos a la hora de discriminar claramente los sonidos, aunque el umbral de audición sea normal. “Se trata de alteraciones auditivas relacionadas con la nitidez del sonido y no pueden ser detectadas mediante las pruebas usuales de audición, en las que se examinan una serie de tonos aislados y en un medio ambiente silencioso”.

PREVENCIÓN, PALABRA DE ORDEN

Especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social advierten, además, que entrenar, correr o practicar deportes mientras se escucha música con audífonos puede generar infecciones y ello se relaciona con la humedad y el sudor en el conducto auditivo externo, lo que ocasiona infección aguda o crónica.

El informe explica que al correr o hacer ejercicio elevamos el nivel de calor en todo el cuerpo y al usar los audífonos impedimos que haya ventilación en los oídos; es como si se usaran tapones. De esta manera, los gérmenes se reproducen más rápido y se acelera la producción de cerumen y el riesgo de sufrir inflamaciones.

Algunos músicos famosos (Phil Collins, cantante y compositor inglés de 54 años) han sufrido la pérdida de la audición y han desarrollado tinnitus, un verdadero problema para una persona que necesita de la capacidad auditiva para componer música y disfrutarla. Además, el tinnitus (zumbido en los oídos) puede causar problemas para dormir, estrés y ansiedad.

El daño auditivo no puede ser revertido; sin embargo, muchas medidas de prevención pueden llevar a que esto no ocurra. Según se expone en el trabajo Los ruidos y sus afectaciones, uno debiera escuchar los reproductores de música más de una hora continua a un volumen que no le impida mantener una conversación normal con los que están alrededor. Ahora, si existe alguien, que no puede escuchar a un volumen menor, lo que tiene que hacer es reducir el tiempo a la mitad.

En caso de que ya se presente algún nivel de daño auditivo por esta causa, se debe acudir de inmediato al médico. Tampoco se deben introducir cuerpos extraños en los oídos, pues ello constituye un factor de riesgo, por lo que se debe evitar el uso de ganchos, palillos o cualquier otro objeto para retirar la cerilla, cuya función bacteriostática y protectora es fundamental.

También se puede prevenir el daño auditivo causado por la música a todo volumen utilizando auriculares con cancelación de ruido en lugar de subir de volumen la música para que sea audible por encima del ruido de fondo, y llevar tapones para los oídos en los conciertos y discotecas.

Válido es reiterar que hoy se está desarrollando una generación que, a futuro, sería de personas con más problemas auditivos, cuya afectación se agravo con las tecnologías, así como las tendencias sociales que lleven al joven, en este caso, a escuchar su música a volúmenes estridentes. Se trata entonces de entender que la capacidad auditiva no sólo se reduce con la edad, sino también con la exposición permanente a ruidos muy altos, que podrían dañar de manera definitiva el oído.


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Yuniel Labacena Romero


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