jueves, 25 de abril de 2024

La ceiba de El Templete: entre malos y buenos augurios

Un nuevo ejemplar de 15 años recibe al visitante en la neoclásica institución habanera...

Mayra García Cardentey en Exclusivo 27/03/2016
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Ya hay ceiba en El Templete. Los habaneros recuperan así el símbolo de la ceremonia fundacional de la otrora villa San Cristóbal de La Habana. Ya reposan las deidades y espíritus.

La anterior apenas rebasó la mitad de siglo, cuando este tipo de plantas son conocidas por su vida centenaria. El comején hizo estragos y la sustitución resultó inevitable.

Fue entonces esta semana cuando pobladores y visitantes, acompañados por Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, le dieron la bienvenida al joven ejemplar de 15 años y ocho metros de altura, traído de Las Terrazas, Artemisa.

Para no cambiar la ceiba en buen tiempo, se le agregaron 60 metros cúbicos de tierra fértil, y se valora la posibilidad de construir una pasarela a su alrededor para mitigar los daños por el paso de miles de personas cada año.

La Plaza de Armas recupera de esta forma uno de sus íconos y los habaneros reposan los ánimos hasta el próximo noviembre cuando vuelvan a darle la vuelta a la ceiba y a pedir deseos para sí y los suyos.

MÁS QUE UNA CEIBA

El Templete debe parte de su historia a las ceibas que por distintas épocas le han acompañado. La primera misa que se ofició en este lugar, ocurrió precisamente bajo la sombra de un árbol de este tipo que desde temprano tiempo corona la entrada del recinto. Desde entonces cientos de habaneros cada noviembre acuden al espacio, como muestra de uno de los ritos más arraigados en la cultura capitalina.

Según predica la tradición, caminar alrededor de una ceiba, dar tres vueltas, tocarla y hasta besarla, atrae prosperidad. Parte de la creencia proviene de la cultura Yoruba, y es resultado del enraizado sincretismo que vivió el país después del encuentro de las culturas españolas y africanas.

En esta religión afrocubana se le considera árbol sagrado o de Dios: Iroko, le nominan. En sus hojas se dice que descansan espíritus y deidades, por lo que algunos ritos pueden traer suerte, salud y desarrollo profesional.

El mítico árbol está presente, además, en el habla popular de la Isla, con frases como “el que sacude una ceiba solo sacude su cuerpo”. Todas las expresiones en clara alusión a la fortaleza de la misma.

Pero, contrario a lo que se piensa, no solo la ceiba era venerada por los africanos. Pueblos originarios como los mayas celebraban ceremonias sagradas bajo el follaje de un ejemplar que sembraban en el centro de sus comunidades. De acuerdo a esta cultura, las ramas permiten la apertura de los 13 cielos. Incluso, es el árbol nacional de Guatemala.

NUEVA CEIBA, NUEVA SUERTE

Aunque a muchos sorprendió la sustitución de la ceiba, este no es el primer trasplante hecho en El Templete. Desde mediados del siglo XVIII la instalación ha visto remover varios ejemplares a lo largo del tiempo.

Al árbol de belleza solemne y proporcional, se le endilga un instinto religioso milenario. Los más increíbles misterios se le asocian entre personas de todos los credos y procedencias con aquello de que a “la ceiba no la abate el viento” o “el rayo respeta a la ceiba”. Tanto así se le venera que a muy pocos, por no decir ninguno, por libre voluntad se le ocurriría talar una. “La ceiba ni se corta ni se quema, y menos sin hacer «ebbó»”.  “La ceiba se venga, no perdona”, se piensa.

Por eso la preocupación de algunos fue si alguien hizo el rito pertinente y consultó a las deidades para quitar el árbol de El Templete. Aunque cuentan que muchos de los que presenciaron el derribo se persignaron y rezaron a Iroko.

También generó incertidumbre el hecho de sembrarla en marzo y no en noviembre como es costumbre, o no hacerle los ritos establecidos para la plantación. Porque para los cubanos, una ceiba, es más que un árbol, es tema serio. Simboliza espíritu, vida, perpetuidad, grandeza, fuerza y unión. 

Hasta no han faltado quienes, en medio de unos meses de vorágine política, social y cultural, hayan asociado el cambio del árbol como símbolo de buena o mala fortuna. Cada cual saca sus propias conclusiones.

Pero ya El Templete tiene la columna que le faltaba. A la neoclásica institución le ha llegado una nueva inquilina, lista para ofrendas y trabajos, y para venideros noviembres que traigan buenos presagios para La Habana y los habaneros.


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Mayra García Cardentey

Graduada de Periodismo. Profesora de la Universidad de Pinar del Río. Periodista del semanario Guerrillero. Amante de las nuevas tecnologías y del periodismo digital.


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