martes, 23 de abril de 2024

Cuando Matthew se hizo sentir en Angola

No solo quienes permanecían en tierra cubana vivieron intensamente la madrugada fatal...

Giselle Vichot Castillo en Exclusivo 22/11/2016
0 comentarios
Paso de Cuba
Así lucía el parque de la iglesia en el poblado Paso de Cuba antes del paso del huracám Matthew. (Ecured)

Paso de Cuba es un poblado perteneciente al Consejo Popular de Sabanilla, en el municipio de Baracoa. Hasta este intrincado lugar en el oriente cubano llegamos en busca de la historia de aquellas familias que un buen día de octubre fueron recibidas por el color sombrío de una mañana después del desastre.

“Cuando vi las primeras imágenes que trasmitió Cubavisión Internacional sobre los estragos que había ocasionado Matthew, a su paso por Cuba, el impacto fue estremecedor. No pude soportar y me eche a llorar. De mi mente no podían despejarse malos pensamientos sobre el estado de mi familia, mi casa... Era como si hasta aquí, en Angola, llegaran ráfagas de tristeza y desasosiego al ver prácticamente todo destruido”.

Estimado lector, no crea usted haber entendido mal. Nuestra historia tiene algo de particular. Hasta Paso de Cuba nos trasladamos gracias al testimonio de la baracoense Mary Luz Matos Utria, colaboradora cubana que cumple misión internacionalista en Uige, provincia angolana, quien accedió conversar con esta reportera vía online sobre cómo vivió desde lejos el paso del huracán Matthew por Baracoa.

Es tan amplia y vasta la red de profesionales cubanos que se extienden por todo el mundo para ofrecer sus servicios, que la historia de nuestra protagonista pudiera ser similar a la de otros guantanameros. No solo quienes permanecían en tierra cubana vivieron intensamente la madrugada fatídica. Cómo enfrentar el desastre cuando se hace inminente, desde las distancia y separados de los tuyos, es sin dudas un elemento conmovedor y sobre el cual se ha reparado poco.

Mary Luz vive con su madre Martha, su padre Armando y su hermana menor Maylin. Confiesa que la noticia de un huracán categoría cinco en la escala Saffir-Simpson de clasificación de huracanes es una experiencia que no quisiera revivir. Sin embargo, nos cuenta.

Mary Luz, la primera de izquierda a derecha, junto a otras colaboradores cubanas en Uige.

Mary Luz, la primera de izquierda a derecha, junto a otras colaboradoras cubanas en Uige (Foto cortesía de la entrevistada)

“Cuando supe sobre el peligro inminente que representaba para mi provincia la presencia de este evento meteorológico en el Mar Caribe, rápidamente empecé a tratar de comunicar con mis padres. Al principio fue un poco desesperante porque a veces en esta zona la cobertura móvil no es muy buena, hasta que finalmente logré comunicarme con ellos y conocer sobre las medidas pertinentes que estaban tomando.

”Mi preocupación era tanta, que en varias ocasiones insistí con ellos para que se evacuaran, aunque la situación de nuestra vivienda no era crítica. Sin embargo, mi mayor temor radicaba en la falta de experiencia que tiene la población residente en el oriente del país para enfrentar este tipo de catástrofes naturales. Fueron días muy duros, donde apenas puede conciliar el sueño. Si bien, la cobertura de Cubavisión Internacional me permitió estar al tanto de cada detalle; ello no me alejaba la tristeza de saberme lejos sin poder ayudarlos, ni protegerlos”.

En la medida que fueron pasando los días y los pronósticos sobre la trayectoria de Matthew se hicieron más certeros, la preocupación y el estrés aumentaron. Para Mary Luz no hubo entonces más consuelo que saber a su familia en las manos de la Defensa Civil Cubana. En medio de la locura algo siempre tuve claro —nos confiesa—. “Tratándose de Cuba, por muy cuantiosas que fueran las pérdidas materiales, nadie quedaría desamparado y se velaría por las vidas humanas hasta el último segundo”.

