martes, 16 de abril de 2024

Hacia la cordura

La Unión Europea anuncia la positiva resestructuración de sus vínculos con La Habana...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 07/12/2016
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Cuba Unión Europea Diálogos
Fue en abril de 2014, cuando se desarrolló la primera ronda de conversaciones en La Habana, para discutir un acuerdo bilateral sobre un diálogo político de cooperación.

Han debido pasar dos décadas de tirantez y desajustes para que finalmente las naciones de la Unión Europea decidiesen anunciar, a inicios de este diciembre, el final de su titulada Posición Común en sus relaciones con Cuba, y el inicio de una nueva etapa de vínculos que proclaman privilegiar el respeto mutuo y la no injerencia en los asuntos internos de la Isla.

En efecto, desde 1996 una dirigencia regional empujada por personajes ríspidos y ligados a intereses geopolíticos extra continentales (como el expresidente del gobierno español José María Aznar), impusieron al Viejo Continente la norma de que sus futuras tratativas con La Habana estarían condicionadas a la adopción por la Mayor de las Antillas de cambios internos ligados, según se dijo, a “prácticas democráticas y al respeto a los derechos humanos.”

Era sencillamente parte de un “paquete político mayor” que fue dejando atrás con toda intención y alevosía las posiciones sanamente regionalistas de no pocas figuras de aquella área geográfica no proclives a ahondar la dependencia local con respecto a Washington derivada de los resultados de la Segunda Guerra Mundial.

Ventiscas que terminaron en la tormenta de ver convertido a todo un continente con larga y probada personería propia, en un lleva y trae de los intereses hegemonistas estadounidenses, aún en contra de sus propios intereses y seguridad.

Porque, lamentablemente, esa Europa “segundona” no solo pretendió desde mediados de la década de los noventa comprometerse con  la agresividad norteamericana contra Cuba en medio de los duros avatares provocados en la Isla por el derrumbe del campo socialista y la URSS, sino que tomaría parte en el forzado desmembramiento territorial yugoslavo, en la “cruzada antiterrorista Made in USA” que ha sembrado y siembra aún el caos en Oriente Medio y Asia Central, en la entrega de Ucrania a la ultraderecha neofascista, y en el peligroso e irresponsable recalentamiento de las divisorias con Rusia.

Una Europa a la que, por su historia y su peso global, le debería corresponder un papel independiente y decisivo en un mundo multipolar, cooperador, y proclive al entendimiento respetuoso y justo entre todas las naciones que lo integran.

Vale decir, como indicaba un estudio publicado años atrás, que ciertamente la UE fabricó con Cuba una suerte de “caso especial” fundando en exigencias inadmisibles para cualquier Estado independiente, aun cuando hasta aquel entonces la Isla mantenía crecientes relaciones comerciales con Europa, daba la bienvenida a sus inversores y empresarios, y recibía de esa parte del mundo a la mayoría de los turistas que arribaban al país.

De ahí entonces la importancia de la rectificación que se acaba de anunciar en Bruselas, producto, vale decirlo, de importantes negociaciones bilaterales precedentes, y ligada sin dudas a la persistente e intocable verticalidad de Cuba en defensa de su soberanía y su autodeterminación a lo largo de estos años de vigencia de la hoy casi fenecida Posición Común.

Verticalidad, es bueno reiterarlo, que no puede confundirse con el ofuscado cierre de puertas ni el obtuso rechazo a priori, sino que ha dejado siempre bien claro que la Isla no es reacia a discutir y analizar los asuntos y entuertos más serios y delicados con cualquier interlocutor, siempre que no se intente utlizar el chantaje, la presión, la intimidación o el establecimiento de precondiciones lesivas al debido e indispensable respeto mutuo.

Y ojalá, deseamos algunos, que la culta y vieja Europa no solo recomponga sus vínculos con Cuba, sino que además, a tono con ese episodio político, decida de una vez reconsiderar sus propios intereses regionales y avance a constituirse en un polo internacional con voz y estatura autóctonas.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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