viernes, 3 de mayo de 2024

Reservas de odio

El racismo no desaparece así como así en sociedades donde el ser humano es solo una cosa más...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 30/03/2012
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Manifestación Racial
Manifestaciones ocurridas en Estados Unidos, tras la muerte del adolescente negro Trayvon Martin

La muerte en febrero último, a manos de un agente del orden, del adolescente negro Trayvon Martin en el estado norteamericano de La Florida, y la ola de protestas que el crimen ha generado a escala nacional, colocan nuevamente sobre la mesa el tema de la extrema violencia y de las dosis de racismo y discriminación que persisten en la primera potencia capitalista.

Baleado por el vigilante voluntario George Zimmerman, quien se pasea tranquilamente por las calles bajo la protección de un controvertido cuerpo de leyes que permite matar por “simple sospecha”, el joven Martin ha devenido una advertencia muy clara de que en el seno del titulado sistema democrático gringo las tendencias ultra conservadoras no han cedido un ápice. En todo caso, apenas se agazapan alguna que otra vez por pura conveniencia.

Lo señalan analistas, políticos y ciudadanos norteamericanos de a píe, muchos de ellos con el recuerdo aún fresco de las atroces acciones del Ku Klux Klan y de otras entidades supremacistas que en décadas pasadas hicieron del asesinato, los linchamientos y la brutal segregación, flagelos cotidianos contra negros, latinos, indígenas o integrantes de otras tituladas minorías dentro de los Estados Unidos.

Porque ciertamente, tales prácticas no han sido hechos aislados en el devenir de la potencia imperial, sino parte clave en su historia, trazada en buena medida por los segmentos más agresivos, omnipotentes y exclusivistas.

De ahí que no resulte extraño que un denominado agente del orden cuente con toda la potestad para cercenar a tiros la existencia de un adolescente negro por andar en las calles con un abrigo con capucha y utilizar un móvil para comunicarse con su novia. El “olor” a delincuente es motivo más que sobrado para matar…y punto.

Desde luego, no se trata del primer caso de arbitrariedad y odio, y seguramente no será tampoco el último. Las tendencias fascistas laten, viven y se desarrollan en aquel medio, y hasta forman parte de la política local, sin mayores rubores de quienes las enarbolan en busca de ganarse adeptos.

Según el sitio WEB Bolprees.com, que recoge datos suministrados por el Buró Federal de Investigaciones, FBI, “en 2010 aumentó el número de crímenes de odio en los Estados Unidos, sobre todo los motivados por prejuicios raciales.”

Así, prosigue la fuente, de los 6 mil 628 delitos ocurridos en esa época por dicha causa, “47 por ciento tuvieron como origen el color de la piel; 20 por ciento de los altercados aconteció por intolerancia religiosa; 19,3 por ciento por la orientación sexual; 12,8 por ciento por prejuicios hacia la etnicidad y el origen nacional, mientras el 0,6 por ciento se originó por recelos hacia personas con alguna discapacidad.

Dentro de las ofensas relacionadas con la raza, el 70 por ciento fue contra los afroestadounidenses y el 67 por ciento contra hispanos.

Los analistas indican que desde la proclamación de la titulada Ley Patriota por George W. Bush a raíz de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono en septiembre de 2001, las tendencias racistas y xenófobas encontraron nuevos y amplios cauces para manifestarse, algo que se evidenció en la repulsa de esos grupos a la elección del afronorteamericano Barack Obama a la presidencia del país.

De hecho, aducen otras fuentes especializadas, en el afán por regresar a la Oficina Oval, hoy mismo aspirantes republicanos a la nominación por su partido no han reparado en apelar a las motivaciones raciales para atraerse el voto de la ultra derecha.

En esa cuerda, Mitt Romney, el hasta ahora más favorecido de los candidatos republicanos, así como Newt Gingrich, Rick Santorum y Ron Paul, se han dedicado a estigmatizar a la prensa y a los grupos sociales norteamericanos que, dicen, “priorizan intereses de inmigrantes, minorías raciales y homosexuales.”

De hecho, según apuntes de la prensa digital, Gingrich no vaciló en declarar que “a los niños y mujeres negros hay que darles fregonas y escobas para que aprendan el valor del trabajo duro y abandonen su holgazanería.”

Mientras, Paul criticó la decisión de terminar en la década de los 60 con las racistas Leyes Jim Crow, porque a su juicio “los derechos de los negros son secundarios ante la libertad y autonomía que deben poseer los blancos para discriminarlos”.

¿Qué tiene entonces de extraño que aún la policía o sus voluntarios maten a gente de las tituladas minorías norteamericanas por simple capricho y mera apariencia?


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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