Orientados por los consejos de la Defensa Civil Nacional —reconoce Mary Luz— su familia adoptó las medidas pertinentes: aseguraron puertas y ventanas, colocaron sacos de arena encima del techo de fibra, recogieron todo lo que estaba en lugares bajos por la cercanía con el río, protegieron la ropa y los equipos y finalmente fueron evacuados para casa del “Gallego”, un vecino cuya vivienda contaba con una mejor infraestructura para soportar el paso del huracán.

Lo interesante de estas historias es ver cómo se enlazan unas con otras. Es imposible contar hoy la historia de Mary Luz y su familia sin hacer referencia a la historia del “Gallego”. Y es que no fue solo desastres lo que dejó Matthew en su paso por Cuba, bien se supo por esos días de lo que es capaz de hacer un pueblo solidario y unido, qué digo un pueblo, de lo que es capaz un país.

Con la calma llegó la incertidumbre que trae la incomunicación, nos cuenta. “Fueron muchos días, más de tres semanas sin comunicación y sin poder hablar directamente con mis padres. La incertidumbre de no saber lo que en sí había acontecido me tenía muy estresada. Primero solo logré comunicar por teléfono con Marilín, mi otra hermana que vive en La Habana, y supe que mi familia estaba bien, en primer lugar, y que no había grandes pérdidas materiales gracias a las medidas adoptadas. Más tarde, logré hablar con mi hermana Mailyn quien, tan solo las condiciones de la carretera se lo permitieron, salió rumbo a la ciudad de Guantánamo para hablar conmigo. Fue un verdadero alivio, aunque sentía cada vez más la necesidad de hablar directamente con mis padres. Eso lo logré en cuanto restablecieron el servicio telefónico en la zona”.  

“Hoy Baracoa se recupera. Hasta donde sé, se trabajó y se trabaja intensamente en la recuperación, gracias al apoyo de brigadas de todas partes del país, del gobierno y de la población en general. En estos momentos ya quedaron restablecidos los servicios de telefonía, electricidad y poco a poco se trabaja en la restauración de las viviendas”.

A pesar de la lejanía con su familia y con Cuba, Mary Luz nunca estuvo sola. La fuerza que en ocasiones sacaba para aliviar su incertidumbre fue gracias al respaldo y al apoyo brindado por los representantes de su brigada y otras brigadas de cubanos en Uige. Cuando todo ha pasado, hoy nos confiesa que sinceramente no sabría que hubiese sido de ella sin la mano amiga. Lo cierto es que de un lado (Paso de Cuba) y de otro (Uige) la solidaridad se impuso y dio un mejor final a los acontecimientos. A petición de nuestra entrevistada debiera llamarse el huracán de la solidaridad.

Mary Luz junto a sus comapañeros de brigada durante un encuentro ciéntífico en la Universidad Pedagógica de Uige.

Mary Luz junto a sus comapañeros de brigada durante un encuentro ciéntífico en la Universidad Pedagógica de Uige.(Foto cortesía de la entrevistada)

Casi al final de nuestra conversación, como quien busca provocar, lancé la siguiente interrogante: Baracoa se levanta, ¿sí o no? Seguro que sí —respondió rápidamente y sin titubeos—. Es un pueblo aguerrido y luchador que cuenta con el respaldo de toda Cuba que con o sin maldición del Pelú, seguirá adelante. ¿Que qué es la maldición del Pelú? Le invito entonces a que investigue querido lector, porque esa, amigos, es otra historia baracoense.

NOTA: Las imágenes que siguen a continuación, cortesía de nuestra entrevistada, muestran el poblado Paso de Cuba y la casa de de Mary Luz antes del paso del huracán categoria cinco por Baracoa.


Compartir

Giselle Vichot Castillo

La mamá de Amelia y editora de la Revista Cubahora


Deja tu comentario

Condición de protección de datos