jueves, 25 de abril de 2024

Aniversario de una epopeya (+Infografía)

Cuba lo dijo ante el mundo en la voz de su líder Fidel Castro: en 1961 erradicaremos el analfabetismo. Y sencillamente, así fue. La Revolución jamás ha mentido...

Héctor Arturo en Exclusivo 22/12/2017
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Homenaje de los pioneros a José Martí 09
Cuba se atrevió realizar algo imperdonable, como fue el hecho de alfabetizar a todos sus habitantes en menos de un año, precisamente el de 1961 (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

Cubahora se complace en presentar sus artículos exclusivo anteriores al 2011

Año tenso para Cuba el de 1961. ¿Y es que acaso desde el primero de enero de 1959 ha habido alguno sin peligros, amenazas o agresiones?

Estados Unidos, en su apetencia secular de apoderarse de Cuba, vio sus anhelos truncados para siempre con el triunfo de la Revolución cubana y eso no podía permitirlo en sus propias narices.

Más aún: Cuba se atrevió realizar algo imperdonable, como fue el hecho de alfabetizar a todos sus habitantes en menos de un año, precisamente el de 1961, el mismo de la invasión mercenaria por Playa Larga y Girón.

Los cuatro y medio siglos de colonialismo español y neocolonialismo yanqui habían dejado en Cuba todas las secuelas harto conocidas de estos sistemas socioeconómicos: insalubridad, desnutrición, desempleo, racismo, prostitución, drogas, juegos y por supuesto, el analfabetismo.

En 1959 la cifra de analfabetos ascendía a 979 mil 207, de seis millones 933 mil 253 habitantes que entonces había en la Isla, lo cual representaba el 31 por ciento de la población, cifra irreal cuando se le analiza con profundidad.

Ocurría que las pocas escuelas existentes estaban en las capitales provinciales y en las grandes ciudades. Las zonas rurales carecían casi por completo de aulas y no había maestros para enseñar las primeras letras a los campesinos ni a sus hijos, por lo cual la cantidad de analfabetos en los campos cubanos, principalmente en las intrincadas regiones montañosas, superaba el 80 por ciento.

Ya durante su alegato La Historia me Absolverá, en octubre de 1953, con motivo del juicio por el asalto al Cuartel Moncada, Fidel Castro había denunciado esta calamidad social, y en el Programa que presentó ante el Tribunal exponía las soluciones que le daría un Gobierno Revolucionario a los problemas de la educación en Cuba.

Al reiniciarse la lucha armada en las montañas de la oriental Sierra Maestra, una de las primeras cuestiones que se instrumentó en las zonas liberadas por el Ejército Rebelde fue la de alfabetizar a sus combatientes y a los campesinos y sus familiares, habitantes de esas regiones.

El Guerrillero Heroico, comandante Ernesto Che Guevara, fue el artífice de este combate por la educación y la cultura, tarea que continuó tras el triunfo de la Revolución, quizás con más dedicación y planificación.

En los campamentos militares, aquellos que no fueron convertidos en escuelas para los niños, los maestros continuaron impartiendo clases a las tropas, y ya se iba fraguando la idea de iniciar la masiva alfabetización de todos los iletrados.

El 26 de septiembre de 1960, durante su primera intervención ante la Asamblea General de Naciones Unidas, Fidel Castro prometió ante el mundo que en 1961 Cuba sería Territorio Libre de Analfabetismo.

Los escépticos se negaron a creerlo y los ilusos lo pusieron en duda. Pero ese año, Cuba se convirtió en una gigantesca aula, a partir del revolucionario precepto de que "el pueblo debe enseñar al pueblo".

Tamaña epopeya no podría jamás desarrollarse solamente con los maestros y profesores graduados que, por demás, en Cuba eran muy escasos.

Sólo era posible lograr aquella proeza cultural con la participación masiva de la población, por lo cual Fidel Castro convocó a los jóvenes estudiantes secundarios y universitarios, a partir de una consigna que de inmediato prendió en todos: "En Cuba el que sabe más enseña al que sabe menos".

Los jóvenes respondieron al llamado y en las elevaciones de Minas del Frío, en plena Sierra Maestra, se formaron con celeridad los primeros maestros voluntarios, que una vez graduados fueron ubicados en diferentes zonas del país.

En las alturas del Escambray, en el centro del país, se encontraba alfabetizando el joven Conrado Benítez en fecha tan temprana como el 5 de enero de 1961.

Los bandidos (fuerzas contrarrevolucionarias) alzados con las armas que les proporcionaba la CIA, pretendieron intimidar a los bisoños educadores, y asesinaron a mansalva al joven maestro.

Fidel Castro denunció que el crimen había sido cometido para frenar la Campaña de Alfabetización que ya se organizaba y dijo que los terroristas asesinaron a Conrado Benítez porque era joven, trabajador, negro y revolucionario, y dio un paso al frente para enseñar a leer y a escribir a sus compatriotas olvidados de siempre.

Una vez más los estrategas yanquis se equivocaron: trataron con el crimen de paralizar la campaña y crearon un símbolo, que se convirtió en las decenas de miles de brigadistas Conrado Benítez, que al compás de su Himno, y con cartillas, manuales, faroles chinos, lápices y libretas, partieron resueltos hacia llanos y montañas, para llevar a los suyos la luz de la verdad.


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Héctor Arturo


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