sábado, 18 de mayo de 2024

Cuando suena el río...

El ya denominado escándalo Panamá-Papers ha puesto en jaque a buena parte del orbe...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 06/04/2016
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Más de un proverbio antiguo asegura que nada de lo que se diga en voz baja permanece oculto todo el tiempo. Podrá retardarse su conocimiento -como muy bien saben hacer los organismos oficiales norteamericanos con determinados misterios y bataholas- pero a la larga muy pocas cosas escapan al juicio de la historia.

Y lo sucedido por estos días con el titulado escándalo de los Panamá-Papers, que revelan los manejos de múltiples personalidades y entidades internacionales en el uso de los paraísos fiscales como fuentes de ilegalidad, indica la validez de aquellos añejos asertos a los que hacíamos referencia en las líneas precedentes.

La fuente del voluminoso escándalo se ubica esencialmente en el bufete panameño de abogados Mossack-Fonseca, creado en el país istmeño en 1997 por Jurgen Mossack y Ramón Fonseca, y que con cuarenta oficinas en todo el mundo y más de catorce mil clientes, entre ellos al menos setenta y dos presidentes y  exjefes de Estado, entre otras personalidades, se describe a sí misma como “la cuarta firma proveedora de servicios offshore a nivel mundial.”

Esta prestación (offshore)se refiere teórica y formalmente “a la gestión, registro, conducción y operación de una entidad en un país extranjero, a menudocon la obtención de beneficios financieros, legales y fiscales”, una membrete que oculta además posibles trámites de lavado de dinero y evasión de impuestos de toda índole para beneficio de los usufructuarios que deciden colocar sus capitales en semejante entramado.

La escandalosa filtración de documentos, “la más grande de la historia”, según rezan medios de prensa, llegó a manos del diario alemán Sueddeutsche Zeitung y de inmediato fue compartida por ese rotativo con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y varios otros medios del mundo, incluidos los británicos The Guardian y BBC.

Lo cierto es que la noticia ha producido la conmoción de una bomba de elevada potencia en buena parte del planeta, ya no solo porque pone en evidencia la escala en que se están produciendo manejos financieros de dudosa legalidad a través de los titulados “paraísos fiscales”, sino además  por las figuras que están involucradas específicamente en el caso de la Mossack-Fonseca.

Según las primeras informaciones sobre este último apartado, en Islandia, más de veinte mil personas salieron a las calles para demandar la renuncia del primer ministro local, Sigmundur David Gunnlaugsson, quien aparece entre los implicados en el escándalo en un país donde los manejos bancarios sepultaron tiempo atrásel denominado “estado de bienestar general nórdico” que le caracterizó por largos decenios.

La relación incluye, además, a diferentes gobernantes del planeta como los presidentes de Argentina y México, Mauricio Macri y Enrique Peña Nieto, respectivamente, al rey de Marruecos Mohamed VI,  a altas figuras de la monarquía española, al mandatario ucraniano Piort Poroshenko, y a la familia del primer ministro paquistaní Nawaz Shariff.

Asimismo aparecen hasta el momento el primer ministro británico, David Cámeron, (cuyo padre dirigía un fondo de inversión en Bahamas que ha eludido al fisco londinense por tres décadas), y Marine Le Pen, la presidenta del partido francés de extrema derecha Frente Nacional. También están involucrados nombres de deportistas famosos como el argentino Lionel Messi, figura esencial del equipo de futbol Barcelona.

Y en lo que muchos concuerdan es que a estas alturas- diga lo que se diga y se explique lo que se explique-las salpicaduras del Panama-Papers apenas empiezan, como muestra de que existen muchas cosas que andan mal en este contexto global que algunos, a la usanza irónica de Voltaire en su novela Cándido, todavía insisten en calificar, pero con rostro austero y mirada seria, como “el mejor de los mundos posibles”.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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