martes, 30 de abril de 2024

¡La Revolución cuenta con la mujer cubana!

Han trascurrido 56 años desde aquel agosto fundacional y nuestras mujeres, agrupadas en la FMC siguen cumpliendo tareas trascendentales, como aquellas que abrieron los caminos para que ocuparan un lugar protagónico...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 20/08/2016
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Ardua y apretada sería desde aquel 23 de agosto de 1960 la encomienda de enfrentar y erradicar finalmente prejuicios, marginaciones y tabúes de un pasado colonial primero y neocolonial después que humillaba a la mujer. Nacía ese día la nueva y única Federación de Mujeres Cubanas (FMC), gracias a la lúcida orientación y la clara visión de Fidel, unidas a la energía y exquisita sensibilidad de la heroína de la clandestinidad y combatiente destacada del Ejército Rebelde, Vilma Espín Guillons.

Ese día, mujeres de todas las edades y sectores escucharon atentas las palabras pronunciadas por Fidel en el capitalino teatro Lázaro Peña de la Central de Trabajadores de Cuba, en las que revelaba la situación imperante en la nueva etapa y aseguraba que “…¡la Revolución cuenta con la mujer cubana!”. Así, después de grandes jornadas preparatorias en todo el territorio nacional, los diversos sectores femeninos, tales como la Unidad Femenina Revolucionaria, la Columna Agraria, los llamados Grupos de Mujeres Humanistas, la Hermandad de Madres, y otras, se fusionaron para dejar constituida su nueva organización.

Propiciar la superación educacional, ideológica y cultural, serían las metas iniciales de la naciente Federación. Con la nueva iniciativa llegan a La Habana mujeres campesinas de la Sierra Maestra y otros parajes, quienes reciben clases de corte y costura. Los rostros, las miradas y los gestos de asombro de aquellas incipientes 17 000 cubanas que integraron la FMC, en sus inicios preveían hazañas, otra vida y trabajo.

El júbilo resulta extraordinario. Este fue el comienzo de un camino que ha llevado a las féminas a una historia distinta, de participación en la vida económica del país. Los cambios sociales ocurridos en la Mayor de las Antillas durante la segunda mitad del siglo XX y hasta la actualidad, la pusieron en el centro de una dinámica considerada por el propio Fidel como una “Revolución dentro de la Revolución”.

Han trascurrido 56 años desde aquel agosto fundacional y nuestras mujeres, agrupadas en la FMC siguen cumpliendo tareas trascendentales, como aquellas que abrieron los caminos para que ocuparan un lugar protagónico. La Campaña de Alfabetización, la creación de los Círculos Infantiles, y el apoyo a las escuelas para campesinas Ana Betancourt, poseen para siempre la huella y el poderío de ellas. También, el respaldo a las campañas masivas de vacunación y otras labores en el sector de la salud, la participación en labores productivas, en la agricultura y la industria, la integración a la defensa y a los programas de prevención y atención social.

Son muchas las misiones que la han fortalecido actualmente, pues la FMC ha crecido inmersa en el compromiso y la unidad de las federadas, conscientes de la responsabilidad que tienen en la formación ciudadana y revolucionaria de la familia, en especial de las nuevas generaciones. Continuar aportando a las transformaciones que el país lleva a cabo para actualizar el modelo económico y ratificar la igualdad de derechos de la mujer son propósitos que no puede abandonar jamás.

Nuestras mujeres son exponente del hecho histórico que vivimos cada día. Es lógico entonces que sus triunfos sean los nuestros, que vibremos orgullosos con ellas y que desde nuestros corazones las veamos como deportistas, científicas, educadoras, en la defensa y la producción de alimentos, representantes de un proyecto rico en amor y pleno en humanismo, que ofrece condiciones de igualdad…, donde solo la capacidad y el talento específico determinan su lugar en la sociedad.

Desde los quehaceres hogareños, las aulas, talleres, oficinas, faenas agrícolas, centros de salud, unidades militares o como internacionalista; ellas le imprimen coraje a la Federación, sin dejar a un lado su condición de madre, novia, esposa y compañera. Ya Vilma no está entre ellas, pero sus métodos de trabajo, principios y aspiraciones marcan el camino de la organización y de las cubanas, como elemento indispensable de la edificación de la nueva sociedad.

Los logros de ella y su tropa salieron de la fuerza, la audacia, el carácter y la osadía que las llevó a andar peligros para conquistar la verdadera emancipación de la mujer, la que cada día se refuerza en los diferentes escenarios que vive el país. Guiadas por el fervor revolucionario, la creatividad y la solidaridad humana lucharon por sus sueños, rebasaron el límite del tiempo y han dejado un sello distintivo en Cuba y en el mundo. A más de medio siglo de aquel 23 de agosto siguen conquistando el futuro.


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Yuniel Labacena Romero


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