viernes, 19 de abril de 2024

Incidentes diplomáticos: otra cortina de humo

El incidente diplomático que actualmente pone distancia a La Habana y Washington es poco creíble y contradictorio...

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 09/10/2017
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Presuntos daños acústicos, caricatura
El incidente diplomático que actualmente pone distancia a La Habana y Washington es poco creíble y contradictorio.

En 1997 Dustin Hoffman y Robert de Niro protagonizaron la sátira política Wag the dog, presentada al público de habla hispana como La cortina de humo o Mentiras que matan. El filme, dirigido por Barry Levinson tuvo éxito en taquilla y entre los especialistas, llegando a alcanzar varias nominaciones a importantes premios cinematográficos del mundo.

En poco más de 50 minutos se narran los acontecimientos, en ocasiones inverosímiles, relacionados con la serie de mentiras construidas por un producto de Hollywood para crear una cortina de humo y tapar un escándalo sexual que involucraba al presidente de los Estados Unidos, quien aspiraba a una reelección en la Casa Blanca.

Con su matiz de comedia, la cinta pudiera llegar a ser extravagante, sin embargo, a juicio de varios expertos, en más de una ocasión ha sido la política interna, más que los intereses de política exterior, la que a menudo ha conducido la postura estadounidense.

La actual administración norteamericana es quizás uno de los ejemplos más elocuentes. Las crisis diplomáticas con Irán, Corea del Norte, Rusia e incluso la propia Unión Europea (aliado histórico) no hacen sino levantar una cortina de humo sobre otros problemas más apremiantes en el gigante norteamericano, o en otros casos responder a compromisos pactados tras bambalinas para lograr pasar votos y apoyos en las votaciones del Congreso.

Y no se podía esperar otra cosa de un presidente que siendo candidato convirtió en lema la frase American first y convirtió en el espíritu de su campaña sentimientos ultranacionalistas. El viejo truco del chovinismo encandiló a millones que habían sido golpeados por la crisis de 2008.

Sin embargo, más allá de las escaramuzas sostenidas con ciertos gobiernos seleccionados para convertirlos en enemigos, la esencia del curso de estas relaciones se ha mantenido. Después de vilipendiar a los chinos, Donald Trump fue a estrecharle la mano; y los encontronazos con Irán, Siria, Rusia o Corea del Norte, si bien alcanzaron en determinado momento un matiz peligroso, no significaron en ningún momento traspasar el umbral de la retórica y los tweets.

A más de un experto no le ha pasado desapercibida la congruencia de este ascenso en los aires belicistas de la Casa Blanca y la recuperación de la economía, aupada por la expansión de la industria armamentista estadounidense.

En ese contexto se abre un nuevo capítulo con los incidentes de salud reportados por diplomáticos norteamericanos en Cuba que provocó la expulsión de dos diplomáticos cubanos en mayo de este año, otros 15 en septiembre y el retiro de un 60 % del personal en la embajada estadounidense en La Habana, lo que prácticamente ha detenido el trabajo consular.

Sin presentar pruebas, y cuando lo ha hecho han sido contradictorias y misteriosas, las autoridades norteamericanas hablan de un presunto ataque sónico a más de una veintena de diplomáticos, incluyendo sus familiares, reportados desde noviembre de 2016 hasta el pasado mes. Con Obama aún en el Despacho Oval el incidente tuvo bajo perfil mientras era investigado, sin embargo, con Trump, ha sido convertido en el punto de giro para enfriar nuevamente el proceso de normalización de relaciones entre los dos países.

Ningún experto ha encontrado consistencia en las explicaciones que han trascendido a los medios. Para ingenieros y físicos es poco probable la existencia de una tecnología con este impacto sin que pase desapercibida, mientras que los médicos están confundidos por la cantidad de síntomas descritos.

Lo que sí ha resultado evidente para más de un especialista es la conveniencia de estos sucesos para adoptar una actitud que responde a intereses de un sector de los cubanoamericanos, cuya principal cara es el senador Marco Rubio, enemigo del acercamiento entre Washington y La Habana y uno de los principales gestores de la revisión de la política hacia Cuba emprendida por la administración del republicano que ocupa la Casa Blanca.

No hay que olvidar que Rubio ocupa un puesto importante en el Comité de Inteligencia del Senado, donde se investiga la influencia rusa en las elecciones que culminaron con la victoria de Trump, y que además es acompañado por otros legisladores que pudieran tener también un peso en el apoyo a leyes que intentaría pasar el presidente, entre ellas una que sepultaría el actual sistema de seguros médicos conocidos como Obamacare.

Favor con favor se paga, parece pensar Trump, que incluso en esta situación no deja de mostrarse ambivalente, pues si bien su retórica ha sido encendida, en ningún momento la Casa Blanca ha acusado directamente al gobierno cubano de ser el perpetrador del supuesto ataque acústico.

La Mayor de las Antillas llevó a la ONU el tema en voz de su canciller Bruno Rodríguez, quien además se entrevistó con el Secretario de Estado Rex Tillerson. Antes La Habana se había mostrado presta a colaborar, permitiendo incluso la entrada de agentes federales, aunque no ha existido el mismo afán cooperativo del otro lado del estrecho de La Florida, donde el secretismo de las investigaciones asombra incluso a los funcionarios gubernamentales.

Desde el mismo instante en que se anunció la apertura de las embajadas en los dos países, la parte cubana insistió en el cumplimiento de la Convención de Viena, que regula las relaciones diplomáticas. Ahora, como en aquel entonces, la petición se basaba en la experiencia histórica de la isla, donde las sedes de este tipo se convirtieron en estaciones de la CIA o centros para influir en la vida política del país.

De igual forma, desde el propio Triunfo de la Revolución, el servicio de relaciones exteriores cubanos ha reportado cerca de medio centenar de incidentes en una veintena de países, incluyendo explosivos, ataques, tiroteos, secuestros e incendios. Investigaciones posteriores demostraron que estos atetados estaban relacionados directa o indirectamente con los Estados Unidos.

El incidente diplomático que actualmente pone distancia a La Habana y Washington es poco creíble y contradictorio. Su secuencia se corresponde con el modus operandi de la actual administración norteamericana que encuentra en las “cortinas de humo” como estas una oportunidad para esconder los verdaderos intereses de conglomerados económicos y lobbys de presión, que parecen haber regresado por sus fueros con el ascenso al poder del magnate neoyorquino.


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José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles

Se han publicado 1 comentarios


manolo
 25/10/17 11:24

Sobre mentiras se basa la politica exterior de USA, recordar el Maine (que ellos mismo volaron), Pearl Harbor (que conocian de antemano y dejaron que sucediera) el golfo de Tonkin (ataque de bandera falsa), las Torres Gemelas (tambien lo sabian y qué casualidad, ni un israelita murio !!!), las armas de destruccion masiva de Sadam (nunca aparecieron), en fin, el objetivo al fracasar con Venezuela es Cuba, debemos estar preparados, pronto romperan relaciones y comenzaran las acusaciones, si YA SE VERA!!!

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